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El Internacionalista Juan Vargas Puebla

Iván Ljubetic

Juan Vargas Puebla nació hace 110 años en La Serena, el 8 de agosto de 1908. A los 14 años comenzó a trabajar como obrero.

Fue dirigente de la FOCH, Estuvo entre los fundadores del Sindicato de Estucadores, de la Federación de la Construcción, de la CTCH y de la CUT. En las tres centrales fue consejero nacional.

Ingresó a las filas del Partido Comunista en 1932. Fue miembro del Comité Central, de su Comisión Política y de su secretariado.

Es uno de los oradores más brillantes de la historia de Chile.

Fue regidor por Valparaíso entre 1938 y 1941; diputado ente 1945 y 1949: regidor por Santiago entre 1967 y 1971.

Después del golpe de 1973 debió salir al exilio. Estuvo en Argentina, República Democrática Alemana, Bulgaria y México. En este último país, donde residió los últimos 15 años de su existencia, fue asesinado el 21 de enero de 1992.

Reconoció a Recabarren como su maestro. Y hay notoria similitud entre la vida y la obra de ambos. Los dos dedicaron sus mejores esfuerzos a la unidad, organización y educación de los trabajadores chilenos.

Juan Vargas Puebla fue un consecuente internacionalista. Recordemos algunas de sus muchas actividades enarbolando las banderas de la solidaridad internacional.

En “El Siglo”, del sábado 25 de diciembre de 1943, leemos:
“Recientemente se ha celebrado en Colombia el VI Congreso Nacional del Trabajo, en la ciudad de Bucaramanga. A tan importante reunión, llamada a tener amplia repercusión en el movimiento sindical americano, asistió como delegado de la Confederación de Trabajadores de Chile el camarada Juan Vargas Puebla”.

Con fecha 27 de enero de 1944, Juan Vargas Puebla escribió: desde la ciudad colombiana de Buenaventura:

“Con Carlos Godoy Pizarro, en dos o tres días más abandonaremos Colombia con rumbo a México. Nuestra larga estada en este país, después del magnífico Congreso Nacional de la Confederación de Trabajadores de Colombia, se debió al atraso del barco por más de un mes. Este atraso nos ha servido para visitar sus organizaciones sindicales, imponernos de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros y campesinos”.

Menciona diez ciudades que visitaron y explica: “En todas estas localidades hemos dictado conferencias en los Sindicatos o en las salas de los Consejos Municipales. Las autoridades se han hecho presente y nos han brindado toda clase de atenciones. Los trabajadores se han entusiasmado con nuestras experiencias sindicales y políticas, de las que hemos hablado extensamente”.
El martes 28 de marzo de 1944, después de más de tres meses de haber emprendido su gira internacional, regresaron a Santiago, Juan Vargas Puebla y Carlos Godoy, consejeros nacionales de la CTCH. Habían participado en el Congreso de los Trabajadores de Colombia y visitado ese país, para continuar su gira por México, Guatemala, Costa Rica y Panamá.

El viernes 20 de octubre de 1944, Juan Vargas Puebla participó -representando a la CTCH- en la reunión constitutiva de la Comisión de Solidaridad con el pueblo argentino.

El sábado 21, acompañó al Embajador de México, señor Luis Rodríguez, en una visita a la zona de La Calera. Habló en un almuerzo que se ofreció al diplomático en el Club Social de esa localidad y en un mitin en el Teatro del Sindicato Cemento Melón. Relató aspectos de su viaje a México y abogó por el establecimiento de relaciones entre Chile y la Unión Soviética.

El domingo 12 de octubre de 1944 tuvo lugar una concentración en el Teatro Victoria de Valparaíso, en homenaje a la Unión Soviética, donde intervinieron, entre otros, Pablo Neruda, quien recitó su “Canto de Amor a Stalingrado” y Juan Vargas Puebla.

El miércoles 29, de noviembre Juan Vargas Puebla habló por Radio del Pacifico. Su alocución “Aplastar el foco nazi en Argentina para garantizar la libertad de nuestra América”, fue un emotivo llamado a solidarizar con el pueblo argentino.

Pocos días después viajó nuevamente a Colombia. Era uno de los cinco miembros de la delegación de la CTCH designada para participar en el Segundo Congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, en la ciudad de Cali, entre el 10 y el 15 de diciembre de 1944. Asistieron representantes de 13 países del continente.

El 18 de agosto de 1945, la CTCH designó a Juan Vargas Puebla y a otros dos dirigentes como delegados al Congreso Mundial Obrero, a realizarse en París del 25 de septiembre al 8 de octubre de 1945. Debido a la intencionada tramitación por el Consulado de Estados Unidos de las visas de tránsito, los tres consejeros de la CTCH sólo pudieron viajar el domingo 30 de septiembre y llegaron a París cuando ya había finalizado el Congreso Mundial Obrero. Este terminó sus labores el lunes 8 de octubre, habiendo fundado antes la Federación Sindical Mundial.

Sin embargo, los tres dirigentes de la CTCH participaron en el Congreso de la CTAL, que inició sus sesiones el miércoles 10, bajo la presidencia de Vicente Lombardo Toledano. Igualmente tomaron parte en la 27 Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, que se celebró entre el lunes 15 de octubre y el lunes 4 de noviembre de 1945.

Desde París, Juan Vargas Puebla viajó a México, donde permaneció varios meses, colaborando con la Confederación de Trabajadores de México, CTM. Entre sus muchas actividades en ese país, representó a la CTAL en el V Congreso Americano del Magisterio, en cuya sesión inaugural pronunció -según la prensa mexicana- “el mejor y más aplaudido discurso”.

También visitó Estados Unidos, Cuba y Guatemala, aportando con su valiosa experiencia en los movimientos sindicales.
Juan Vargas Puebla fue dirigente de la Confederación de Trabajadores de América Latina, participó en eventos internacionales como representante de la Federación Sindical Mundial. Viajó a Cuba antes y después del triunfo de la Revolución. Visitó la Unión Soviética.

Resulta imposible relatar todas las actividades internacionales que realizó Juan Vargas Puebla, representando a la CTCH, a la Confederación de Trabajadores de América Latina, a la Federación Sindical Mundial y a la CUT.

Para finalizar, recordaremos un episodio que une el ayer con el presente:

El viernes 30 de abril de 1965 Juan Vargas Puebla llegó a Managua, capital de Nicaragua, para participar en el acto del Día Internacional de los Trabajadores, en representación de la CUT. Ese mismo viernes 30 de abril, se reunió con dirigentes sindicales nicaragüenses. En la noche de ese día, estaba ya descansando en el Hotel Estrella, cuando lo detuvieron ocho policías vestidos de civil. Lo llevaron a hablar con ‘el jefe’, pero lo dejan en un calabozo. Protestó airadamente por el atropello. Exigió ponerse en contacto con la Embajada chilena o con los dirigentes sindicales nicaragüenses. Se lo negaron. Fue incomunicado. Lo trataron groseramente.

No pudo asistir al acto del 1º de Mayo. Pero en éste, el dirigente de la Confederación General del Trabajo nicaragüense, Francisco Bravo, denunció su detención, exigiendo su libertad.

Sólo una vez concluido el mitin realizado en la Casa del Obrero de Managua, llevaron a Juan Vargas Puebla ante el “jefe”, el “Mayor Pérez”, con quien tuvo un agrio diálogo. Fue dejado en libertad.
Gobernaba Nicaragua por entonces, el Presidente René Schick Gutiérrez, un títere de los siniestros Somoza, a su vez, títeres del imperialismo estadounidense.

Han pasado 53 años. Hoy, luego de una heroica lucha armada y jornadas electorales, gobierna Nicaragua el pueblo, a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

En 1965, Juan Vargas Puebla fue a entregar la solidaridad de la CUT a los trabajadores nicaragüenses, hoy –no lo dudamos- estaría en la primera línea solidarizando con el pueblo de Nicaragua, que sufre –una vez más- los ataques del imperialismo.

Por ello, el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, decidió unir el homenaje a los 110 años de un recabarrenista, llamado Juan Vargas Puebla, con nuestro irrestricto apoyo al pueblo de Nicaragua.

Nosotros, fieles al legado de Marx y Engels proclamamos: ¡Proletarios de todos los países, uníos!

Consecuentes leninistas, no perdemos la brújula, y tenemos siempre en cuenta que el enemigo principal de los pueblos, es el imperialismo estadounidense.

Y, como leales herederos de Luis Emilio Recabarren, exclamamos con fuerza y decisión:

¡Honor y gloria al recabarrenista Juan Vargas Puebla!
¡Viva el pueblo de Nicaragua!
¡Arriba la solidaridad internacional!

Un santo con los pies en la tierra

Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER

Desde el domingo 23 de octubre del 2005 la Iglesia Católica chilena tiene otro santo: San Alberto Hurtado. Fue canonizado por el Papa Benedicto XVI.

Infancia de Luis Alberto Hurtado Cruchaga

Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, el 22 de enero de 1901, en el seno de una familia aristocrática empobrecida. Vivió sus primeros años en el campo, en un fundo de Casablanca. Tenía cuatro años de edad, cuando falleció su padre, Alberto Larraín. Su madre, Anita Cruchaga, quedó sola, sin dinero y con dos hijos pequeños Alberto y Miguel, su hermano menor. Debieron mudarse a Santiago, a donde unos tíos.

Desde niño Alberto mostró gran generosidad, una profunda solidaridad. Visitaba y ayudaba a los más necesitados.
Gracias a una beca, pudo estudiar en el Colegio San Ignacio de la Compañía de Jesús. Era un buen estudiante, aunque no sobresaliente. En ese establecimiento conoció en 1915 al padre Fernando Vives Solar, su profesor de historia, sacerdote jesuita, que ejerció gran influencia en él.

En 1918 comenzó a estudiar Leyes en la Universidad Católica. Se recibió como abogado en 1923. Ese mismo año, habiendo asegurado la situación económica de su madre, pudo realizar lo que anhelaba desde muy joven: ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán.

Salió al extranjero. Viajó a España. En Barcelona estudió Filosofía, de 1927 a 1931. Luego se dirigió a Bélgica. En la Universidad de Lovaina estudió Teología, entre 1931 y 1935, obteniendo también el doctorado en Psicología y Pedagogía.

Fue igualmente en Bélgica, donde recibió la Ordenación como sacerdote el 24 de agosto de 1933.

Retorna a Chile en 1936

“Al terminar sus estudios -se señala en una página de la Iglesia Católica- después de pasar por numerosos países, empapándose de la rigurosa preparación jesuítica, volvió a Chile. Fue como si aterrizara un ciclón”.

Era enero de 1936. Gobernaba en su segunda administración, Arturo Alessandri Palma. Chile era un país agitado. La gente de izquierda iniciaba conversaciones, que culminarían el 26 de marzo con la constitución del Frente Popular.

También había inquietud en las filas católicas. Sólo dos meses antes, el 12 de octubre de 1935, había tenido lugar una Convención Nacional la Juventud Conservadora. En ella, jóvenes afines a las línea social cristiana, se distanciaron del Partido Conservador y crearon la Falange Nacional. Entre sus fundadores estaban el doctor Eduardo Cruz-Coke Lassabe, Héctor Rodríguez de la Sota, Eduardo Frei Montalva, Horacio Walker Martínez, Bernardo Leighton Guzmán, Ricardo Boizard Bastidas, Radomiro Tomic Romero y Manuel Blanco Valverde.

Al parecer, el Padre Hurtado no se dio por enterado de ello. Estaba dedicado a hacer clases de religión en el Colegio San Ignacio. Donde hubo preocupación fue en la jerarquía de la Iglesia. Dos obispos, Augusto Salinas y Gilberto Fuenzalida, escribieron al Vaticano solicitando que se sancionara a la Falange, porque -en su opinión- los católicos chilenos sólo debían votar por el Partido Conservador. El Vaticano respondió que no. La nota enviada desde Roma estaba firmada por el Cardenal Eugenio Pacelli, el futuro Papa Pío XII.

¿Es Chile un país católico?

Con este título escribió el Padre Hurtado un libro publicado por Editorial Splendor, de Santiago. Tenía 186 páginas, que causaron polémica e indignación en las clases dominantes. Apareció en 1941, con prólogo del obispo monseñor Augusto Salinas, el mismo que había escrito al Vaticano pidiendo las penas del infierno para la Falange Nacional.

Por entonces, había triunfado el Frente Popular en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938 y el 24 de diciembre de ese año se inició el progresista gobierno de Pedro Aguirre Cerda. En la campaña electoral, los partidos Conservador, Liberal y Demócrata levantaron la candidatura del reaccionario Gustavo Ross Santa María, llamado “el último pirata del Pacífico”. En cambio, la Falange Nacional había adherido al abanderado del Frente Popular.
En su obra “¿Es Chile un país católico?”, el padre Hurtado hizo una larga introducción refiriéndose a la situación del catolicismo en el mundo. Habló de sus retrocesos y también de sus avances.
Tenía un marcado anticomunismo. Escribió: “Las doctrinas de Marx han recibido innumerables adherentes durante el último siglo” (Página 20), pero agrega más adelante: “El pueblo está más cerca de volver a Cristo después de haberse desengañado del ideal comunista”. (Página 22)

Arremetió contra los intelectuales progresistas: “Bernard Shaw, Herbert Wells y Bertrand Russel, tres formidables enemigos del Cristianismo, han moldeado el alma de los ingleses más que todos los eclesiásticos juntos” (Página 25)

“Las miserias de nuestro pueblo”

Así tituló el Padre Hurtado el primer capítulo dedicado a Chile. En él afirmó: “El más aparente de nuestros problemas es el de la miseria de nuestro pueblo, que tiene como primera causa la falta de educación, más otros factores de orden moral y económico”. Agregando: “No podemos en Chile obtener reforma alguna sin dar antes solución al problema de la ignorancia y falta de educación de nuestro pueblo. Graves son los problemas de salario, los problemas políticos, la lucha de clases tan apasionada durante estos últimos años, pero todos ellos encierran la más profunda de sus raíces en la falta de una verdadera cultura de nuestro pueblo”. (Página 51).

Luis Alberto Hurtado
Luis Emilio Recabarren

Interesante. Se puede marcar un paralelo entre el pensamiento de Luis Emilio Recabarren y el del jesuita. Ambos plantearon la necesidad de educar a los trabajadores. Recabarren para crear en ellos conciencia de clase y transformarlos en una fuerza capaz de producir el cambio del capitalismo por una sociedad mejor. El padre Hurtado, para capacitarlos a resolver sus problemas más urgentes, pero dentro del régimen de explotación del hombre por el hombre. El padre Hurtado repetía insistentemente: “Acabar con la miseria es imposible, pero luchar contra ella, es deber sagrado”.

Resulta también de enorme interés que el sacerdote reconozca la existencia de la lucha de clases, concepto que hasta hoy niegan no sólo las clases dominantes, sino que incluso algunos que se autodefinen como “izquierdistas”.

Pobres y ricos

En el capítulo “El problema económico del pobre”, escribió: “La miseria en que vive nuestro pueblo es grande. Los salarios no bastan para llenar en muchas industrias y zonas agrícolas las necesidades de un individuo, menos de una familia, en forma humana” (Página 62). Señaló que no le alcanza para alimentarse, menos para vestuario, medicinas y de las entretenciones ni hablar.
Comparó esta existencia miserable con la vida de los ricos, afirmando: “Con lo que gastan las mujeres en cosméticos y los hombres en licor ¡cuántos pobres podrían vivir! Agregaba: “Los patrones católicos ojalá fueran los primeros en preocuparse del problema del salario… Esta es una obligación primordial de su fe” (Página 66)

Observaba con preocupación “que la masa obrera de nuestras ciudades han engrosado en su inmensa mayoría las filas del marxismo, que no puede llevarla sino a experiencias más dolorosas que las pasadas si logra realizarse”. (Página 74)

Educador de juventudes

En ese mismo año 1941 fue nombrado Asesor Arquidiocesano de la Juventud. Sus especiales características hicieron del padre Hurtado un influyente modelo para los jóvenes de su época. Escribió varios libros dedicados a ellos. Realizó múltiples actividades con la juventud: retiros, charlas, clases, organizaciones, desfiles, antorchas. Estos métodos, antes no usados por la Iglesia, resultaron muy atractivos a los jóvenes. Los remecieron, entusiasmaron y convencieron.

Escribía: “Joven que lees estas líneas, si alguna vez en tu vida recibes un llamamiento a algo grande y generoso, apróntate para la lucha y regocíjate de antemano con la victoria”.

En 1942 fue designado asesor nacional de la Juventud. Ahora debía recorrer todo el país, ganando a la joven generación.

Pero las clases dominantes estaban en contra del padre Hurtado. Lo acusaban de injerencia en lo político, de ideas avanzadas en lo social. A ello se unió las fuertes divergencias que habían surgido con sus superiores, algunos de los cuales argumentaban que no obedecía a la jerarquía. Ello obligó al educador juvenil a abandonar esa hermosa obra suya. Fue en diciembre de 1942.

También con los trabajadores

Ya en su primer libro mostró su enorme preocupación por las condiciones de vida de los obreros. Insistía que la sindicalización de los trabajadores era el principal medio para mejorar su calidad de vida, superar las desigualdades y de implantar un orden social cristiano.

El entonces sacerdote José Manuel Santos Ascarza, después Arzobispo Emérito de Concepción, recordaba refiriéndose a los objetivos de la labor sindical del padre Hurtado: “Lo que a él más le preocupaba era que las organizaciones laborales estaban en manos ajenas y empezó a trabajar para formar una Asociación sindical chilena. ‘Manos ajenas’ eran, para el padre Hurtado, aquellas no cristianas y que algunas veces usaban el movimiento sindical con otros fines, ajenos a los trabajadores”.

El 13 de junio de 1947, el padre Hurtado fundó la Acción Sindical Chilena, ASICH. Hay quienes opinan que ésta, más que una central sindical, era un instituto de estudio, desde donde se trabajaba para influir en el movimiento sindical.

Otro cristiano, que también encontró un cauce orientador de su sensibilidad social en el jesuita Fernando Vives Solar, fue Clotario Blest, quien siguió otro camino al del padre Hurtado. Entre ellos no hubo buenas relaciones.

Mónica Echeverría relata en su libro “Antihistoria de un luchador”, que hacia 1950 Clotario Blest, luego de regresar de un viaje a la Unión Soviética, fue invitado por la ASICH para dar una conferencia. Al llegar al local, acompañado por jóvenes comunistas, vio sentados en primera fila a rusos blancos, antisoviéticos. Don Clotario dijo “yo no he venido a polemizar” y se retiró. Días después, el periódico Tribuna Sindical, órgano de la ASICH, denunció a Clotario Blest como “un agente del comunismo”.

Juan Imilán Paisil, último presidente de ASICH (1970-1971) opinó que “hoy el Padre Hurtado nos pediría a todos los trabajadores ser más conscientes y responsables, valorizar la solidaridad… Construir lazos de unidad para trabajar juntos, buscando caminos de consenso.”

No subestimar su labor social

El Padre Hurtado dio gran importancia a la lucha ideológica. Por ello fundó el 1º de octubre de 1951 la revista Mensaje.

En la Revista Universitaria Nº 78 (diciembre 2002- febrero 2003), de la Universidad Católica, se escribe:

“A veces sucede que el peso de la historiografía puede adquirir tal volumen que el contacto con las fuentes del pasado se debilita hasta perderse. Esto sucede con frecuencia con los temas que se relacionan con una suerte de uso público de la historia, los que se convierten en argumentos de actualidad y de información para los medios. La figura del jesuita Alberto Hurtado ha adquirido estas características. Su atractiva imagen de activo apóstol de la acción social de la Iglesia Católica ha terminado por convertirse en un estereotipo, limitado a través de un rico anecdotario y de algunas de sus más visibles iniciativas, como sucede con el Hogar de Cristo… Se trata de una imagen que podríamos llamar ‘impresionista’.”

Es verdad. ¿Será causa de ello la molestia que creó su obra social en ciertos sectores de nuestra sociedad?

El padre Alberto Hurtado falleció en Santiago, el 18 de agosto de 1952. Fue beatificado por Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1994. El 23 de octubre de 2005, al ser canonizado por Benedicto XVI, en la Plaza de San Pedro, su nombre fue inscrito en el catálogo de santos.

¿Cuál es el mejor homenaje que se le puede rendir?

Nuestra Gabriela Mistral escribió en la revista Mensaje de noviembre de 1952:

“Y alguna mano fiel ponga por mí unas cuantas ramas de aromo o de pluma de Silesia sobre la sepultura de este dormido, que tal vez será un desvelado o un afligido, mientras nosotros no paguemos las deudas contraídas con el pueblo chileno, viejo acreedor silencioso y paciente. Démosle al Padre Hurtado un dormir sin sobresalto y una memoria sin angustia de la chilenidad, criatura suya y ansiedad suya todavía”.

Centenario de Nelson Mandela, Discurso del Embajador de Sudáfrica

DISCURSO DEL EMBAJADOR DE SUDAFRICA, THABO THAGE, EN OCASION DE LA CELEBRACION DEL CENTENARIO DE NELSON MANDELA, ORGANIZADA POR CEILER

18 DE JULIO DE 2018

“Sr Elias Perez, Director de CEILER

Miembros del Directorio de CEILER

Representantes del Cuerpo Diplomático

Representantes de Partidos Políticos

Representantes de la CUT

Sra Paula Guzmán, Directora Ejecutiva de ICHIL

Compatriotas sudafricanos

Amigas y amigos,

 

Es un honor para mí poder dirigirme a ustedes en esta ocasión especial no solo para Sudáfrica sino para el mundo en general.

 

En el año 1918, en un día como este, Nelson Rolihlahla Mandela, a quien cariñosamente apodamos “Madiba”, nació en una zona rural de la Provincia del Cabo Oriental de Sudáfrica.  Muchos años después, tras estar encarcelado durante 27 terribles años, sería nombrado el primer presidente democrático de Sudáfrica.

 

Al momento de nacer Mandela, hace 100 años, el mundo era un lugar totalmente distinto al que tenemos hoy. Durante su vida de niño, adolescente, activista juvenil, activista político, abogado, revolucionario, detenido político, estadista y ex Jefe de Estado, estas distintas etapas fueron forjándose en base a las duras condiciones que enfrentaban sus connacionales sudafricanos, el resto de Africa y el mundo. De hecho, él fue el resultado de las luchas cotidianas de su gente. Al celebrar este año el centenario de su natalicio, permítanme desearles entonces un Feliz Día Internacional de Nelson Mandela a cada uno de los presentes en esta reunión.

 

Este día fue declarado por las Naciones Unidas como el Día Internacional de Nelson Mandela. De ahí que cada 18 de julio, se celebra la vida de este gran hombre con un llamado a las comunidades en el mundo de lograr una diferencia en sus comunidades. No hay mejor manera para honrar el legado de Madiba que dedicándonos a cumplir el principio de Ubuntu, que se traduce como “Yo soy porque tú eres”. No es sorprendente, entonces, que incluso su vida política estuviese impulsada por una enorme sinceridad. Como se ha dicho anteriormente, los historiadores aún deben llegar a comprender y explicar esta rara combinación.

 

Que apropiado para mi presentar estas breves palabras sobre el centenario de Madiba en este evento, organizado por quienes resguardan el legado de Luis Emilio Recabarren, quien vivió hace más de dos siglos dedicando su vida a buscar soluciones para los menos privilegiados en general y para la clase trabajadora en particular,  para ser precisos las masas oprimidas . Como sabemos, el trabajo de CEILER está dirigido a honrar el legado de Recabarren y no es una coincidencia que celebremos a Mandela hoy aquí.

 

Resonantemente, para muchos chilenos viviendo tan lejos de Sudáfrica, la transición a la democracia de ambos países creó un lazo y un sentimiento de cercanía. Luego que ambas naciones recuperaran su democracia, en 1990 y 1994 respectivamente, compartieron importantes experiencias, especialmente el Informe Rettig de Chile de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que ayudó a Sudáfrica encontrar la manera de exorcizar la violación de los derechos humanos durante la época del apartheid.

 

Mandela fue una figura central durante este proceso. Sus largos años en prisión, su personalidad carismática, el amor que profesaba por su pueblo y especialmente por los niños y su constante defensa de los derechos humanos se transformaron en un ejemplo para aquellos que lucharon contra la dictadura en Chile.

 

Pero más allá de la esfera política, Mandela fue un hombre de principios que muchos intentaban emular. En verdad, es una figura que se necesita con urgencia en una era de desesperanza. Es un ícono que representa cualidades humanas superiores y un líder justo,  para quien los intereses de su país ocupaban un lugar central. Fue un hombre que logró perdonar y no sentir resentimiento hacia aquellos que lo mantuvieron privado de su libertad por tanto tiempo.

 

Durante la conferencia que ofreció ayer en ocasión de la celebración del centenario de Mandela en Sudáfrica, el ex Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama señaló que la actual generación tiene la fortuna de avanzar sobre los hombros de una gigantesca figura como Mandela. Fue rápido también en  advertirnos que sería irresponsable de nuestra parte conformarnos con sus logros. Junto con el Presidente sudafricano Cyril Ramaphosa nos desafió a tomar el relevo y continuar marchando tras los pasos de Mandela.

 

El Presidente Ramaphosa también nos instó a inculcar el principio de “thuma mina”, que se traduce a “envíame” en nuestras vidas. El principio de thuma mina incluye los principios de Madiba del Ubuntu y su llamado a ser líderes servidores. Requiere que nos ofrezcamos a servir a otros. Mandela creía en el bien inherente del ser humano. Pensaba que hay bondad en cada uno de nosotros, que era una obligación que cada uno la reconociera y que hiciera el bien a otros.

 

En atención al llamado de “Ubuntu” y “thuma mina”, la Embajada de Sudáfrica y CEILER tienen por tanto el deber conjunto de continuar colaborando para asegurar que el principio de la humanidad en el mundo se inculque en forma constante en las actuales y futuras generaciones, para sí asegurar que se trabaje inexorablemente por lograr la justicia, la paz, el desarrollo y la democracia que guiaron las vidas altruistas y ejemplares de Mandela y Recabarren. Al trabajar con nuestros interlocutores en Chile, incluyendo a CEILER, la Embajada de Sudáfrica espera poder generar acercamientos que deriven en resultados tangibles para los pueblos de Sudáfrica y Chile.

 

Que continúe vivo el espíritu solidario de Mandela!

 

Viva Mandela!!

Viva Recabarren!!

 

Muchas gracias!”

Nicaragua, la Revolución y la niña del bote (fragmento)

Atilio Borón

Por Atilio A. Borón (Catedrático y escrito argentino)

La dolorosa coyuntura actual en Nicaragua ha precipitado un verdadero aluvión de críticas. La derecha imperial y sus epígonos en América Latina y el Caribe redoblaron su ofensiva con un único y excluyente objetivo: crear el clima de opinión que permita derrocar sin protestas internacionales al gobierno de Daniel Ortega, elegido hace menos de dos años (noviembre del 2016) con el 72 por ciento de los sufragios. Esto era previsible; lo que no lo era fue que en esa arremetida participaran con singular entusiasmo algunos políticos e intelectuales progresistas y de izquierda que unieron sus voces a la de los lenguaraces del imperio. Un notable revolucionario chileno, Manuel Cabieses Donoso, de cuya amistad me honro, escribió en su flamígera crítica al gobierno sandinista que “la reacción internacional, el ‘sicario’ general de la OEA, los medios de desinformación, el empresariado y la Iglesia Católica se han adueñado de la crisis social y política que gatillaron los errores del gobierno. Los reaccionarios se han montado en la ola de la protesta popular.” Descripción correcta de Cabieses Donoso de la cual, sin embargo, se extraen conclusiones equivocadas.

Correcta porque es cierto que el gobierno de Daniel Ortega cometió un gravísimo error al sellar pactos “tácticos” con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz. Correcta también cuando dice que la derecha vernácula y sus amos extranjeros se adueñaron de la crisis social y política, dato éste de trascendental importancia que no puede ser soslayado o subestimado. Pero radicalmente incorrecta es su conclusión, como son las de Boaventura de Sousa Santos, la del entrañable y enorme poeta Ernesto Cardenal, y Carlos Mejía Godoy, amén de toda una plétora de luchadores sociales que en sus numerosas denuncias y escritos exigen –algunos abiertamente, otros de modo más sutil- la destitución del presidente nicaragüense sin siquiera esbozar una reflexión o arriesgar una conjetura acerca de lo que vendría después. Conocidos los baños de sangre que asolaron Honduras siguiendo la destitución de “Mel” Zelaya; los que hubo en Paraguay luego del derrocamiento “express” de Fernando Lugo en 2012, y antes lo que sucediera en Chile en 1973 y en Guatemala en 1954; o lo que hicieron los golpistas venezolanos después del golpe del 11 de Abril en el interludio de Carmona Estanga “el breve”, o lo que está ocurriendo ahora en Brasil y los centenares de miles de asesinatos que hizo la derecha durante las décadas del “cogobierno FMI-PRIAN” en México, o el genocidio de los pobres practicado por Macri en la Argentina. ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que la destitución del gobierno de Daniel Ortega instauraría en Nicaragua una democracia escandinava?

Juan Vargas Puebla: “Ahora o nunca”

Galvarino Arqueros antiguo periodista obrero, corresponsal de “El Siglo”, residente en Coquimbo, en donde colaboraba con los periódicos “Todo Coquimbo” y “El Día”, galardonado con el Premio Nacional de Periodismo 1994, recuerda:

“Conocí a Juan Vargas Puebla hacia 1933 o 1934, en Andacollo, en momentos que una gran crisis golpeaba la zona, cuando los cesantes eran unos diez mil. Él concurrió en nombre de la FOCH. Yo por entonces tenía 16 años y, a pesar de mi edad, era dirigente del Sindicato de Minas y Lavaderos de Oro. Ello porque éste era un sindicato ilegal”.

Este mismo periodista relata, además, una anécdota ocurrida a Juan Vargas Puebla por esos años y que a él le gustaba mucho contar:

“Resulta que durante una huelga de obreros de la construcción en Valparaíso, con grandes esfuerzos se logró reunir un fondo de resistencia para sostener el movimiento. Pero uno de los dirigentes se fue, llevándose todo el dinero de ese fondo. Juan Vargas juró que donde lo encontrara se las tendría que ver con él.
Algún tiempo después, paseando con su compañera Ida por la Quinta Normal, lugar que le gustaba mucho visitar, ve uno de los tantos grupos de canutos que predican los domingos. Al fijarse mejor, reconoce en el que habla al mismísimo ladrón de los fondos. Se enfurece y ve ocasión tan esperada para aclararlo.
Su compañera intenta calmarlo:
– No te precipites, no armes un escándalo…
– Se la tengo jurada. Ahora o nunca.
Y decidido se acerca al grupo. El predicador al reconocerlo, dice con voz emocionada, plena de arrepentimiento:
– Hermanos, antes yo era un pecador. Un ladrón. Incluso en una ocasión robé unos dineros a unos obreros que en Valparaíso estaban en huelga. Pero el señor me llamó y mostró el camino de la verdad. Ahora soy otro. Estoy arrepentido de esa vida de pecador. Alabado sea el señor. Y ahí está un hermano que fue testigo de mi pecado. Alabado sea el señor…

Juan Vargas se detiene. No sabe qué hacer. Se vuelve y se aleja sonriendo por lo bajo ante la picardía de su ex colega”