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A 147 años de la primera revolución proletaria de la historia

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En julio de 1870, el emperador francés Napoleón III –llamado el pequeño sobrino del gran tío- intentando salvar su tambaleante imperio, declaró la guerra a Prusia. Las tropas imperiales fueron vergonzosamente derrotadas.

El 4 de septiembre de 1870, se produjo una insurrección popular, que fue aprovechada por la burguesía para formar un gobierno provisional. Este organizó la defensa contra los invasores prusianos. Pero sus tropas fueron también vencidas.

En febrero de 1871 se constituyó un gobierno reaccionario, encabezado por Adolfo Thiers, que reprimió al pueblo.  En ese mismo mes se organizó en París el Comité Central de la Guardia Nacional, que agrupó a los batallones de obreros y artesanos.

LA PRIMERA REVOLUCIÓN PROLETARIA DE LA HISTORIA

El gobierno de Thiers instaló su sede en Versalles. En marzo de 1871, envió tropas sobre París para desarmar a los batallones populares.

En el amanecer del 18 de marzo de 1871, soldados de Thiers llegaron a las colinas de Montmartre, al norte de París, con la intención de arrebatar los cañones allí emplazados por la Guardia Nacional. Al conocerse la noticia se hicieron presentes decenas de milicianos de los batallones obreros. Ante esta resistencia popular, los soldados de Thiers en vez de disparar, confraternizaron con los revolucionarios.

Al anochecer de ese 18 de marzo de 1871, todas las dependencias del Estado fueron ocupadas por destacamentos de la Guardia Nacional. Por todas partes de la capital francesa flameaban rojas banderas.

Se había llevado a cabo la primera revolución obrera de la historia. Era el 18 de marzo de 1871.

LA COMUNA DE PARÍS

El 26 de marzo tuvieron lugar las elecciones para designar los miembros del Consejo de la Comuna. Concurrieron a las urnas 300 mil ciudadanos.

El 28 de marzo de 1871 fue proclamada la Comuna de París. Por primera vez la clase obrera había conquistado el poder.
La plaza de la Municipalidad y las calles adyacentes estaban colmadas de público y de tropas de la Guardia Nacional. En el escenario, levantado al efecto, se ubicó el Comité Central de la Guardia Nacional y los miembros electos del Consejo de la Comuna.
Un dirigente proclamó la Comuna. Al nombrar a los miembros del Consejo, un grito ensordecedor se elevó desde el corazón mismo de París: ¡Viva la Comuna!

Luisa Michelle, una maestra de cuarenta años de edad, formó parte del Comité de Vigilancia, fue secretaria del Comité de Mujeres Obreras y miembro del Comité Central de la Unión de Mujeres.
Resonaron los tambores; el tronar de los cañones estremeció la tierra.

No se pronuncian discursos. Sólo exclamaciones de ¡Viva la Comuna!

Las bandas atacan los acordes de la Marsellesa y del Canto de la Partida. Millares de voces le hacen coro.

¿QUIÉN ERA LUISA MICHELLE?

Luisa Michelle

Luisa Michelle (Louise Michelle) había nacido en Vroncourt-la-Côte, departamento de Haute-Marne (Francia) el 29 de mayo de 1830. Era hija natural de una sirvienta, Marianne Michelle, y del hijo de la mansión, Etienne Charles Demahis. Los abuelos maternos le dieron una educación liberal.

Por entonces, la moderna lucha de clases en Francia alcanzaba una aguda confrontación. En junio de 1848 se produjo la insurrección de los obreros parisinos que levantaron barricadas. Fueron aplastados sangrientamente por las tropas del gobierno de la burguesía.
En 1850, después de la muerte de su abuelo, Luisa inició sus estudios para maestra.

EDUCADORA

Luisa se tituló como profesora. Se negó a prestar juramento ante Napoleón III. Esto le impidió ejercer en la enseñanza pública. Entre 1852 y 1855 abrió escuelas en tres ciudades del departamento de Haute-Marne, en las que practicó una enseñanza basada en los ideales republicanos. En 1856 se trasladó a París, donde se dedicó a la educación durante quince años. Abrió una escuela en 1865 y otra en 1868. Apoyó todas las iniciativas progresistas, como por ejemplo, la creación de escuelas profesionales y orfanatos laicos.

Le interesaba la literatura. Escribió algunos libros, entre ellos uno de poemas, que firmó con el seudónimo “Eljolras”. Conoció a Víctor Hugo, una de las personalidades más famosas e respetadas de la época, con quien mantuvo una correspondencia entre 1850 a 1879.

REVOLUCIONARIA

Tomó contacto con los círculos revolucionarios, donde trabó amistad con Jules Vallés, Eugène Varlin, Raoul Rigault, Emile Eades. Fue colaboradora habitual de los periódicos de la oposición, como “El grito del pueblo”.

En 1862, se hizo socia de la “Unión de los poetas” En 1869 fue elegida secretaria de la “Sociedad Democrática de la Moralización”, cuya finalidad era ayudar a las obreras. Por entonces simpatizaba con el movimiento revolucionario fundado por el republicano socialista Luis A. Blanquier.

Cuando estalló la Revolución Proletaria del 18 de marzo de 1871, Luisa tuvo en ella activa participación y, como hemos ya visto, también en la proclamación de la Comuna de París.

LA SEMANA DE MAYO

El 21 de mayo de 1871, las tropas de Thiers, con apoyo de los invasores prusianos, lanzaron el asalto general. Un traidor les había revelado el punto débil de la defensa. Por ahí irrumpieron.
Una lucha encarnizada, terrible, se libró en las calles de París. Ese episodio pasó a la historia como la Semana de Mayo.

Luisa Michelle se unió, como muchas otras mujeres, a los obreros defendiendo la Comuna de París, ese poder obrero que se alzaba por vez primera sobre la faz de la tierra.

COMBATIERON DIEZ MIL MUJERES

Luisa Michelle, fusil en mano, encabezó un batallón de mujeres. En las barricadas tomaron parte cerca de diez mil mujeres obreras, socorriendo a los heridos, levantando trincheras y luchando en ellas.
Se combatía contra fuerzas muy superiores. Los comuneros defendían cada barrio proletario, cada casa.

En sus memorias Luisa Michelle relató los últimos combates que libraron 200 comuneros en el Cementerio Père Lachaise: “Un puñado de valientes lucha en el cementerio contra un ejército entero. Se combate entre las tumbas, en las zanjas y en el interior de las bóvedas; se combate cuerpo a cuerpo, con sables, con bayonetas, a culatazos; muchísimo más numerosos, mejor armados, con sus fuerzas frescas reservadas para la represión en París, los versalleses masacran implacablemente a los valientes… Al caer la noche, un grupo de sobrevivientes de los heroicos defensores de París fue cercado y fusilado junto a los muros del cementerio”.

(Ese muro, llamado “Muro de los Federados” es un lugar donde culminan las marchas de los trabajadores de París. Incluso, durante la ocupación nazi, a pesar de la estricta vigilancia ejercida por los soldados alemanes, cada mayo aparecían flores rojas en ese lugar. Fue un símbolo de la resistencia).

LA DERROTA

El 28 de mayo de 1871 cayó la última barricada levantada en el barrio proletario, en la calle de Ramponeau. Cayeron los últimos heroicos combatientes, defendiendo el primer Estado obrero de la historia. Murieron gritando: ¡Viva la Comuna de París!
La contrarrevolución había triunfado.

Lo del 28 de mayo fue sólo el inicio de la feroz matanza de los obreros parisinos. Treinta y seis mil comuneros fueron masacrados, Más de cuarenta mil arrojados a prisión y deportadas a lejanas colonias, condenados a trabajos forzados. Entre estos últimos estaba Luisa Michelle.

Le habían seguido un juicio, iniciado en diciembre de 1871. En él no se defendió. Reconoció la responsabilidad por todas sus acciones. Con audacia y orgullo planteó los objetivos de la revolución social. Dijo: “Ya que parece que un corazón que late por la libertad tiene derecho sólo a una pequeña bala de plomo, exijo mi parte. ¡Si no sois cobardes, matadme!”

DESTERRADA

Más tarde, desde la cárcel, le escribió al general Appert, que encabezaba los procesos: “Si usted no quiere pasar por las formalidades legales, usted ya conoce bastante sobre mí para fusilarme. Estoy lista y el llano de Satory está cercano. Usted y todos sus cómplices saben muy bien que si salgo viva de aquí yo voy a vengar a los mártires. ¡Viva la Comuna!”

Hacia junio de 1872 habían sido procesados 32.905 comuneros y Luisa Michelle observó que no condenaron a muerte a ninguna de las mujeres más valientes que se distinguieron en la lucha por la Comuna, con el fin de cuidar la imagen de la contrarrevolución.
La condenaron a 15 años de trabajos forzados en Nueva Caledonia (territorio de ultramar de Francia, ubicada en el océano Pacífico al Este de Australia). Intentó escapar, sin éxito, un par de veces.

RETORNA A LA PATRIA

Amnistiada al cabo de 9 años, regresó a París convertida en una revolucionaria convencida. Fue recibida con un masivo acto de bienvenida por el pueblo parisino.

Efectuó una gira dictando conferencias por toda Francia, Bélgica e Inglaterra. Fue condenada en varias ocasiones a diversas penas de prisión. En una oportunidad se dictó la pena de un nuevo confinamiento. Pero no se llevó a cabo. Los multitudinarios funerales de su madre, donde concurrieron muchos grupos revolucionarios, hicieron retroceder a las autoridades reaccionarias.
En 1890 se exilió en Inglaterra, regresando a su patria en 1895.

UNA IMPRESCINDIBLE

En 1898 escribió “Memorias de la Comuna”. En ellas señaló: “La revolución es aterradora, pero su objetivo es ganar la felicidad para la humanidad. Tiene combatientes intrépidos, luchadores sin piedad, y los necesita. La Revolución saca a la humanidad de un mar de fango y sangre, y el océano en el cual miles de personas desconocidas viven como festín para tiburones, y si la revolución debe causar dolor para alcanzar su victoria, es necesario.

“Cuando llegue la Revolución, tú y yo y toda la humanidad seremos transformados. Todo cambiará y mejores tiempos tendrán los gozos que la gente de hoy no puede comprender. Los sentimientos por el arte y la libertad seguramente se harán mayores, y la cosecha de ese desarrollo será maravillosa. Más allá de este tiempo pasado vendrá un día en el que la humanidad libre y consciente de su poder ya no torturará hombre o bestia. La esperanza vale todo el sufrimiento que sentimos cuando pasamos los horrores de la vida”.

Luisa Michelle continuó inalterable con su labor revolucionaria hasta el final de sus días. Murió de pulmonía en 1905 en el Hotel Oasis de Marsella. Miles de personas participaron en sus funerales efectuados en París.

Fue, al decir de Bertolt Brecht, una imprescindible: luchó toda la vida.

LEGADOS INMORTALES DE LA SEMANA DE MAYO

La reacción aplastó en un terrible baño de sangre a aquellos que pretendieron tomar el cielo por asalto. Pero, su ejemplo inspiró muchos episodios de la historia mundial y seguirá inspirando a todos los que quieren cambiar el mundo de fase.

De los hechos históricos en la semana sangrienta nacieron para la humanidad los dos grandes símbolos del movimiento obrero mundial: la bandera roja, reseña oficial de los comuneros franceses y el himno por excelencia del movimiento obrero “La Internacional”, nacido al calor de la primera Asociación Internacional de Trabajadores, establecida por Marx y Engels unos años antes, que fue escrito por el poeta y revolucionario francés Eugéne Pottier durante los días de la Comuna.

LOS ECOS EN CHILE

El periódico chileno, “El Proletario”, de Tocopilla, fundado por Recabarren, publicó con fecha 24 de enero de 1905 un homenaje a Luisa Michelle, con motivo de su fallecimiento ocurrido el 10 de enero de 1905. Allí se decía:

“Luisa Michelle, profesora parisina, militante ardorosa de la Asociación por los Derechos de la Mujer, se une, como muchas otras mujeres, a los obreros que luchan contra la dictadura militar del Segundo Imperio. Combate en defensa de la Comuna de París en 1871. Derrotada la Comuna, es condenada a 15 años de trabajos forzados en Nueva Caledonia. Amnistiada al cabo de 9 años, regresa a París ya convertida en socialista convencida. Escribe y defiende los derechos del socialismo y de la mujer, lo que le reporta varias condenas y prisión”.

En este mismo periódico, en su edición del 18 de marzo de 1905, Luis Emilio Recabarren escribió sobre la Comuna de París. En parte señalaba:

“Los sublevados de París que al grito de la ‘Comunne’ (Comuna) quisieron derribar la opresión burguesa, cayeron asesinados por millares… La ‘Comunne’ proclamaba lo que llevamos como un programa en nuestros corazones los que nos llamados hombres libres; proclamaba el trabajo para todos como una necesidad para la salud física, la producción y el consumo en común y el libre cambio por la acción libre de los hombres…”

“El Despertar de los Trabajadores” de Iquique, de fecha 22 de julio de 1916, informaba sobre la fundación en ese puerto del “Centro Instructivo de Obreras Librepensadoras Luisa Michelle”.

Camilo Henríquez, un fraile patriota

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Conocemos la importancia de Camilo Henríquez
en la creación del periodismo nacional. A través
de ‘La Aurora de Chile’ dio más amplia
divulgación a sus ideas libertarias. Pero no era
sólo una especie de activista de la Independencia,
sino un hombre de amplia y seria cultura”.
(Agustín Letelier: “Historia de la Literatura
Chilena”).

Camilo Henríquez falleció en Santiago, el 16 de marzo de 1825, a los 56 años de edad, pobre, casi en la miseria, en una casa de la calle Teatinos Nº 33. Abandonado en sus últimos días, sin embargo sus funerales se realizaron en medio de un duelo nacional dispuesto por el Gobierno y el Parlamento. Concurrieron todos los parlamentarios y muchas autoridades públicas. Hubo luto riguroso por tres días. En su honor se dispararon salvas desde el Cerro Santa Lucia. Sólo pólvora.

(Sobre el día de su muerte se dan tres fechas distintas: 16 de marzo de 1825; 16 de mayo de 1825 y 17 de mayo de 1824. Nos quedamos con la primera).

EL PAPADO ESTUVO CONTRA LA INDEPENDENCIA

Cada 18 de septiembre, la Iglesia Católica chilena celebra el Te Deum, ceremonia en que da gracias a Dios por la emancipación de Chile. Es un acto pleno de cinismo, porque la Iglesia Católica estuvo en contra de la Independencia de las colonias españolas de América. Dos representantes de Dios en la tierra, los Papas Pío VII (con la Encíclica del 30 de enero de 18169 y León XII (con la Encíclica de fecha 24 de septiembre de 1824), estuvieron contra el proceso libertador y condenaron las acciones de los patriotas.

SACERDOTES POR LA EMANCIPACIÓN

La inmensa mayoría del clero siguió la orientación reaccionaria del Papado. Hubo, sin embargo, una valerosa minoría que se pronunció y actuó a favor de la emancipación de las colonias. Sobresalieron los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos, en México; en Venezuela, el canónigo chileno José Cortés de Madariaga; en Cuba, Félix Varela; en Argentina, el Dean Funes y muchos otros.

En Chile, el más destacado fue Camilo Henríquez, el fraile de la Buena Muerte. Pero no el único. Se recuerda, además, a Antonio Orihuela, Rosauro Salas, Joaquín de la Jaraquemada, Ignacio Cienfuegos, Juan Fariñas, Bartolomé Reyes, Miguel Ovalle, Joaquín Larraín, Rosauro Acuña y Vicente Cantos. De los 190 sacerdotes seculares de la Diócesis de Santiago, sólo 22 eran patriotas. De los 500 miembros del clero secular no pasaban de 70 los revolucionarios. Por tanto, sobre el 80% del clero actuó contra la Independencia de Chile.

El historiador Hernán Ramírez Necochea señala que “durante las campañas militares de la Patria Vieja, fueron muchos los ministros de Dios que con armas de fuego en la mano, lucharon contra los ejércitos nacionales. Una buena cantidad pudo ser apresada y expulsada del país”.

EN LAS GARRAS DE LA INQUISICIÓN

Camilo Henríquez González, nació en Valdivia el 20 de julio de 1769. Sus padres fueron Félix Henríquez y Rosa González. Tuvo una hermana y dos hermanos. Uno de ellos, José Manuel, cayó combatiendo en una barricada patriota en la Plaza de Rancagua, a comienzos de octubre de 1814.

La familia de Camilo se trasladó a Santiago cuando éste tenía 9 años de edad. A los 15, se le envió a Lima para proseguir estudios. Ingresó al Colegio de los frailes de la Buena Muerte (esa Congregación estaba encargada de atender a los moribundos pobres) y profesó esa Orden, siendo ordenado sacerdote el 28 de enero de 1790, poco antes de cumplir los 21 años.

En tres ocasiones –en 1796, 1802 y 1809- la Inquisición o “Santo Oficio” le procesó bajo la acusación de “tener libros prohibidos y consagrarse a la lectura de los filósofos franceses”. Ya en el primer juicio quedó en claro que Camilo Henríquez había leído el Contrato Social de Rousseau. La Inquisición no se equivocaba. El fraile patriota había leído y hechos suyos los postulados libertarios de los pensadores revolucionarios burgueses del siglo XVIII. Fue condenado a la cárcel en Lima. Una vez liberado, la Orden lo envió a Quito, pero al pasar por Valparaíso, optó por quedarse en Chile.

PROCLAMA LIBERTARIA

Se entregó de inmediato a la lucha emancipadora. Escribió la Proclama de Quirino Lemáchez (anagrama de su nombre), que comenzó a circular el 6 de enero de 1811. Su objetivo era promover la elección de diputados al Primer Congreso Nacional. En este documento, Camilo Henríquez planteaba que debía ser elegido como diputado “el hombre virtuoso, el ilustrado patriota, el que más haya contribuido a romper las cadenas de la esclavitud, éste es el que conoce mejor los derechos del hombre, el que quiere conservarlos, el que está animado del espíritu público y el que merece la confianza de todos los hombres”.

Esta fue el inicio de su valiosa labor como ideólogo de la emancipación chilena, uno de los escasos pensadores que se dedicaron a teorizar sobre el nuevo régimen. Empezaba a hacer de su pluma una espada libertaria.

DIPUTADO PATRIOTA

Resultó elegido diputado suplente del Primer Congreso Nacional, por la circunscripción de Puchacay. En la ceremonia en que se instaló este Parlamento, le correspondió pronunciar el sermón inaugural, en una misa oficiada en la Catedral, el 4 de julio de 1811. En parte de su alocución, señaló: “Como la autoridad pública se ejerce sobre hombres libres por naturaleza, los derechos de la soberanía, para ser legítimos, han de fundarse sobre el consentimiento libre de los pueblos”.

En 1812 escribió “El catecismo de los patriotas”, donde realizó una vigorosa defensa de la libertad y de la razón frente despotismo, la superstición y la ignorancia.

PADRE DEL PERIODISMO REVOLUCIONARIO

La Junta de Gobierno, formada por Carrera, Cerda y Manso, lo designó el 16 de enero de 1812, redactor de La Aurora de Chile. El primer número apareció el 13 de febrero de ese año. Inició así su brillante obra como periodista de combate. Creó o impulsó más de doce publicaciones y escribió en todo periódico que aceptara sus colaboraciones. Su débil salud no fue obstáculo para que derrochara energía en la prensa patriota.

En el Nº 29 de La Aurora, de fecha 27 de agosto de 1812, Henríquez proclamó la tarea que se había echado sobre los hombros: “Mi alma detesta la tiranía y se esforzó por trasladar a las vuestras este odio implacable; la alienta el amor de la libertad y de la gloria, y no omitió medio alguno para despertar en vuestros pechos esta pasión sublime, fecunda en acciones ilustres y tan necesaria para regenerar a los pueblos y elevar a los Estados… Emprendí el arduo designio de la ilustración pública, descendí al campo peligroso, combatí las preocupaciones, os hablé de vuestros intereses, de vuestra dignidad. He trabajado solo, solo me he expuesto al odio de la tiranía y del error”.

POR LA LIBERTAD DE PRENSA

Las fervientes proclamas de Camilo Henríquez por una total emancipación de España, sus ataques a lo que estuvieron con el viejo régimen, su particular manera de enfocar los asuntos religiosos, molestaron a los vacilantes y monárquicos que aún tenían influencia. Ello explica que en agosto de 1812, la Junta de Gobierno compuesta por Prado, Carrera y Portales, decretara la censura de La Aurora en materias religiosas. La que se amplió a todo tipo de temas el 12 de octubre.

 

Sin aviso previo ni explicación alguna, La Aurora dejó de circular apartir del 1º de abril de 1813. Cinco días después apareció su sucesor, El Monitor Araucano, también dirigido por Camilo Henríquez.

Fue senador entre 1812 y 1814, presidiendo el Senado en 1813. No es casual, por tanto, que el 23 de junio de 1813 esa Cámara estableciera la libertad de imprenta, aunque dejó la censura previa para los escritos religiosos. Este paso, aunque parcial, fue fruto de la acción del padre del periodismo chileno, que mostró gran lucidez al luchar por la libertad de prensa.

CREADOR DEL TEATRO COMPROMETIDO

Con fecha 10 de septiembre de 1812, había escrito: “Yo considero el teatro únicamente como una gran escuela pública; y bajo este aspecto es innegable que la musa dramática es un gran instrumento en manos de la política”. Ese año había escrito un drama que tituló “La procesión de los Tontos”. En esto de dar importancia al teatro como medio de educar, se hermana con el obrero tipógrafo, que un siglo después sería el promotor del teatro revolucionario.

IMPULSOR DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Camilo Henríquez dedicó especial atención a la educación. En noviembre de 1811 elaboró un plan de estudios con el objeto de organizar la enseñanza pública. Fue el primer esbozo de lo que sería el Instituto Nacional. Por esa época, la educación era monopolio de la Iglesia.

Una vez que asumió Bernardo O’Higgins como Director Supremo en febrero de 1817, éste realizó grandes esfuerzos por contar con el aporte del fraile patriota, aunque éste había sido un decidido partidario de los Carrera. Camilo Henríquez aceptó y jugó un notable rol en el desarrollo de la educación fiscal. Por entonces se crearon las primeras escuelas públicas y se fundó el Liceo de La Serena. Para paliar la carencia de profesores, se adoptó el sistema lancasteriano, en el que los alumnos más aventajados hacían el papel de monitores, ayudando a sus compañeros.

MURIÓ POBRE Y ABANDONADO

Derrocado O’Higgins en enero de 1823, Camilo Henríquez continuó actuando en política. Ese año fue elegido diputado suplente por Chiloé y Copiapó; en 1824, diputado titular por Copiapó.
Falleció en Santiago el. 16 de marzo de 1825.

El primer artículo de Luis Emilio Recabarren

(PERIÓDICO “LA TARDE”, SANTIAGO, 15 DE MARZO DE 1898)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“CARTA A DIRECTOR DIARIO LA TARDE…

Santiago, marzo 11 de 1898. Señor Director de la Tarde.

He leído con detención casi todos los artículos que han aparecido en su respetable diario, sobre el socialismo, y principalmente el de hoy, y he visto con sorpresa que en dos de esos artículos se hayan preocupado de Luis Olea (*).

Creo que usted no ha tratado de averiguar quién es Luis Olea, y de ahí, que usted se preocupa tanto de él y que cree que es un peligro para las clases trabajadoras de mi país.

Luis Olea no tiene influencia entre los obreros, y sus ideas no surgen entre éstos. Los que de primera lo conocen, muy luego se desilusionan y todos lo consideran como un loco.

Varias de las corporaciones socialistas que figuran, no cuentan con más adherentes o fundadores que él. El solo hace aparecer agrupaciones socialistas y convoca a reuniones que las constituye solamente él.

Esto es divertido. Todo el socialismo exaltado que parece hay en Chile lo constituye solamente él, porque casi nadie se adhiere a las ideas por el sustentadas. Para él no hay afecciones de esposa, madre, hija o hermana. Nada. Es un parásito. Vive sin afecciones de ninguna especie.

Yo, señor Director, y junto conmigo hay muchos que simpatizamos con el socialismo. Pero con el socialismo bien entendido. Pensamos en que pueden hacerse transformaciones sociales, en la igualdad humana, en la desaparición de las injusticias, en el alivio de las clases proletarias, en la nivelación relativa de las fortunas, en la disminución de las grandes riquezas que deben contraerse al desarrollo social. Y en fin, de tantos otros medios que hay para igualar las condiciones sociales.

Somos socialistas en este sentido y creo que no somos una amenaza para la humanidad, porque no somos como Olea, destructores, porque no empuñamos el puñal para clavarlo al corazón de nuestros padres, esposas o hijos, ni encendemos la tea para quemar sus cadáveres y después sus hogares.

No. Eso no tiene nombre.

No merece calificativos.

Nosotros clamamos justicia.

Nosotros pedimos instrucción para el pueblo, como medio de emancipación social. La instrucción general y obligatoria en el pueblo, traería, con el transcurso de los años, una transformación social en beneficio directo para el pueblo.

El trabajo incesante para combatir la embriaguez y el juego, acarrearía magníficos resultados.

La propaganda en este sentido es sana.

Luis Olea no piensa que el obrero que gana 20 o 30 pesos por semana y lo deja entre sábado o domingo en poder del tabernero, no podrá así jamás, salir de la inmundicia y de la miseria, y así gritarán siempre la desigualdad de las fortunas.

Y así hay muchos que botan el dinero y lo desperdician, y pretenden tener lo mismo que el obrero que ahorca.

Así es Luis Olea.

Habiéndolo tratado varias veces, creo cumplir con un deber el dirigirle la presente, para darle a conocer quién es él, entre los obreros.

En la campaña electoral última fue candidato independiente para municipal por la octava comuna, pretendiendo el triunfo para ir a sustentar sus ideas de destrucción al municipio.

Después de su derrota, se ha hecho más socialista que lo que era.
Por fin, señor Director, por la presente he pretendido sólo disipar los temores que se abrigan respecto de la propaganda que pueda hacer Olea. Al menos, a mi juicio, es así como se lo he expresado.

Soy de usted, señor Director.

Luis E. Recabarren S.

Tipógrafo”

(*) Luis Olea, dirigente anarquista.

José Miguel Varas

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El sábado 29 de enero de 2011 recibí un correo que tenía por asunto: “Detalle” y que decía:

“Estimado compañero:

Acabo de leer con gran interés la excelente síntesis biográfica de Volodia que recibí por esta vía. Todo está muy bien.

Sólo quiero señalarte un detalle, un aspecto en que hay un error histórico. Volodia nunca fue detenido durante el régimen de González Videla, período en el que permaneció trabajando activamente en el Partido en total clandestinidad. Pero no fue enviado a Pisagua.

Si estuvo detenido en el campo de prisioneros de Pisagua durante el gobierno de Carlos Ibáñez (1953-1958), en el año 1956.
Me pareció necesario hacer esta precisión.

Saludos cordiales

José Miguel Varas”.

Esta nota, aludiendo a uno de mis artículos que recibía regularmente a través del Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos del CEILER, muestra a José Miguel Varas tal como era.

Lo había conocido cuando de vuelta del retorno, me establecí en Ñuñoa. En el 2003 siendo miembro del secretariado del Comunal Ñuñoa y no conociendo aún personalmente al compañero José Miguel Varas y sabiendo que tenía ciertas reservas con el Partido, en el que ya no militaba, me atreví a invitarle a un acto sobre Pablo Neruda que realizaríamos en el salón Multiuso de Ñuñoa a mediados de noviembre de ese año. Aceptó de inmediato. Recuerdo que antes de iniciar su brillante exposición, me dijo –medio en broma, medio en serio- tal vez digo algunas cosas que a lo mejor no te gustan.

Posteriormente, el entonces Centro de Extensión Luis Emilio Recabarren (una especie de prehistoria del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER) programó un panel para el jueves 22 de enero de 2004, en el Museo Histórico Benjamín Vicuña Mackenna, en homenaje a tres dirigentes comunistas: Ricardo Fonseca, José Pino y Juan Chacón Corona. Invité para que expusiera sobre este último, al compañero José Miguel Varas.  Aceptó. Los otros panelistas fueron Hernán Soto y Mireya Baltra. Al final del evento cantamos La Internacional. Entonces vi a José Miguel entonando el himno de los trabajadores del mundo.

¿QUIÉN ES JOSÉ MIGUEL VARAS?

José Miguel Varas Morel nació en Santiago el 12 de marzo de 1928. Hijo del militar y escritor José Miguel Varas Calvo y de Elvira Morel Hesketh, quienes tuvieron luego otros tres hijos: Elvira, Inés y Carlos Antonio.

Estudió las humanidades en el Instituto Nacional, con excepción del 4º año que lo realizó en Punta Arenas, a donde su padre había sido destinado. Fue en esa austral ciudad donde comenzó a escribir cuando tenía 13 años de edad.

CAHUÍN

En 1946 ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Leyes. Entonces trabajaba por las tardes en una Compañía de Seguros y por la noche en una radio. Por entonces, cuando tenía 18 años de edad, publicó su primer libro, “Cahuín”,

En 1948 pasó al Instituto Pedagógico donde permaneció un año. Asistía como alumno libre a clases de Literatura y Filosofía. En 1950 apareció su segundo libro ‘Sucede’.

También en ese año contrajo matrimonio con Iris Largo Farías. Tuvieron cinco hijos.

Trabajó como locutor en varias radioemisoras de Santiago; y como periodista en la revista Vistazo, en 1952, y en el diario ‘El Siglo’, en los años 1953 a 1957. En 1958 regresó a Punta Arenas para encabezar la radio ‘La Voz del Sur’.

MILITANTE COMUNISTA

Miembro del Partido Comunista, en 1959 viajo a Praga, donde trabajó dos años y medio en la emisión en español de la Radio Checoslovaca.

Regresó a Chile en 1961. Ese año fue nombrado director de El Siglo.
En 1963 fue editada su novela “Porai”. En 1967 entró a laborar como locutor en Radio Magallanes de Santiago.

En 1968 publicó “Chacón”, biografía del dirigente comunista Juan Chacón Corona. En 1969 apareció su libro ‘Lugares Comunes’, que contiene 13 cuentos.

Durante el gobierno popular presidido por Salvador Allende, fue nombrado jefe de prensa de Televisión Nacional de Chile.

”ESCUCHA CHILE”

Después del golpe fascista de 1973 partió al exilio. Instalado en Moscú, fue el alma del programa ¡Escucha Chile! entre 1974 y 1988, que transmitía Radio Moscú. El programa denunciaba los abusos de la dictadura de Pinochet, obtenía con frecuencia información exclusiva de Chile y rompía la censura. Oír la transmisión en esos años era motivo más que suficiente para ser detenido .La voz de José Miguel Varas fue una de las más conocidas del país. También colaboró en la Revista Araucaria de Chile.

RETORNA A LA PATRIA

Luego de 17 años de exilio, regresó a su patria, donde comenzó a publicar numerosos libros tan notables como “Las pantuflas de Stalin”, en 1990; “El correo de Bagdad”, en 1991; “La novela de Galvarino y Elena”, en 1995; “Cuentos Completos”, en 2001; “Milico”, “Conducta de un gato”, en 2007; “La Guachita”, que contiene 13 cuentos, “La Dama del balcón y otros cuentos” en 2009; y “Los tenaces”, crónicas y entrevistas, su última obra, en 2010.

Transmitió en cada uno de sus textos un conocimiento profundo de la naturaleza humana, a la cual miró con piedad pero también con el humor fino que le era característico.

José Miguel Varas, con su esposa Iris Largo Farías y Luis Corvalán Lépez.

DISTINCIONES

José Miguel Varas recibió numerosos Premios y Distinciones:
Premio Municipal de Santiago 1964;
Premio Municipal de Santiago 1997;
Premio del Consejo del Libro 2001;
Premio del Círculo de Críticos de Arte de Chile;
Premio Altazor 2002
Premio Nacional de Literatura 2006;
Premio Municipal de Santiago 2007;
Premio Marta Brunet 2007;
Medalla Pushkin (Rusia) 2007;
Premio Altazor 2008; y
Premio Altazor 2010.

“MILICO”

Milico, la obra de José Miguel Varas, publicada en año 2007, es quizás la novela del golpe fascista del 11 de septiembre de 1973. Generosa, abre los brazos a los personajes más dispares, a los ambientes más contrastados –militares y barberos, periodistas y campesinos, hombres y mujeres–.

Muestra las contradicciones de sus personajes. Desde el milico a la antigua, forjado en la obediencia, que desacata una orden bajo el gobierno de Ibáñez, hasta el verdugo uniformado de los 70 que cree obrar por una sociedad más civilizada; desde el hijo de caballero que deviene en militante comunista hasta la madre que abandona al hijo por otra lealtad más fuerte.

VIERNES 23 DE SEPTIEMBRE DE 2011

José Miguel Varas Morel falleció a la edad de 83 años, en su casa de Ñuñoa, el viernes 23 de septiembre del 2011. Su deceso se produjo el mismo día en que había fallecido su amigo Pablo Neruda 38 años antes y a quien le dedicó uno de sus mejores libros, “Neruda Clandestino”, publicado en 2003.

Un tal Matías, rabiósamente anticomunista

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El PDC ha tenido y tiene dos alas principales. Una representa los intereses populares. Otra, los de la burguesía explotadora. Es y ha sido un partido pluriclasista. Es como el antiguo dios Jano de la mitología romana, tiene dos caras.

En su historia, la Democracia Cristiana ha sufrido desgajes. De ella se fueron los del MAPU y los de Izquierda Cristiana. Últimamente renunció un grupúsculo de lo más reaccionario que existía en su seno. Pero no salieron todos. Otros se quedaron para continuar su labor antiunitaria y anticomunista desde adentro. Entre ellos está un tal Matías.

Este Matías es un “viejo”(en el sentido dialéctico del concepto) de 45 años, diputado demócrata-cristiano por el Distrito 8, Región de Coquimbo, fue timonel interino de su partido. Es un típico representante de los intereses de la burguesía. Rabiosamente anticomunista (enfermedad crónica de los Walker).

A poco de iniciarse el gobierno de la derecha, cuando es una necesidad imperiosa la unidad de las fuerzas progresistas, este diputado nacido en 1973, sacó la voz a través de las ondas de radio Cooperativa para manifestar que la Democracia Cristiana tiene “absolutamente descartado” conformar una nueva coalición con el Partido Comunista. Sostuvo que: “Si el Partido Comunista no tiene la misma concepción de defensa de la democracia, de los derechos humanos en cualquier parte del mundo, es prácticamente imposible hacer una nueva coalición con ellos”.

Como para este Matías le fue imposible encontrar (porque realmente no existe) un solo caso en que los comunistas chilenos han participado en un acto contra los derechos humanos o la democracia en la historia de nuestro país (como lo hizo su partido en 1973), debió recurrir mañosamente a lo internacional. Para ello se basó en la propaganda negra del imperialismo contra Venezuela. Al respecto afirmó que a diferencia de la Cancillería y La Moneda, el PC “se mantiene aislado en una postura obsecuente con una dictadura que tiene condenado a la miseria y a la corrupción a su pueblo”. Agregó que “ellos legitiman y justifican una serie de dictaduras, entre ellas la de Maduro en Venezuela; entonces, formar coaliciones políticas con el Partido Comunista, de ninguna manera. Yo lo descarto absolutamente”.

Es una falacia la argumentación del tal Matías. ¿Qué alianza podrían hacer los comunistas con la DC chilena si pusieran en un primer plano su posición frente a sus congéneres tan reaccionarios como la DC alemana?

Es de esperar que el sector progresista de la DC se imponga, como lo hizo encabezado por el consecuente Radomiro Tomic en 1970, y contribuya a la unidad de las fuerzas democráticas, entre ellas el Partido Comunista.

16 de Abril de 2015/VALPARAISO
Los Parlamentarios DC Patricio Vallespin , Ivan Fuentes y Matias Walker antes de la conferencia de prensa donde presentaron el proyecto de Ley que otorga un permiso laboral de siete días corridos a trabajadores que quieran ir en ayuda a los familiares e caso de catástrofe.
FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI /AGENCIAUNO