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Represiones sufridas por Juan Vargas Puebla

Relegaciones bajo González Videla

El 21 de mayo de 1949, Juan Vargas Puebla finalizó su período como diputado. Continuó trabajando activamente como consejero de la CTCH. El 8 de septiembre fue detenido por agentes de Investigaciones y relegado a Pisagua. De ahí enviado a Belén un poblado en la Cordillera a 3.300 metros de altura. Después llevado al puerto de Taltal, para conducirlo a la isla de Melinka en el extremo austral de Chile.

La victoriosa huelga de los trabajadores de febrero de 1950, obligó al traidor a dejar en libertad a prisioneros y relegados políticos.

Juan Vargas regresó a Santiago y de inmediato reanudó su actividad como consejero nacional de la CTCH.

En febrero de 1953 participó en el Congreso Constituyente de la Central Única de Trabajadores de Chile, siendo designado tesorero nacional.

También bajo Ibáñez

El ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, inició su gobierno en 1952 con una actitud paternalista hacia los trabajadores. Pero pronto volverá por sus andadas antipopulares. A partir de mayo de 1954 comenzó a reprimir a los dirigentes de los trabajadores. Uno de los que sufrió la represión ibañista fue Juan Vargas. El viernes 22 de octubre de 1954, agentes de Investigaciones irrumpieron en su hogar y lo detuvieron. No le dejaron llevar ni lo más indispensable. Lo relegaron a Putre en plena Cordillera a 3.500 metros de altura, donde permaneció cerca de dos meses. Pudo regresar a Santiago el jueves 13 de enero de 1955, luego que el Parlamento rechazó el Estado de Sitio, lo que obligó al gobierno a liberar a los relegados.

El jueves 5 de enero de 1956 fue detenido nuevamente y enviado a la cárcel de la capital, donde estuvo 119 días. En virtud del proceso por convocar al paro nacional de la CUT de enero de 1956 fue relegado a San Javier el 5 de abril de 1957, donde permaneció hasta el 22 de octubre de ese año.

En las elecciones de abril de 1967 fue elegido regidor de la Municipalidad de Santiago.

Juan Vargas Puebla: “Ahora o nunca”

Galvarino Arqueros antiguo periodista obrero, corresponsal de “El Siglo”, residente en Coquimbo, en donde colaboraba con los periódicos “Todo Coquimbo” y “El Día”, galardonado con el Premio Nacional de Periodismo 1994, recuerda:

“Conocí a Juan Vargas Puebla hacia 1933 o 1934, en Andacollo, en momentos que una gran crisis golpeaba la zona, cuando los cesantes eran unos diez mil. Él concurrió en nombre de la FOCH. Yo por entonces tenía 16 años y, a pesar de mi edad, era dirigente del Sindicato de Minas y Lavaderos de Oro. Ello porque éste era un sindicato ilegal”.

Este mismo periodista relata, además, una anécdota ocurrida a Juan Vargas Puebla por esos años y que a él le gustaba mucho contar:

“Resulta que durante una huelga de obreros de la construcción en Valparaíso, con grandes esfuerzos se logró reunir un fondo de resistencia para sostener el movimiento. Pero uno de los dirigentes se fue, llevándose todo el dinero de ese fondo. Juan Vargas juró que donde lo encontrara se las tendría que ver con él.
Algún tiempo después, paseando con su compañera Ida por la Quinta Normal, lugar que le gustaba mucho visitar, ve uno de los tantos grupos de canutos que predican los domingos. Al fijarse mejor, reconoce en el que habla al mismísimo ladrón de los fondos. Se enfurece y ve ocasión tan esperada para aclararlo.
Su compañera intenta calmarlo:
– No te precipites, no armes un escándalo…
– Se la tengo jurada. Ahora o nunca.
Y decidido se acerca al grupo. El predicador al reconocerlo, dice con voz emocionada, plena de arrepentimiento:
– Hermanos, antes yo era un pecador. Un ladrón. Incluso en una ocasión robé unos dineros a unos obreros que en Valparaíso estaban en huelga. Pero el señor me llamó y mostró el camino de la verdad. Ahora soy otro. Estoy arrepentido de esa vida de pecador. Alabado sea el señor. Y ahí está un hermano que fue testigo de mi pecado. Alabado sea el señor…

Juan Vargas se detiene. No sabe qué hacer. Se vuelve y se aleja sonriendo por lo bajo ante la picardía de su ex colega”

Juan Vargas Puebla: En la marcha del hambre

El jueves 23 de julio de 1951, millares de trabajadores de todas las industrias y servicios del Estado, mujeres, pobladores y estudiantes concurrieron a la Marcha del Hambre, considerada la más grande movilización del pueblo en los últimos años. Desde diversos sectores de la capital y comunas suburbanas convergieron largas y combativas columnas de manifestantes hasta la Avenida Bernardo O’ Higgins frente a la Universidad de Chile”. En ese lugar intervinieron varios oradores.

Juan Vargas dice: “Esta gigantesca manifestación no tiene el objetivo de reunir a los trabajadores sólo para escuchar discursos floridos, sino para notificar al Gobierno que él ya no representa los intereses del pueblo chileno, pues ha seguido una política de despiadada persecución y carestía … Reclamamos el cambio del equipo de Gobierno por uno que responda a los intereses del pueblo”.  (“Democracia”, Santiago, viernes 24 de julio de 1951).

Finalizados los discursos en la Alameda, se efectuó un masivo desfile que llena Ahumada y llega hasta la Plaza de Artesanos, junto al río Mapocho. Allí otros dirigentes hicieron uso de la palabra.

Yo había concurrido junto con muchos compañeros del Pedagógico. Al término del acto, una compañera del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile -Gloria Rodríguez – me presentó a Juan Vargas Puebla. Fue así, como en esa tarde del invierno de 1951, conocí al hermano de mi madre, al cual ya hacía algunos años admiraba.

La Marcha del Hambre señaló un momento de ascenso de las luchas populares contra el régimen de González Videla.

Invitación

El CEILER, la Embajada de Nicaragua, la Confederación Nacional de la Construcción y el Sindicato de la Construcción, excavadores-Alcantarilleros, te invitan al acto “Juan Vargas Puebla, el internacionalista, estaría hoy con Nicaragua”.

Jueves 9 de agosto, a las 19,30 horas, en el salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL (Brasil 153)

Aviso: los asistentes a este acto tendrán la oportunidad de adquirir el libro “Juan Vargas Puebla, hijo de la clase obrera chilena” al precio rebajado de sólo ,$ 3,500 pesos.

Mi camarada y amigo Max

Conocí, más propiamente dicho, vi por primera vez a Max a poco llegar al exilio en la entonces República Federal Alemana. Fue un 27 de mayo de 1973. Él integraba el Inti Illimani, que actuó en la Carpa del Partido Comunista Alemán (DKP) en la ciudad de Marburg. Poco después, lo vi en el Homenaje a Víctor Jara, realizado en la ciudad de Essen.

Posteriormente, coincidimos en dos grandes actos nuevamente en Marburg; también en eventos del Partido Comunista alemán en Nürenberg, el 17 de septiembre de 1983, y nueve días después en la ciudad de Münich. Él, cantando con su excepcional voz. Yo, interviniendo en nombre del Chile Komitte Marburg o del Partido Comunista de Chile. Por entonces, nuestros contactos fueron sólo de vista y un saludo.

Fue, una vez ya retornado a Chile, cuando lo conocí personalmente. El compañero Camilo Guzmán me había llevado un 30 de marzo a comienzos de los años noventa, al acto de homenaje y conmemoración de los tres comunistas degollados por la dictadura fascista en marzo de 1985. A la vuelta le surgió un problema a Camilo y me dijo que hablaría con Max para me llevara de regreso. Al subir a su vehículo tuve la intuición que se iniciaba una bella amistad.
Hacia comienzos del año 2012, Max fue promovido al Comité Comunal Ñuñoa del Partido Comunista. Allí pude conocerlo mejor. Me impresionó profundamente que un artista de su calidad y mundialmente conocido, fuera tan modesto y sencillo; agregando a ello, una real consecuencia revolucionaria. Para ese Comunal, dirigido por la compañera Carlota Espina, era un lujo tener a un miembro como Max. Y nos correspondió vivir momentos muy difíciles y dolorosos. Surgieron problemas con el Comité Regional Capital, que pretendió imponernos que se aceptaran en la Convocatoria a una Conferencia Comunal, elementos anti leninistas en cuanto al concepto de militante comunista (la vieja polémica de 1903 entre Lenin y Martov). Ante esta violación fragante de los métodos leninistas, a los cuatro miembros del Secretariado no nos quedó más que presentar, con fecha viernes 27 de junio de 2012, la renuncia a nuestros puestos. Enterado de ello, otros cinco miembros del Comunal también renunciaron a sus cargos. Entre ellos estaba el solidario y consecuente Max. Sólo siguieron en la Dirección Comunal tres compañeras. El propio dirigente máximo del Comité Regional reconoció públicamente, en enero de 2016, que entonces él había “intervenido” el Comunal Ñuñoa del Partido.

Fue éste un golpe muy duro para quienes habíamos constituido una eficaz y exitosa dirección leninista. Uno de los nueve compañeros se fue del Partido. Otros dos, no volvieron a ser ya los mismos. Pero la mayoría soportamos con valor la amarga experiencia. Y no nos anulamos. Por el contrario, comprendiendo la necesidad de librar con más fuerza la lucha ideológica bajo las banderas de Marx, Engels, Lenin y Recabarren, creamos el 6 de julio de 2012, el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER. Max fue uno de sus fundadores y, meses más tarde, pasó a ocupar el puesto de Presidente, destacándose por su labor, siendo por sus infinitas relaciones con personalidades y organizaciones, un dirigente con la capacidad de llegar a los más amplios sectores. Muy positiva ha sido su increíble facilidad para abrirnos tantas puertas.

El CEILER, presidido por Max, ha llevado a cabo importantes actividades. Desde su fundación, cada año organiza actos en Plaza Almagro en conmemoración del natalicio de Luis Emilio Recabarren (6 de julio); homenajes en el Cementerio General a Luis Corvalán (21 julio) y a Recabarren (19 de diciembre). Ha realizado eventos con embajadas de Ecuador y Venezuela; foro-paneles sobre múltiples materias. Ha editado dos libros. Cuenta con el Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos, a través del cual envía interesantes materiales. También tiene una visitada página Web (www.ceiler.cl) y un Facebook.

En el año 2016 Max fue uno de los candidatos a concejal del Partido en Ñuñoa. Enfrentó la campaña con mucha responsabilidad y consecuencia. Se la jugó por entero, a pesar de que fue una campaña muy mal diseñada: la Comuna dividida en cuatro sectores y cada candidato tenía sólo un sector donde trabajar. En cambio, la concejal en ejercicio, tenía un sector y además podía realizar su campaña en toda Ñuñoa. Con ese factor en contra, Max logró reunir 1.419 votos. Los analistas coinciden en señalar que si hubiera podido trabajar en toda la comuna, habría sido el segundo concejal electo del Partido en Ñuñoa.

Max es un ser humano adornado con bellas cualidades: solidario, con fraternal preocupación por el prójimo; respetuoso, sincero; optimista y alegre. En las muchas ocasiones en que me ha llevado en su auto –recuerdo el rojo con parrilla negra- mientras maneja va entonando melodías o contando interesantes historias. Esas idas y venidas a actos del CEILER o del Partido, se me hacen cortas, a pesar del lento transitar causado por los numerosos “tacos” en las calles de Santiago.

Max tiene un enorme sentido de la responsabilidad. Recuerdo que el CEILER, junto al Sindicatos de Obreros de la Construcción-excavadores-alcantarilleros y la Federación Nacional de Trabajadores de la Construcción convocamos, el domingo 9 de julio de 2017, al Acto en homenaje al 141º natalicio de Luis Emilio Recabarren. Uno de los primeros en llegar a la Plaza Almagro fue Max. Permaneció durante todo el exitoso acto, que contó con numerosos obreros de la construcción. A su término, dos compañeras dirigentes del CEILER, que habían observado que estaba muy decaído, llevaron a Max a la posta. Allí lo estabilizaron. Exámenes posteriores mostraron que su salud estaba complicada con una seria enfermedad.

Y, en ese momento difícil, surge el Max valiente, optimista, con su alegría de vivir. Enfrenta esa nueva tarea, con la responsabilidad de siempre. Toma en serio el tratamiento. No cae en lamentaciones. Se lanza con fuerzas al nuevo desafío que encuentra en su historia. No descarta una ida programada con antelación a su patria, Ecuador. Viaja con su grupo “Max Berrú y los insobornables”. Se reúne con su numerosa familia. Realizan cuatro exitosos conciertos, amén de otras actividades.

Regresa a Chile a comienzos de septiembre de 2017. El viernes 8 de ese mes, en un Teatro Municipal de Ñuñoa desbordante de público, sus compañeros, amigos, colegas y admiradores, le ofrecen un hermoso y solidario homenaje. Allí están las canciones del Illapu, de Pancho Villa, del Inti Illimani (del cual Max es uno de sus fundadores) y de muchos otros artistas.

El sábado 16 de septiembre, Max me llama por teléfono. Me pregunta si tengo libros sobre Fernando Ortiz. Le respondo positivamente.

-Voy a buscar diez, me dice. En minutos llega en su auto roji-negro. Luego de saludar a Marcia y a mí con el cariño de siempre, me cuenta:

– Se los voy a llevar a la compañera María Luisa Ortiz, que me los encargó. Conversamos un rato y al despedirse me dice:

– No te olvides que el lunes 25 tenemos reunión del CEILER.

Así es Max. Consecuente y optimista, responsable. Un ejemplar militante comunista. Excelente dirigente. También, un buen y sincero amigo.

Por todo ello, le queremos y admiramos.

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Ñuñoa, miércoles 20 de septiembre de 2017

El Bogotazo

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

En 1906 se construyó el ferrocarril de la costa colombiana, conectando Santa Marta y Ciénaga (Magdalena). Por entonces, se estableció en el país la compañía estadounidense United Fruit Company para la explotación bananera.

Colombia tuvo gobiernos conservadores, hasta el triunfo de los liberales en las elecciones presidenciales de 1930.

JORGE ELIÉCER GAITÁN, “TRIBUNO DEL PUEBLO”

Nació en Cucunubá (Cundinamarca, Colombia), el 23 de enero de 1898, hijo de una educadora y de un librero.

En 1920 comenzó sus estudios de Leyes en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Colombia. Obtuvo su título de abogado en 1924 con su tesis “Las ideas socialistas en Colombia”. Viajó a Italia donde se incorporó a la Real Universidad de Roma.

Jorge Eliecer Gaitán

Regresó a la patria en 1928. Fue elegido representante en la Cámara. Desde allí denunció la masacre de los trabajadores de las bananeras del Magdalena en la estación de Ciénaga.

La valiente denuncia de ese crimen, cuidadosamente ocultado por los medios de comunicación de entonces, le valió a Gaitán el título de “tribuno del pueblo”.

LA MASACRE DE CIÉNAGA

El 12 de noviembre de 1928, los 10 mil trabajadores de la United Fruit Company iniciaron una huelga, debido al trato inhumano que recibían de sus explotadores. No era el primer movimiento reivindicativo de esos obreros. Ya habían paralizado sus labores en 1918 y 1924. Siempre recibieron el desprecio y el desconocimiento tanto de la empresa extranjera, como de los gobernantes conservadores.

Ahora, en la tarde del 6 de diciembre de 1928, después de casi un mes de huelga, corrió el rumor que el gobernador de Magdalena se reuniría con ellos en la estación ferroviaria de Ciénaga. Los obreros, con sus familias, acudieron en masa a la esperada entrevista con el primer funcionario del gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez (1926 – 1930) que se disponía a hablar con ellos. El tren con el gobernador no llegó, pero sí las balas asesinas, que dejaron más mil muertos, miles de heridos y cientos de detenidos.

LA HUELGA Y LA MATANZA EN “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”

El notable escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, en su famosa obra “Cien Años de Soledad” relata:

Gabriel García Márquez

“LA HUELGA GRANDE ESTALLÓ. Los cultivos quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales.

José Arcadio Segundo…“entonces se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por tambor de galeones hacía trepidar la tierra. Su resuello de dragón multicéfalo impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. Eran pequeños, macizos, brutos. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del páramo…

“La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto…

“Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras…
“Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio”. (Leyó un Decreto que) “declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala. Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

-Señoras y señores -dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada-, tienen cinco minutos para retirarse.

La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque del clarín que anunció el principio del plazo. Nadie se movió.

-Han pasado cinco minutos –dijo el capitán en el mismo tono-. Un minuto más y se hará fuego…

El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras les respondieron en el acto… Una fuerza sísmica, un aliento volcánico, un rugido de cataclismo, estallaron en el centro de la muchedumbre con una descomunal fuerza expansiva… (Gabriel García Márquez: “Cien Años de Soledad”. La Habana, 1969, páginas 360 a 366).

Los datos sobre la masacre de 1928 en Colombia hacen recordar lo ocurrido en Chile en la Escuela Santa María de Iquique en 1907.

LÍDER DE LOS LIBERALES

En 1930 los liberales ganaron las elecciones presidenciales. En 1931, Gaitán fue elegido presidente de la Cámara de Representantes. Paralelamente ejerció como docente de la cátedra de Derecho Penal de la Universidad Libre, de la cual fue nombrado su Rector.

Su tenaz oposición al monopolio de la tierra, le ganó el amplio apoyo del campesinado.

En 1933 fundó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), que disolvió para vincularse al Partido Liberal, donde planteó la necesidad de una reforma agraria.
Fue nombrado Alcalde de Bogotá, llevando a cabo importante reformas sociales. Otro tanto hizo, al ser designado Ministro de Educación en 1940. Entre sus obras estuvo una gran campaña de alfabetización.

En junio de 1945, en una Convención del Partido Liberal, Gaitán fue propuesto como candidato a la Presidencia de la República. Pero los dirigentes de derecha del Partido impusieron a Gabriel Turnay.
Gaitán no aceptó esa resolución. Y lanzó su candidatura para los comicios del 5 de mayo de 1946. La división de los liberales, permitió el triunfo del abanderado conservador Mariano Ospina Pérez. Después de 16 años de gobiernos liberales, los conservadores volvían al poder.

Gracias al enorme esfuerzo desplegado por Gaitán, en las elecciones parlamentarias del 16 de marzo de 1947 vencieron los liberales. En el Senado 73 liberales y 58 conservadores; en la Cámara de Representantes: 34 liberales y 29 conservadores.

El 24 de octubre de 1947 Jorge Eliécer Gaitán fue proclamado jefe único del Partido Liberal y designado candidato para las elecciones presidenciales de 1950.

Gaitán inició de inmediato su campaña electoral trabajando junto a las masas populares, ganándose el cariño, respeto y apoyo de ellas.

Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo

“Gaitán – escribe Eduardo Galeano- es jefe el Partido Liberal, pero es también su oveja negra. Lo adoran los pobres de todas las banderas… La voz de Gaitán desata al pueblo que por su boca grita. Este hombre pone al miedo de espaldas. De todas partes acuden a escucharlo, a escucharse, los andrajosos, echando remo a través de la selva y metiendo espuela a los caballos por los caminos. Dicen que cuando Gaitán habla se rompe la niebla en Bogotá; y que hasta el mismo san Pedro para la oreja y no permite que caiga la lluvia sobre las gigantescas concentraciones reunidas a la luz de las antorchas.
El altivo caudillo, enjuto rostro de estatua, denuncia sin pelos en la lengua a la oligarquía y al ventrílocuo imperialista que la tiene sentada en sus rodillas, oligarquía sin vida propia ni palabra propia, y anuncia la reforma agraria y otras verdaderas que podrán fin a la larga mentira…”

EN LA VÍSPERA

Eduardo Galeano relata: “En la plácida Bogotá, morada de frailes y juristas, el general Marshall se reúne con los cancilleres de los países latinoamericanos…

El general Marshall resiste impasible, con los audífonos pegados a las sienes, el discurserío que arrecia. Sin mover ni los párpados, aguanta las larguísimas profesiones de fe democrática de muchos delegados latinoamericanos ansiosos por venderse a precio de gallo muerto, mientras John McCloy, gerente del Banco Mundial, advierte:

– Lo lamento señores, pero no he traído mi libreta de cheques en la maleta…

Mientras cancilleres y doctores claman, proclaman y declaman, la realidad existe. En los campos colombianos se libra a tiros la guerra entre conservadores y liberales; los políticos ponen las palabras y los campesinos ponen los muertos…”

ASESINATO DE GAITÁN Y EL “BOGOTAZO”

El líder liberal aparecía como seguro vencedor de las elecciones de 1950. Organizó en febrero de 1948 la Marcha del Silencio por el centro de Bogotá. Durante dos horas una multitud desfiló, sin emitir sonido, en defensa de la vida y en protesta por los asesinatos de varios liberales perpetrados en diferentes puntos del país por Gobierno conservador.

El 9 de abril de 1948 Gaitán se reunió con un grupo de partidarios en su despacho. Salieron a almorzar a las 13 horas. En ese momento se acercó un hombre al líder liberal y le disparó tres balazos que lo dejaron gravemente herido. Sus amigos lo trasladaron a la Clínica Central. Allí el médico Pedro Eliseo Cruz procedió a efectuarle una transfusión de sangre. Estaba en ello cuando falleció Jorge Eliécer Gaitán.

Mientras tanto, las personas que habían presenciado el feroz atentado persiguieron al criminal, gritando “Asesinaron al doctor Gaitán, cojan al asesino”. Un policía intentó proteger al sicario de la multitud. Introdujo a Juan Roa Sierra, así se llamaba el asesino, a una droguería. Hasta allí llegó la gente que, furiosa, mató a golpes al sicario.

No hubo dudas que detrás de Roa Silva estaba la mano de la reacción. Estalló una insurrección popular en Bogotá, que luego se extendió a otras ciudades de Colombia, contra el gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez, a quien exigían la renuncia. Esta insurrección se conoce con el nombre de “bogotazo”
El saldo fue: varios cientos de muertos y heridos, la destrucción de parte central de la capital y el inició de una nueva etapa caracterizada por el recrudecimiento de la violencia a nivel nacional…

LA INSURRECCIÓN SEGÚN EDUARDO GALEANO

“El pobrerío, brotando de los suburbios y descolgado de los cerros, avanza en tromba hacia todos los lugares, huracán de dolor y de la ira que viene barriendo la ciudad, rompiendo vidrieras, volcando tranvías, incendiando edificios:

– ¡Lo mataron! ¡Lo mataron!

Invaden el centro de Bogotá las ruanas indias y las alpargatas obreras, manos curtidas por la tierra o por la cal, manos manchadas de aceite o de lustre de zapatos, y al torbellino acuden los changadores y los estudiantes y los camareros, las lavanderas del río y las vivanderas del mercado, las sieteamores y los sieteoficios, los buscavidas, los buscamuertes y los buscasuertes: del torbellino se desprende una mujer llevándose cuatro abrigos de piel, todos encima, torpe y feliz como una osa enamorada y como un conejo huye un hombre con varios collares de perlas en el pescuezo y como una tortuga camina otro con una nevera a la espalda… Bogotá es una inmensa fogata y el cielo una bóveda roja…

Tres tanques encabezan la embestida contra el palacio presidencial. Los tanques llevan gente encima, gente agitando banderas y gritando el nombre de Gaitán, y detrás arremete la multitud erizada de machetes, hachas y garrotes. No bien llegan al palacio, los tanques se detienen. Giran lentamente las torretas, apuntan hacia atrás y empiezan a matar pueblo a montones…

“Suenan los últimos tiros. La ciudad arrasada por el fuego, recupera el orden. Al cabo de tres días de venganza y locura, el pueblo desarmado vuelve al humilladero de siempre a trabajar y tristear.
El general Marshall no tiene dudas. El bogotazo ha sido obra de Moscú. El gobierno de Colombia suspende relaciones con la Unión Soviética”.

UN REPORTAJE DE GARCÍA MÁRQUEZ

El escritor colombiano trabajó como periodista entre finales de 1957 y comienzos de 1959. En ese período escribió muchos reportajes, los que fueron reunidos y publicados en 1975, en Barcelona, bajo el título de “Cuando era feliz e indocumentado”
En uno de ellos, titulado “Su primera experiencia: ‘El Bogotazo’”, relata un hecho poco conocido:

“…Cuando el pueblo bogotano se lanzó a la calle en una demoledora explosión de cólera por el asesinato de su caudillo máximo, dos muchachos cubanos que se encontraban allí por casualidad, participaron en la acción popular. ‘Eran dos muchachos entusiastas, espigados, vestidos con chaqueta de cuero’, recuerda un político colombiano que en esa ocasión los conoció de manera accidental. Movidos por el fervor democrático, ellos trataron de orientar la desenfrenada cólera de la muchedumbre hacia un objetivo preciso: el poder. Un grupo de políticos liberales que los encontró en la mañana del 10 de abril preparando a las brigadas callejeras para atacar un cuartel, los disuadió de su temeridad. ‘Ayer hubiera sido posible –les dijeron-, ahora no, la situación ha cambiado’.
Les hicieron ver el nido de ametralladoras emplazado en la azotea del cuartel:

– Contra eso no resistirán veinte minutos.

El más alto de los dos, cuyo rasgo predominante era la arqueada nariz ósea, pareció reflexionar y desistió de la temeraria acción.
Nunca más se supo de ellos. Pocos días después, los periódicos convirtieron a esos dos muchachos en una leyenda. Se habló de dos cubanos que, según se decía, habían comandado el ‘bogotazo’. Se llegó a decir que incluso en el hotel donde se hospedaban el detectivismo decomisó un plan minucioso del asesinato de Gaitán. La verdad es que los dos muchachos cubanos, estudiantes, habían llegado a Bogotá a fines de marzo, con el propósito de asistir a un congreso estudiantil. Ante la explosión popular no habían podido contener su entusiasmo y se habían lanzado a la calle, como lo hicieron tantos demócratas extranjeros residentes en Bogotá: exiliados de Santo Domingo, estudiantes de Venezuela, mexicanos, perseguidos del peronismo.

Sólo ahora –concluye su reportaje Gabriel García Márquez- olvidada la leyenda de los dos cubanos que se mezclaron a la multitud bogotana el 9 de abril de 1948, se conoce la identidad de unos de ellos, el más espigado, sereno y decidido, era Fidel Castro.”
(Gabriel García Márquez: “Cuando era feliz e indocumentado”. Barcelona, 1975, páginas 120, 121 y 122).

LA ENTREVISTA QUE NO SE REALIZÓ

La ya mencionada Novena Conferencia Panamericana se inició el 30 de marzo de 1948. En ese evento, que se prolongó hasta el 2 de mayo, nació la OEA (Organización de Estados Americanos) y los países participantes se comprometieron a luchar contra el comunismo.

La delegación de Estados Unidos, encabezada por el general Marshall, traía como principal propósito que se declarara al comunismo fuera de la ley. Y lo logró.

La OEA, fundada el 30 de abril de 1948, se transformó en un pilar de la guerra fría y de la campaña anticomunista a nivel continental, un fiel instrumento de la política del imperialismo estadounidense.
Paralelamente a la Novena Conferencia, como réplica a ella y en protesta contra la intervención de Estados Unidos en varios países de América Latina, se realizó en Bogotá un Congreso Latinoamericano de Estudiantes, en que participó Fidel Castro.

Fidel Castro, 1948

Al saber éste, que el dirigente popular más importante de Colombia era en ese momento Jorge Eliécer Gaitán, le solicitó una entrevista. Esta quedó acordada para las dos de la tarde del 9 de abril de 1949. Pero, a las 13,05 de ese día fue asesinado el líder colombiano.

DEL BOGOTAZO A LAS FARC

Con el asesinato de Gaitán, desapareció el único hombre que, en ese momento, interpretaba el descontento popular en Colombia. Se abrió una etapa de tierras arrasadas y de un brutal enfrentamiento entre el gobierno conservador y la oposición.

Contra esa política terrorista, que ya tenía años, comenzó -de manera espontánea- la resistencia popular. Especialmente brutales fueron las acciones en Casanare y el Meta. Ello obligó a sus habitantes a armarse y a actuar en grupos.

Un sector de la dirección nacional del Partido Liberal resolvió promover acciones civiles y militares contra el gobierno. Se acordó una insurrección para el 27 de noviembre de 1949, lo que fue informado a los oficiales comprometidos y a los dirigentes liberales. Hubo una contraorden. Esta no llegó al capitán Alfredo Silva, quien se tomó la guarnición de Villavicencio. Cuando conoció la nueva situación, no supo qué hacer. Les pidió a sus hombres que se desplazaran a Puerto López. Allí surgió un improvisado jefe popular, Eliseo Velásquez, “Cheíto”, quien asumió la jefatura de esa guerrilla.

Pronto se multiplicó la lucha por los llanos orientales. Todos sus habitantes se alzaron en armas contra el gobierno conservador. Combatían guerrillas liberales y comunistas.

En junio de 1953 se produjo el golpe militar del general Rojas Pinilla. Se decretó una amnistía. Un total de 6.500 guerrilleros liberales se entregaron con sus armas. Previamente, la dirección del Partido Liberal había ordenado su desmovilización.

Las guerrillas comunistas no se entregaron. Contra ellas cayó la represión. Hubo un período de lucha por la supervivencia. Después, surgieron las Fuerzas Revolucionarias en varias regiones, con un Comando General Guerrillero.

Años después, en 1964, ya extendidas por todo el país, se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con un secretariado, encabezado por su fundador, el líder campesino Manuel Marulanda Vélez. Su verdadero nombre era Pedro Antonio Marín y había nacido en Génova, Colombia, el 12 de mayo de 1930. Dirigió a las FARC durante 44 años, hasta su muerte ocurrida el 26 de marzo de 2008.

Manuel Marulanda Vélez

En el año 2017, las FARC abandonaron la lucha guerrillera y se transformaron en partido político con el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.