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La Guerra del Salitre

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“La Guerra de 1879 en que la clase gobernante de Chile anexó la región del salitre” (Luis Emilio Recabarren: “Pobres y ricos”.  Rengo, 1910).

Los historiadores burgueses llaman Guerra del Pacífico al conflicto bélico que, entre 1879 y 1883, desangró a Chile, Bolivia y Perú. Ello para ocultar la verdadera causa de la conflagración: el salitre.

El océano Pacífico es la mayor masa marítima del planeta. Su superficie abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y sus aguas bañan tres continentes: América, Asia y Australia.

La guerra que nos preocupa se desarrolló en un mínimo rincón de ese océano y en su transcurso hubo sólo dos combates navales: el de Iquique, el 21 de mayo de 1879, y el de Punta de Angamos, el 8 de octubre del mismo año. Ambos duraron unas pocas horas y participaron seis naves. Dos peruanas, el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas, la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. Posteriormente, la flota chilena surcó el Pacífico en tres ocasiones y sólo para transportar tropas. El escenario naval de ese conflicto abarcó desde Antofagasta a Pisco, unos 2 mil kilómetros.

CAUSAS DEL CONFLICTO

Historiadores alemanes denominan a esta conflagración Salpeterkrieg (Guerra del Salitre). Y es el nombre adecuado.
Durante años, el desierto de Atacama –al sur de Bolivia y al norte de Chile- fue despreciado por ambos países. Pero todo cambió al descubrirse el valor del salitre y que, en el desolado de Atacama, como también se le llamaba, existían importantes yacimientos de nitrato.

Comenzaron las discusiones sobre la frontera. El primer tratado de límites entre Chile y Bolivia, firmado en 1866, fijó como frontera el paralelo 24º latitud sur y dejó una zona compartida entre ambos países, el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25. Chile y Bolivia se repartirían por partes iguales las riquezas que se produjeran en esa franja.

En 1874 se suscribió un segundo tratado, que mantuvo la frontera en el paralelo 24, eliminándose la zona compartida. En compensación, Bolivia se comprometió a no alzar durante 25 años los impuestos “a las personas, industrias y capitales chilenos”.

CHILENOS EXPLOTAN SALITRE BOLIVIANO

En Antofagasta, territorio boliviano, se instaló la Compañía de Salitre de Antofagasta, de capitales chilenos, que el 1º de mayo de 1872 inició las exportaciones del “oro blanco” a Europa.
Más al norte, Perú puso en vigencia, con fecha 28 de marzo de 1875, una ley mediante la cual expropió las oficinas salitreras de Tarapacá, pagando a sus antiguos propietarios con certificados.

En 1879 el Presidente de Bolivia Tomás Frías fue derrocado por un golpe militar, encabezado por el general patriota Hilarión Daza. Este gravó con un impuesto de 10 centavos cada quintal de salitre exportado desde territorio boliviano. La Compañía de Salitre de Antofagasta se negó a cancelarlo. Entonces Daza ordenó el embargo y el remate de esa empresa.

DEFENDIENDO A CAPITALISTAS

El Gobierno chileno salió en defensa de los capitalistas connacionales. Rompió relaciones con Bolivia y el 14 de febrero de 1879, día señalado para el remate, 200 soldados al mando del coronel Emilio Sotomayor, invadieron suelo boliviano, ocuparon Antofagasta, impidiendo la subasta.

Ante este atropello a su soberanía, Bolivia declaró la guerra a Chile el 1º de marzo. Otro tanto hizo Perú, que había firmado un pacto con Bolivia.

El 5 de abril, Chile declaró la guerra a los aliados. Comenzó la conflagración con triunfos de las tropas chilenas, que hacia fines de 1879 tenían en sus manos la región de Tarapacá.

LA OTRA GUERRA

Pero en la región se libraba otra guerra secreta. Los protagonistas eran dos ingleses que no usaban fusiles ni cañones. Sus armas consistían en la especulación y la falta de escrúpulos.

Uno era Robert Harvey, que había llegado a Tarapacá en 1874.
Poco antes de la ocupación de esa provincia por los chilenos, el gobierno peruano lo había designado Inspector General de Salitreras. En 1880, fue confirmado en ese cargo por el gobierno de Chile, otorgándole amplias atribuciones. Recibía sueldo de los dos países y a ambos entregaba informes falsos.

John Thomas North, el “rey del salitre”

El otro británico, John Thomas North, llegó a Chile en 1866 con 10 libras esterlinas en los bolsillos. Trabajó como mecánico en la maestranza ferroviaria de Caldera. Después se trasladó a Tarapacá, donde se asoció con su compatriota Harvey.

Ambos aprovecharon la caótica situación producida por la guerra y, con triquiñuelas y engaños, compraron certificados que el gobierno peruano emitió al expropiar las salitreras, cuando se cotizaban a un 11% de su valor nominal. Pudieron hacer esas compras gracias a los generosos créditos que les otorgaron los bancos chilenos Edwards y Valparaíso.

EL SALITRE A MANOS IMPERIALISTAS

Aún no finalizaba la guerra cuando el gobierno chileno de Domingo Santa María decretó, el 28 de marzo de 1882, la entrega de títulos de propiedad definitiva a quienes tuviesen certificados salitreros. De esta forma fueron entregadas a particulares más de 80 oficinas salitreras. Otras 71 quedaron provisoriamente en manos del Estado chileno.

Algunos tenedores de certificados como John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs, pasaron a ser propietarios de las más importantes y ricas oficinas salitreras, controlando la industria del nitrato y transformando el Norte Grande chileno en una factoría británica.

John Thomas North se convirtió en el “rey del salitre”, uno de los hombres más ricos del mundo. Fue dueño de numerosas oficinas salitreras, de los ferrocarriles y de una serie de otras empresas; monopolizó la distribución del agua potable y del comercio en la pampa, desde la harina y carbón hasta la carne y verduras. Fundó el Bank of Tarapacá and London Ltda. Tuvo a su servicio a abogados y parlamentarios liberales, conservadores y radicales. Hizo importantes inversiones en Inglaterra, Francia, Bélgica, Egipto, Australia y Brasil.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

El 10 de julio de 1883 se libró en Huamachuco, el último combate de una guerra en que murieron 23 mil soldados bolivianos, chilenos y peruanos. Chile conquistó dos provincias, Tarapacá y Antofagasta, pero el salitre, razón y motivo del conflicto, pasó en su mayor parte a manos de capitalistas británicos. Fue así como el imperialismo inglés clavó su lanza en Chile.

Con esta guerra de conquista, el territorio chileno se extendió al norte del río Copiapó, límite que tenía desde fines del siglo XVI. Creció en 180 mil kilómetros cuadrados, con una población que sumaba algo más 100 mil habitantes, de los cuales el 40% constituía la población activa. Hacia 1885 los obreros salitreros eran 4.571; en 1895 alcanzaban a 22.500 y en 1912, más de 40.000.
La guerra del salitre significó un aumento en cantidad y calidad del proletariado chileno.

A SEGUIR EL EJEMPLO DE RECABARREN

El historiador boliviano Guillermo Lora en su obra “Historia del Movimiento Obrero Boliviano”, escribió: “En 1919 la Federación Obrera de Chile, se dirigió a las organizaciones obreras bolivianas para estrechar relaciones y procurar una actuación coordinada:

“Debemos considerar, queridos compañeros, que todos los que pertenecemos a la clase trabajadora no podemos contar con más apoyo que el que puedan proporcionarnos nuestros hermanos y que jamás podremos conseguir el triunfo de nuestros ideales si no formamos un bloque único y sólido, capaz de oponer formal resistencia a ese monstruo fatídico y avasallador: la explotación capitalista… Por esto creo, estimadísimos compañeros, que sería de gran conveniencia para todos consolidar fuertemente el cariño que mutuamente se profesan las clases trabajadoras de Bolivia y Chile”.

Esta nota, redactada por Luis Emilio Recabarren, a sólo 26 años de haber finalizado la Guerra del Salitre, es una cabal expresión del internacionalismo proletario, que Marx y Engels proclamaron en el “Manifiesto del Partido Comunista”, cuando finalizaron este inmortal documento con la frase: “Proletarios de todos los países, uníos”.

LER

En nuestros días, ser consecuentes herederos de Recabarren es proclamar “Mar para Bolivia”. Devolver a ese país, parte de una región, que –al decir de Recabarren- la clase gobernante de Chile anexó.

Se funda el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLM)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El 10 de octubre de 1980 se fundó el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que reunió a las cinco organizaciones revolucionarias existentes en El Salvador: el Partido de la Revolución Salvadoreña (PRS), las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), La resistencia Nacional (RN), el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y el Partido Comunista de El Salvador (PCS).
A la cabeza del FMLN quedó Schafik Jorge Nadal, hijo de emigrantes palestinos, que fue secretario general del Partido Comunista de El Salvador por más de 20 años y que lideró casi la totalidad de la lucha revolucionaria contra los gobiernos militares.
De inmediato el FMLN estableció relaciones con el FDR.
El surgimiento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional fue la culminación de un importante proceso unitario llevado a cabo por los revolucionarios en El Salvador.

Algunos datos sobre El Salvador

La República de El Salvador es el país más pequeño de Centroamérica. Tiene una superficie de 21.041 kilómetros cuadrados. Su población es de 5.744.111 habitantes (según el censo de 2007). Tiene la densidad más alta de América Latina: 273 habitantes por kilómetro cuadrado.
Posee fronteras terrestres con Guatemala (al Norte) y Honduras (Este y Sudeste). Al Oeste limita con el Océano Pacífico. Es el único país de Centro América que no tiene costa en el Mar Caribe.
Relieve: mayor parte montañoso. Tiene una estrecha planicie costera y una meseta central.
Posee un clima tropical.
Su población es mayoritariamente rural (algo más de un 50%) y se compone de un 86% de mestizos; 12% de blancos y un 2% de indígenas.
En su economía el sector agrario es clave. El 70% de sus exportaciones corresponden a productos del campo. Los principales cultivos son el café, el algodón y el azúcar. La producción de cereales y la ganadería se destinan al consumo interno. A sus industrias tradicionales (de alimentos y la textil) se han agregado otras nuevas como la química, del cemento y de electrodomésticos.
Su capital es San Salvador (316.090 habitantes)
Idioma oficial: el español.
Moneda: dólar estadounidense.

Quién fue Farabundo Martí

Agustín Farabundo Martí Rodríguez nació en Teotepeque, departamento de La Libertad, El Salvador, el 5 de mayo de 1893.
Estudió en el Colegio Salesiano Santa Cecilia de Santa Tecla. Más tarde realizó estudios de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
En 1920 fue deportado a Guatemala por participar en las luchas populares contra el Gobierno de la dinastía Meléndez-Quiñones. Estando en ese país participó en la fundación del Partido Comunista de Centroamérica en 1925. Ese año regresó a El Salvador como delegado del Socorro Rojo Internacional. Colaboró en la formación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños. Fue detenido y expulsado de su patria en varias ocasiones. Desde el exterior continuó su labor de organización y propaganda como delegado de la Internacional Comunista.
En 1928 viajó a Estados Unidos, donde se unió a la Liga Antiimperialista de las Américas, agrupación que lo envió a Nicaragua. Se incorporó al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua y ejerció como secretario del líder Augusto César Sandino.

El Partido Comunista de El Salvador (PCS)

Farabumdo Martí retornó a su país. El 30 de marzo de 1930 fundó el Partido Comunista de El Salvador (PCS).
En 1931, tras el derrocamiento del Presidente civil Arturo Araujo, los militares, encabezados por el general Maximiliano Hernández Martínez, se tomaron el poder.
Los comunistas salvadoreños participaron en las elecciones municipales y parlamentarias de enero de 1932, que fueron anuladas por un escandaloso fraude de parte del Gobierno.
Ante esto, el Comité Central del PCS decidió preparar un levantamiento contra el general Martínez. El 22 de enero de 1932 se inició la insurrección popular, encabezada por Farabundo Martí y los comunistas. Fue brutalmente aplastada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez. En pocas semanas quedaron entre 15 mil a 30 mil muertos (nunca se pudo determinar la cantidad exacta de víctimas).
Farabundo Martí fue hecho prisionero. El 1º de febrero lo fusilaron junto a otros dirigentes como Mario Zapata y Alfonso Lima. Murió gritando: “Viva el Socialismo”.

El Partido Comunista forjador de la unidad

Schafik Jorge Handal, Secretario General del PC de El Salvador de 1973 a 1994, dirigió la guerra revolucionaria del FMLN entre 1981 y 1992.

Como escribió en octubre de 1980 el secretario general del PC de El Salvador, Schafik Jorge Handal: “En lo que se refiere a la madurez de los factores subjetivos de la revolución, había cierto retraso relacionado principalmente con la falta de unidad de las fuerzas revolucionarias. En 1930 fue fundado el Partido Comunista de El Salvador (PCS) y desde 1970 surgieron otras organizaciones revolucionarias que mantuvieron con él y entre sí una larga polémica y una intensa disputa por las masas. Sin unificar a las fuerzas revolucionarias no podía pensarse en serio en la revolución.
El PCS levantó la bandera de la unidad de las fuerzas revolucionarias y sostuvo toda su polémica con las demás organizaciones procurando darle la mayor profundidad teórica y de principios, pero realizándola como una lucha por la unidad; es decir, eludiendo los adjetivos, destacando las tareas comunes y las posibilidades concretas de unificar nuestra acción en todos los campos de lucha…”

Las fuerzas revolucionarias se unen

A pesar que desde 1931 se había instalado en el país una dictadura militar de derecha, en 1976 las masas tenían grandes esperanzas en la vía electoral, pero las elecciones presidenciales de 1977 terminaron con ellas, pues fueron una gran farsa y una imposición descarada del Gobierno.
No fueron inútiles los esfuerzos unitarios del PCS. Los hechos pusieron de manifiesto para todos, que no podía haber revolución sin unificar a las fuerzas revolucionarias. Sobre esta base se alcanzó en diciembre de 1979 un primer acuerdo por el que se creó un organismo coordinador que enlazaba a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), a la Resistencia Nacional (RN) y al PCS.
Schafik Jorge Nadal escribió: “Este primer paso hacia la unificación fue recibido con un gran entusiasmo por las masas y por las bases de nuestras organizaciones”.
Posteriormente se agregó una cuarta organización: el Partido de la Revolución Salvadoreña, más conocido por el nombre de brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
En enero de 1980 nació la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) que reunió a las principales agrupaciones políticas y sociales del país, que aprobó una Plataforma Programática de 10 puntos que planteaba el derrocamiento de la dictadura, la destrucción de su máquina político-militar y la formación de un Gobierno capaz de lograr la verdadera independencia de El Salvador y realizar profundas reformas sociales.

Surge el Frente Democrático Revolucionario

El 18 de abril de 1980 surgió el Frente Democrático Revolucionario (FDR), constituido por 118 organizaciones, sindicales, gremiales, estudiantiles, profesionales, partidos políticos, etc. La Iglesia Católica, por medio de su máxima figura, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, le dio pleno apoyo. Se unieron creyentes y ateos, marxistas-leninistas y socialdemócratas, representantes de otras corrientes. Desde el punto de vista clasista unió a la clase trabajadora con amplias capas medias, entre las cuales se contaban a pequeños y medianos empresarios.
El paso decisivo en el proceso unitario se dio el 10 de octubre de 1980 con el surgimiento del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Feroz represión reaccionaria

A partir del año 1980 la represión gubernamental fue total y El Salvador vivió una carnicería que duró doce años. Asesinatos selectivos como el caso de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo metropolitano de San Salvador, acribillado por un escuadrón de la muerte, formado por civiles y militares de ultraderecha, el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia.
Desde enero de 1981, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, el Gobierno de Estados Unidos emprendió una cada vez mayor intervención en El Salvador.
El 30 de septiembre de 1981 se creó el Partido ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), de ultraderecha, nacionalista y neoliberal. Su fundador, Roberto d’Aubuisson, ex mayor del Ejército salvadoreño, impulsor de los Escuadrones de la Muerte.

El imperialismo interviene

A comienzos de 1982 las fuerzas reaccionarias, con apoyo estadounidense, empleaban en escala relativamente grande para el país, la aviación, la artillería pesada, los blindados e incluso la guerra química. Realizaron ofensivas, una tras otra, contra las bases del FMLN, todas las cuales fueron derrotadas.
Según cifras oficiales estadounidenses, en 1982 el Gobierno de EE UU proporcionó al régimen ultra derechista de El Salvador 320 millones de dólares. De éstos, 81 millones destinados directamente para ayuda militar, incluyendo la participación de asesores yanquis.

La guerra revolucionaria

Por su parte, la guerrilla recibió el apoyo del gobierno sandinista desde Nicaragua. Cientos de revolucionarios cruzaron al país vecino para empuñar las armas junto al FMLN.
Según la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, hasta octubre de 1982 el saldo de la guerra civil había sido de 38 mil muertos, de los cuales el 80% fueron civiles no combatientes, salvajemente ultimados por las bandas de la muerte paramilitares, que secundaban las acciones represivas del Ejército.
La heroica lucha del FMLN despertó una potente solidaridad internacional. Por ejemplo, un cable de UPI, fechado en Francfort (República Federal Alemana) el 12 de marzo de 1982 informaba: “Los alemanes occidentales han contribuido con más de 1.500.000 dólares para comprar armas destinadas a los guerrilleros de El Salvador”.

El movimiento popular fuerza invencible

Año tras año el movimiento popular, a pesar de la sangrienta represión, continuaba la lucha contra el Gobierno militar. Según datos del Ministerio del Trabajo, en 1988 hubo 400 conflictos laborales, 35 huelgas, 300 paros laborales y cien marchas de los trabajadores. La respuesta gubernamental a este ascenso de las acciones del pueblo fue el terrorismo, llevado a cabo por los escuadrones de la muerte.
Desde el punto de vista militar, el FMLN causó ese año 7.932 bajas al Ejército gubernamental., entre las que se cuentan 2 coroneles, alrededor de otros 70 oficiales y 179 clases.
Ese año, crecieron las fuerzas guerrilleras y se incrementó la guerra en las ciudades. En las zonas urbanas hubo diversas acciones, como el ataque al cuartel central de la Guardia Nacional; el ataque a la principal base aérea, ubicada a unos 9 kilómetros de San Salvador; el ataque al Estado Mayor Conjunto. Además, fueron atacados o destruidos 8 cuarteles; hubo 20 maniobras militares de gran envergadura y 368 acciones de mediana y pequeña envergadura.
Estas acciones causaron las siguientes pérdidas al enemigo: 8 helicópteros derribados; 23 helicópteros averiados; 158 camiones militares destruidos; 39 instalaciones del Ejército destruidas. El sabotaje guerrillero destinado a limitar la capacidad político-militar del Gobierno, dio por resultado la destrucción parcial o total de: 53 oficinas de telecomunicaciones, 28 alcaldías, 7 agencias bancarias, 6 puentes, 28 trenes estatales, 2.000 estructuras del tendido eléctrico (lo que implicó un déficit energético del 70% al aparato estatal).

El FMLN vendiendo en la guerra plantea la paz

Al iniciarse 1989, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional hizo un balance de la situación en El Salvador, concluyendo que ésta era totalmente positiva y ventajosa para las fuerzas populares, democráticas y revolucionarias. Señaló su disposición a mantener su ofensiva militar en forma permanente y creciente. Pero, al mismo tiempo, continuar trabajando por la solución política a nivel nacional e internacional, haciendo esfuerzos por definir la crisis nacional en 1989.
El periódico español “El País” escribió con fecha miércoles 25 de enero de 1989 (página 6): ”La guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) propuso ayer abandonar las armas y aceptar el resultado de las elecciones presidenciales en El Salvador si éstas son postergadas seis meses. Esta iniciativa puede ser el paso más importante que se haya dado hasta ahora a favor de la paz en el más conflictivo país de Centroamérica”.
Comenzó el difícil acercamiento. Schafik Jorge Handal encabezó las negociaciones entre la guerrilla salvadoreña y el Gobierno del Presidente Alfredo Félix Cristiani. Finalmente ambas partes aceptaron que la ONU oficiara de mediador en el conflicto y se iniciaron las conversaciones de paz. Tras verificar la desmovilización de ambos bandos, el 16 de enero de 1992 se firmaron en México los Acuerdos de Chapultepec. Uno de los que los suscribieron fue Schafik Jorge Handal, el dirigente comunista que condujo la lucha guerrillera y también el camino hacia la paz.
El conflicto armado, desarrollado entre 1980 y 1992, dejó un saldo de 75 mil muertos y más de 7 mil desaparecidos, además del 40% de la población sumida en la pobreza.

El FMLN, Partido Político

Ese mismo año 1992 el FMLN se transformó en un partido político legal. Y emprendió la vía electoral, tanto o más difícil que la lucha armada. Levantó candidatos en las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales.
En las presidenciales del 21 de marzo de 1994, el FMLN presentó como candidato a Schafik Jorge Handal: En la primera vuelta, ARENA obtuvo el 49,03% de la votación, el FMLN, el 24,9% y el PDC el 16%. Hubo segunda vuelta. Los resultados fueron ARENA 68,35%; FMLN, 31,65%
En los comicios presidenciales del 21 de marzo de 1994 y del 21 de marzo de 2004 el FMLN fue también derrotado en las urnas por el partido ARENA.

El FMLN triunfa con el arma del voto

Pero la cuarta fue la vencida. El domingo 15 de marzo de 2009 hubo elecciones presidenciales en El Salvador. Triunfó el abogado Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLM) sobre el abanderado del derechista partido ARENA, el ex director de la policía nacional, Rodrigo Ávila. De este modo, la ex guerrilla de Izquierda llegó al poder por las urnas.
También en la quinta. El domingo 2 de febrero de 2014 hubo nuevas elecciones presidenciales en El Salvador. Ninguno de los candidatos obtuvo la mitad más uno de los votos válidos para ser proclamado ganador. Por ello, el domingo 9 de marzo de 2014 se desarrolló una segunda vuelta entre los dos candidatos que obtuvieron mayor número de votos válidos en la primera elección. Triunfó Salvador Sánchez Cerén, candidato del FMLN.

Salvador Sánchez Cerén

Una historia para sacar conclusiones

El Partido Comunista de El Salvador, así como todos los revolucionarios que forman el FMLN, mostraron gran sabiduría. Se plantearon como vía revolucionaria la lucha armada, pero nunca la colocaron como el único camino. Siempre dejaron las puertas abiertas para una salida política.
En abril de 1982, Rubén Sánchez, dirigente del PCS escribió: “Nuestro Frente no lucha contra los soldados como tales, como enemigos. Nosotros defendemos los intereses del pueblo al que pertenece la mayoría de los militares. El FMLN combate contra quienes han instrumentalizado a la fuerza armada para utilizarla con el objetivo de aplastar a los salvadoreños… Estamos luchando por claros objetivos programáticos. Aunque hoy empuñamos las armas, tratamos de alcanzar estos objetivos por medios pacíficos”.

Y algo más, con inteligencia, apenas se dieron las condiciones, el FMLN se constituyó como un partido político legal y emprendió la vía electoral.
Los revolucionarios salvadoreños, con su actuación práctica, han entregado importantes enseñanzas. Entre ellas, saber crear las condiciones para la unidad de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias; utilizar todas las formas de luchas y cambiar de una vía a otra en el momento oportuno.

Símbolos de esa gesta gloriosa son Farabundo Martí, fusilado el 1 de febrero de 1932; monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado 24 de marzo de 1980, y Schafik Jorge Handal, que murió el 24 de enero de 2006.
Sus nombres y obras han sido rojas banderas enarboladas en las jornadas de triunfos.

Balmaceda de Chile

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Él soñó un sueño preciso,
quiso cambiar el desgarrado
paisaje, el cuerpo consumido
del pueblo, quiso defenderlo.

Es tarde ya, escucha disparos
aislados, los gritos vencedores,
el salvaje malón, los aullidos
de la ‘aristocracia’, escucha
el último rumor, el gran silencio,
y entra con él, recostado, a la
muerte”
(Pablo Neruda: “Canto General”)

19 de septiembre de 1891. En la legación diplomática argentina en Santiago está asilado el Presidente José Manuel Balmaceda. El ejército leal ha sido vencido por las fuerzas contrarrevolucionarias financiadas con libras esterlinas. Espera que finalice su mandato presidencial. Toma un arma la coloca en su sien derecha. Dispara. Aún está sin secar la tinta de su testamento político, donde ha escrito:

“No hay que desesperarse de la causa que hemos sostenido ni del porvenir. Si nuestra bandera, encarnación del gobierno verdaderamente republicano, ha caído plegada y ensangrentada en los campos de batalla, será levantada de nuevo en tiempo no lejano y con defensores numerosos y más afortunados que nosotros y flameará un día para honra de las instituciones chilenas, y para dicha de mi patria, a la cual he amado sobre todas las cosas de la vida”.

¿Quién es este Presidente – Martir?

José Manuel Balmaceda es uno de los cuatro grandes mandatarios que ha tenido Chile.
Nació en Bucalemu el 19 de julio de 1840. En 1864 fue elegido diputado. Un año más tarde contrajo matrimonio con Emilia de Toro Herrera. Se dedicó a la agricultura, donde formó su fortuna.
En 1866 fundó el periódico “La Libertad”. Dos años más tarde ingresó al Club de la Reforma, que agrupaba a jóvenes liberales progresistas.
En 1870 fue elegido nuevamente diputado. En la Cámara pronunció importantes discursos, entre ellos, uno sobre la separación de la Iglesia y el Estado; otro sobre los cementerios laicos.
En 1885 resultó elegido senador por Coquimbo.
Designado candidato a la Presidencia de la República, apoyado por liberales y radicales, triunfó en los comicios del 15 de junio de 1886.

¿Cuál era la situación del país?

Chile vivía un momento ascendente. Luego de conquistar su Independencia del colonialismo español, entró en un proceso de acelerado desarrollo económico. La minería, cuya producción se exportaba a Inglaterra, se convirtió en la principal fuente de la renta nacional y en el eslabón inicial de una cadena de cambios económico-sociales.
La producción de cobre se elevó entre la década del 20 y la del 70 en un 1.400% y la de plata en un 1.000%
El área cultivada se creció en un 300% entre 1842 y 1875.
El comercio exterior, en un 500%
Chile, de ser uno de los países más pobres durante la Colonia, llegó a tener, después de la Independencia una de las economías más sólidas y productivas de América Latina.

Surgen formas capitalistas de producción

A partir de 1820 surgieron formas capitalistas de producción, aunque no se alcanzó un capitalismo industrial. Ello por dos factores negativos: el monopolio británico sobre la producción de cobre y el predominio de una estructura agraria con características típicamente feudales.
Entre 1879 y 1883 tuvo lugar la Guerra del Salitre, llamada por la historia oficial Guerra del Pacífico. En ella murieron cerca de 25 mil soldados chilenos, peruanos y bolivianos. Triunfó Chile, que conquistó las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Pero el salitre, principal causa del conflicto, pasó a manos del imperialismo británico, representado por John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs.

El imperialista británico John Thomas North

Los ingresos fiscales, por las ventas del salitre, se elevaron en tres veces y media entre 1879 y 1890. La economía adquirió un peligroso carácter monoproductor. Además, el imperialismo inglés clavó sus banderas en Chile.
Por otra parte, las clases sociales surgidas a partir de los cambios experimentados a partir de la década del 20, burguesía y proletariado, se fortalecieron notablemente. Los obreros eran hacia los años 80 del siglo XIX unos 200 mil.
A partir de 1881 se produjeron importantes cambios políticos con un sello marcadamente democrático. Durante el Gobierno de Domingo Santa María (1881- 1886) se dictaron leyes sobre el matrimonio civil, registro civil y cementerios laicos. Con ellos, la Iglesia, tradicional aliada de la oligarquía, vio reducida su influencia social.
Balmaceda, siendo ministro del Presidente Santa María, fue tenaz impulsor de estos cambios.

Mirando el presente con ojos del mañana

Balmaceda asumió la Presidencia de la República el 18 de septiembre de 1886.
Desde que llegó al Gobierno mostró una gran capacidad para valorar acertadamente el momento que vivía Chile, enfrentando con coraje y audacia los problemas existentes.
Comprendió que era muy negativo que el país basara su futuro sólo en las entradas del salitre. En un discurso pronunciado en Iquique el 8 de marzo de 1889, expresó:
“Debemos invertir el excedente de las rentas sobre los gastos en obras reproductivas para que en el momento en que el salitre se agote o se menoscabe su importancia por descubrimientos naturales o por progresos de la ciencia, hayamos transformado la industria nacional y creado con ella y los ferrocarriles, la base de nuevas rentas y de una positiva grandeza”. Y enfatizaba: “Atesoraremos en ferrocarriles y construcciones públicas los 20 millones en que la renta ordinaria excede actualmente a los gastos”.
Este justo razonamiento explica la obra, febrilmente creadora, que impulsó durante su Gobierno. Fue un Presidente que supo ver el presente con ojos del mañana.

Un desarrollo sin precedentes

Durante el Gobierno de Balmaceda (1881 – 1891) se construyeron 1.200 kilómetros de líneas férreas; 1.000 kilómetros de caminos y más de 300 puentes, uno de ellos el viaducto del Malleco; se tendieron 1.500 kilómetros de líneas telegráficas. Se levantaron más de cien edificios para escuelas, con capacidad para 35.000 alumnos, y 20 centros penales. Se dotó de agua potable a 20 ciudades; se canalizó el Mapocho. Fueron habilitados 10 puertos.

Se crearon unas 350 escuelas de diversos tipos: primarias, normales, agrícolas, de minas y la primera escuela técnica femenina; liceos y el Instituto Pedagógico.
La gigantesca construcción de obras públicas, en donde se cancelaban más altos salarios que en otras actividades, produjo el éxodo de campesinos. Las haciendas quedaron sin brazos para sus labores. En una ocasión Macario Ossa, representante de los latifundistas, reprochó a Balmaceda por esta situación. El Presidente le replicó: “El remedio está en sus manos: paguen a sus obreros lo mismo que les paga el fisco y tendrán brazos en abundancia”.
Así era Balmaceda, un hacendado que no vaciló en perjudicar a su clase en aras del progreso del país.

Un gobernante antiimperialista

Balmaceda comprendió lo negativo que era para Chile el dominio británico sobre el salitre. En el discurso del 8 de marzo de 1889, pronunciado en Iquique, sostuvo:
“El monopolio del salitre no puede ser empresa del Estado… Tampoco puede ser obra de particulares, ya sean estos nacionales o extranjeros, porque no aceptaremos jamás la tiranía económica de muchos ni de pocos. El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar, con su influencia, la producción y venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá”.

Los británicos controlaban también los ferrocarriles en el Norte. Por ello, en ese mismo discurso, Balmaceda afirmó:
“Espero que en época próxima todos los ferrocarriles de Tarapacá serán propiedad nacional. Aspiro, señores, a que Chile sea dueño de todos los ferrocarriles que crucen su territorio”.
Balmaceda pretendía la independencia económica de Chile. Pero eso adoptó una posición antiimperialista, concretamente anti británica. Su táctica fue apoyarse en potencias rivales de Inglaterra para así restarle a esta influencia en nuestro país. Por ejemplo, contrató un empréstito en Berlín; trajo a Chile misiones pedagógicas alemanas y francesas; se encargó la construcción de algunas obras públicas a firmas estadounidenses y francesas; se ordenó la construcción de barcos de guerra en Francia; se compró material bélico en Alemania y se contrataron instructores militares en esa nación.

El norte chileno, una factoría británica

Tenía razón Balmaceda. El imperialismo inglés se había apoderado económicamente de la provincia de Tarapacá.

Los ferrocarriles de Tarapacá también eran propiedad de North

John Thomas North, uno de los empresarios británicos que controlaba gran parte de las oficinas salitreras, era dueño también de los ferrocarriles y del alumbrado eléctrico; monopolizaba el comercio de aprovisionamiento de las pulperías de las salitreras; tenía en sus manos la venta del agua, el vital elemento para esa zona, además de otras industrias.
North y su socio Robert Harvey, utilizando medios especulativos y con créditos concedidos por el Banco de Valparaíso, habían logrado apoderarse durante la Guerra del Salitre, de gran cantidad de oficinas salitreras.
North, convertido en el rey del salitre, uno de los hombres más acaudalados de su época, estaba en su residencia en Londres, cuando conoció la patriótica política de Balmaceda. Al ver amenazados sus intereses, viajó a Chile, llegando a Valparaíso el 21 de marzo de 1889.

Un gobierno democrático

Durante la administración de Balmaceda se continuó el proceso democratizador iniciado por el Presidente Santa María.
Balmaceda se vinculó a los sectores sociales más progresistas. Integró a funciones político-administrativas de importancia a elementos de las capas medias. Afirmado en ellas, prosiguió la democratización del país. Se estableció el sufragio universal, mediante una reforma de 1888; se modificó positivamente la ley de municipalidades; se ampliaron las incompatibilidades parlamentarias, etc.
Frente a la clase obrera tuvo una actitud solidaria. En repetidas ocasiones planteó la necesidad de elevar los salarios.
En 1890, a raíz de una huelga general de los trabajadores de Iquique, los industriales de la zona pidieron apoyo del Gobierno para aplastar el movimiento, Balmaceda les envió el siguiente telegrama:
“Deseo que ustedes digan cuáles son las exigencias de los huelguistas y qué pasos han dado ustedes para una inteligencia razonable y equitativa con los trabajadores”.

Vendidos al oro inglés

John Thomas North se entrevistó con Balmaceda convencido que podía llegar a un “arreglo”. Traía regalos para ablandarlo. No tuvo éxito.
Recurrió entonces a un numeroso grupo de chilenos que, pagados por él, actuaban contra los intereses de Chile. Entre ellos había abogados, periodistas.

Carlos Walker Martínez

 

Julio Zegers

 

Enrique Mac Iver

 

También connotadas figuras políticas, como Carlos Walker Martínez, líder del Partido Conservador, varias veces diputado y senador; Julio Zegers, dirigente del Partido Liberal, diputado y ministro de Hacienda en 1878; Enrique Mac Iver, patriarca del Partido Radical, parlamentario durante 46 años, ministro en dos ocasiones y Gran Maestre de la Masonería.
Gran cantidad de parlamentarios eran empleados a sueldo de North. Con toda razón, escribió Balmaceda en enero de 1891: “El Congreso es un haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas”

La contrarrevolución de 1891

Entonces North y la reacción criolla echaron manos a la violencia reaccionaria.
El 7 de enero de 1891 se sublevó la Escuadra, encabezada por Jorge Montt. Se inició así la Guerra Civil del 91, que costó 10 mil vidas.
La historia oficial la llama “Revolución” de 1891 y dio por causa de ella al conflicto entre el Presidente y la mayoría del Parlamento. En verdad hubo problemas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, pero ellos eran la expresión de algo más de fondo.
Esa guerra civil fue la respuesta violenta, contrarrevolucionaria, a la política patriótica de Balmaceda. La llevaron a cabo los sectores perjudicados con ella: el imperialismo británico, los latifundistas y la oligarquía financiera criolla.
Fue una contrarrevolución, porque en nuestro país se estaban produciendo cambios de carácter verdaderamente revolucionarios desde el término de la Guerra del Salitre. Se buscaba el avance hacia formas más democráticas de convivencia; se procuraba el establecimiento y desarrollo del capitalismo industrial; se pretendía reducir y anular la influencia del imperialismo.
Los promotores de esa guerra civil estaban empeñados en impedir en desarrollo de una revolución como esa.

Diez mil chilenos murieron en la Contrarrevolución de 1891

 

Recojamos el legado de Balmaceda

Los contrarrevolucionarios lo empujaron al suicidio. Murió el presidente-mártir. Pero no pudieron matar su ejemplo, sus elevados ideales.
Como expresó el historiador Hernán Ramírez Necochea: “Recojamos el legado de Balmaceda, adaptémoslo a las condiciones de nuestra época y así tendremos una enseñanza más, que nos guiará en el cotidiano esfuerzo por contribuir a la grandeza de Chile y a la felicidad de nuestro pueblo”.

Balmaceda y Allende

Existen muchas similitudes entre la vida, pasión y muerte de José Manuel Balmaceda y Salvador Allende. Sus vidas fueron ejemplo de patriotismo, su pasión fue amar a Chile y a su pueblo, su muerte –ocurrida en ambos casos en septiembre– fue el precio que pagaron por la lealtad a sus elevados ideales.
Como escribió Pablo Neruda: “Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio, por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras. Allende fue asesinado por haber nacionalizado otra riqueza del subsuelo, el cobre”.