Juan Vargas Puebla, fiel discípulo de Luis Emilio Recabarren

Al conocer la vida y obra de Juan Vargas Puebla encontramos gran similitud con las de su maestro Luis Emilio Recabarren.

Ambos comenzaron a laborar como obreros a los 14 años de edad. Dedicaron sus mejores esfuerzos  a la unidad y organización de los trabajadores. También los dos dieron importancia a la educación de los asalariados. Crearon prensa obrera, escribieron artículos, folletos y libros; impulsaron la cultura popular, en especial el teatro obrero. Dieron gran importancia al Día Internacional de los Trabajadores. Comprendieron la importancia de la lucha  ideológica y la libraron tesoneramente. Ambos fueron de palabra elocuente y convincente.

Los dos fueron diputados obreros, de ejemplar actuación dentro y fuera del Parlamento.

Enfrentaron con valor y audacia a los reaccionarios. Es conocida la ocasión en que Recabarren respondiendo el desafío de un derechista cantó La  Internacional en plena sesión de la Cámara. Juan Vargas tampoco  se achicó ante los enemigos de clase.

Juan Vargas Puebla, a igual que Recabarren, fue un firme defensor de sus principios y un apasionado dirigente de los trabajadores, pero siempre mantuvo un trato respetuoso y fraterno con quienes laboraban a su lado.

Represiones sufridas por Juan Vargas Puebla

Relegaciones bajo González Videla

El 21 de mayo de 1949, Juan Vargas Puebla finalizó su período como diputado. Continuó trabajando activamente como consejero de la CTCH. El 8 de septiembre fue detenido por agentes de Investigaciones y relegado a Pisagua. De ahí enviado a Belén un poblado en la Cordillera a 3.300 metros de altura. Después llevado al puerto de Taltal, para conducirlo a la isla de Melinka en el extremo austral de Chile.

La victoriosa huelga de los trabajadores de febrero de 1950, obligó al traidor a dejar en libertad a prisioneros y relegados políticos.

Juan Vargas regresó a Santiago y de inmediato reanudó su actividad como consejero nacional de la CTCH.

En febrero de 1953 participó en el Congreso Constituyente de la Central Única de Trabajadores de Chile, siendo designado tesorero nacional.

También bajo Ibáñez

El ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, inició su gobierno en 1952 con una actitud paternalista hacia los trabajadores. Pero pronto volverá por sus andadas antipopulares. A partir de mayo de 1954 comenzó a reprimir a los dirigentes de los trabajadores. Uno de los que sufrió la represión ibañista fue Juan Vargas. El viernes 22 de octubre de 1954, agentes de Investigaciones irrumpieron en su hogar y lo detuvieron. No le dejaron llevar ni lo más indispensable. Lo relegaron a Putre en plena Cordillera a 3.500 metros de altura, donde permaneció cerca de dos meses. Pudo regresar a Santiago el jueves 13 de enero de 1955, luego que el Parlamento rechazó el Estado de Sitio, lo que obligó al gobierno a liberar a los relegados.

El jueves 5 de enero de 1956 fue detenido nuevamente y enviado a la cárcel de la capital, donde estuvo 119 días. En virtud del proceso por convocar al paro nacional de la CUT de enero de 1956 fue relegado a San Javier el 5 de abril de 1957, donde permaneció hasta el 22 de octubre de ese año.

En las elecciones de abril de 1967 fue elegido regidor de la Municipalidad de Santiago.

Nicaragua, la Revolución y la niña del bote (fragmento)

Atilio Borón

Por Atilio A. Borón (Catedrático y escrito argentino)

La dolorosa coyuntura actual en Nicaragua ha precipitado un verdadero aluvión de críticas. La derecha imperial y sus epígonos en América Latina y el Caribe redoblaron su ofensiva con un único y excluyente objetivo: crear el clima de opinión que permita derrocar sin protestas internacionales al gobierno de Daniel Ortega, elegido hace menos de dos años (noviembre del 2016) con el 72 por ciento de los sufragios. Esto era previsible; lo que no lo era fue que en esa arremetida participaran con singular entusiasmo algunos políticos e intelectuales progresistas y de izquierda que unieron sus voces a la de los lenguaraces del imperio. Un notable revolucionario chileno, Manuel Cabieses Donoso, de cuya amistad me honro, escribió en su flamígera crítica al gobierno sandinista que “la reacción internacional, el ‘sicario’ general de la OEA, los medios de desinformación, el empresariado y la Iglesia Católica se han adueñado de la crisis social y política que gatillaron los errores del gobierno. Los reaccionarios se han montado en la ola de la protesta popular.” Descripción correcta de Cabieses Donoso de la cual, sin embargo, se extraen conclusiones equivocadas.

Correcta porque es cierto que el gobierno de Daniel Ortega cometió un gravísimo error al sellar pactos “tácticos” con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz. Correcta también cuando dice que la derecha vernácula y sus amos extranjeros se adueñaron de la crisis social y política, dato éste de trascendental importancia que no puede ser soslayado o subestimado. Pero radicalmente incorrecta es su conclusión, como son las de Boaventura de Sousa Santos, la del entrañable y enorme poeta Ernesto Cardenal, y Carlos Mejía Godoy, amén de toda una plétora de luchadores sociales que en sus numerosas denuncias y escritos exigen –algunos abiertamente, otros de modo más sutil- la destitución del presidente nicaragüense sin siquiera esbozar una reflexión o arriesgar una conjetura acerca de lo que vendría después. Conocidos los baños de sangre que asolaron Honduras siguiendo la destitución de “Mel” Zelaya; los que hubo en Paraguay luego del derrocamiento “express” de Fernando Lugo en 2012, y antes lo que sucediera en Chile en 1973 y en Guatemala en 1954; o lo que hicieron los golpistas venezolanos después del golpe del 11 de Abril en el interludio de Carmona Estanga “el breve”, o lo que está ocurriendo ahora en Brasil y los centenares de miles de asesinatos que hizo la derecha durante las décadas del “cogobierno FMI-PRIAN” en México, o el genocidio de los pobres practicado por Macri en la Argentina. ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que la destitución del gobierno de Daniel Ortega instauraría en Nicaragua una democracia escandinava?

Juan Vargas Puebla: “Ahora o nunca”

Galvarino Arqueros antiguo periodista obrero, corresponsal de “El Siglo”, residente en Coquimbo, en donde colaboraba con los periódicos “Todo Coquimbo” y “El Día”, galardonado con el Premio Nacional de Periodismo 1994, recuerda:

“Conocí a Juan Vargas Puebla hacia 1933 o 1934, en Andacollo, en momentos que una gran crisis golpeaba la zona, cuando los cesantes eran unos diez mil. Él concurrió en nombre de la FOCH. Yo por entonces tenía 16 años y, a pesar de mi edad, era dirigente del Sindicato de Minas y Lavaderos de Oro. Ello porque éste era un sindicato ilegal”.

Este mismo periodista relata, además, una anécdota ocurrida a Juan Vargas Puebla por esos años y que a él le gustaba mucho contar:

“Resulta que durante una huelga de obreros de la construcción en Valparaíso, con grandes esfuerzos se logró reunir un fondo de resistencia para sostener el movimiento. Pero uno de los dirigentes se fue, llevándose todo el dinero de ese fondo. Juan Vargas juró que donde lo encontrara se las tendría que ver con él.
Algún tiempo después, paseando con su compañera Ida por la Quinta Normal, lugar que le gustaba mucho visitar, ve uno de los tantos grupos de canutos que predican los domingos. Al fijarse mejor, reconoce en el que habla al mismísimo ladrón de los fondos. Se enfurece y ve ocasión tan esperada para aclararlo.
Su compañera intenta calmarlo:
– No te precipites, no armes un escándalo…
– Se la tengo jurada. Ahora o nunca.
Y decidido se acerca al grupo. El predicador al reconocerlo, dice con voz emocionada, plena de arrepentimiento:
– Hermanos, antes yo era un pecador. Un ladrón. Incluso en una ocasión robé unos dineros a unos obreros que en Valparaíso estaban en huelga. Pero el señor me llamó y mostró el camino de la verdad. Ahora soy otro. Estoy arrepentido de esa vida de pecador. Alabado sea el señor. Y ahí está un hermano que fue testigo de mi pecado. Alabado sea el señor…

Juan Vargas se detiene. No sabe qué hacer. Se vuelve y se aleja sonriendo por lo bajo ante la picardía de su ex colega”

Juan Vargas Puebla: Necesaria pero breve reflexión sobre el apoyo a Nicaragua

A diferencia de otros que dudan, que no son claros, que callan , que son incapaces de ver cuál es el enemigo fundamental de los pueblos, nosotros, los del CEILER, no nos perdemos en el caso de Nicaragua. No escondemos los errores cometidos por el Gobierno de Ortega ni podemos estar de acuerdo con ellos, pero sabemos que el ave de rapiña del imperialismo está detrás de la violencia que sufre Nicaragua (vivimos la experiencia previa al golpe en Chile) y sabemos que de caer el gobierno elegido por el 76% de los votos llegaría otro elegido por un solo voto, el del imperialismo. Por ello concordamos con lo escrito por Atilio Bordón que finaliza su magnífico artículo diciendo:

“Estando en el Foro de Sao Paulo que tiene lugar en La Habana pude deleitarme en la contemplación del Caribe. Allí divisé, a lo lejos un frágil botecito. Lo manejaba un robusto marinero y, en el otro extremo se encontraba una joven muchachita. El timonel parecía confundido y se esforzaba para mantener el rumbo en medio de una amenazante marejada. Y se me ocurrió pensar que esa imagen podía representar con elocuencia al proceso revolucionario, y no sólo en Nicaragua sino también en Venezuela, Bolivia, donde sea. La revolución es como aquella niña, y el timonel es el gobierno revolucionario. Este se puede equivocar, porque no hay obra humana a salvo del error; y cometer errores que lo dejen a merced del oleaje y pongan en peligro la vida de la niña. Para colmo, no muy lejos se dibujaba la ominosa silueta de una nave de guerra de Estados Unidos, cargada de armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios. ¿Cómo salvar a la niña? ¿Botando el timonel al mar y dejando que se hunda el bote, y con él la niña? ¿Entregándola a la turba de criminales que se agolpan, sedientos de sangre y prestos para saquear el país, robarle sus recursos y violar y luego matar a la jovencita? No veo que eso sea la solución. Más productivo sería que algunos de los otros botes que se encuentren en la zona se acerquen al que está en peligro y hagan que el desastrado timonel enderece el rumbo. Hundir al que lleva a la niña de la revolución, o entregarla al navío norteamericano difícilmente podrían ser consideradas soluciones revolucionarias”.

CEILER