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Recordando a Don Lucho en su 101° Natalicio

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista.
En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido… Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del Cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”. Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán.

En la Escuela Santa María de Iquique

Su primera designación como profesor fue para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se produjo la masacre del 21 de diciembre de 1907. Al año de haber iniciado su labor como maestro sufrió la exoneración, en agosto de 1936. Gobernaba, por segunda vez, Arturo Alessandri Palma.
Abandonó Iquique y se dirigió a Concepción, donde vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. A los pocos meses después fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, que poco después fue reemplazado por Ricardo Fonseca. Regresó a Concepción. Luego volvió a viajar a Santiago.
Así lo explica en sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la Federación de Juventudes Comunistas”.
El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda. Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el Partido a Iquique, se hizo cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en 1912. Más tarde laboró en El Siglo, del cual fue designado director en 1946.

Se casa con Lily Castillo, su fiel compañera

El 14 de diciembre de 1946 contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de adentro”.
Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y Luis Alberto.
ENCARGADO DE PROPAGANDA
En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el obrero Galo González, que asumió esa responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949. En 1950 Luis Corvalán fue designado miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del Comité Central ‘Principios’.”

Cuando lo conocí

El 4 de septiembre de 1952 el ex dictador Carlos Ibáñez ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas, del cual era Secretario Político Mario Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’. En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda del Partido. No recuerdo el lugar donde sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito debajo de ésta, de mucho fumar y de convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la represión del gobierno del “paco” Ibáñez.

Lo conocí como Luis Correa

Cuando lo escuché por segunda vez

El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del Partido.
Reunido el Comité Regional Cautín, se acordó designar una delegación de cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral 2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos mortales del compañero Galo.
En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los cuatro de Cautín formamos parte del río de banderas rojas, puños y gritos.
“¡Compañero Galo González… Presente… ¡Ahora y Siempre!” “Y que fue… y que fue… ¡Aquí estamos otra vez!”

En la Plazoleta del Cementerio General, un mitin de despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. En su discurso sostuvo desafiante:
“¡Y notifiquemos desde esta tribuna, con toda la firmeza que caracterizó a Galo González, que hoy la ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho y para siempre!”
Allí escuché por segunda vez al compañero Luis Corvalán.

Secretario General

En el XIV Congreso del Partido, efectuado clandestinamente en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en el mes de abril de 1956, había sido nombrado miembro de la Comisión Política y del Secretariado del Comité Central.
El 8 de marzo de 1958, al fallecer Galo González, “el Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general. Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:
-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”
Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo…”

Conquistada la legalidad

A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho, la compra del voto, que realizaba la derecha.
El 2 de agosto de 1958, el Presidente Ibáñez promulgó la ley que derogaba la Ley Maldita (engendro liberticida que había utilizado en gran parte de su segundo gobierno).
El Partido Comunista recobró su legalidad.

Su influencia en el Partido

La conquista de la legalidad determinó, entonces, una importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista.
Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en 1975, “el cambio de ‘clima’ dentro del Partido fue muy notable, y se debió a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar, de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales…”

José Miguel Varas

Y agregaba: “Hasta la llegada de Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: ‘Son ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí’ “.

Senador

En marzo de 1961, Luis Corvalán fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble, Concepción y Arauco).
Jugó un rol destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda en la Unidad Popular.
En 1964 se publicó el folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.
El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso)
Mi experiencia vivida en las cuatro campañas presidenciales con Allende, me permite afirmar que, en la única vez en que dirigentes y la gente allendista estábamos absolutamente seguros de que ganaríamos, fue en la del 64. Incluso los adversarios no se la tenían segura. Pero la tercera no fue la vencida.

Un gran conductor del Partido

Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las fuerzas democráticas y populares.
Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic.
Los partidos de Izquierda comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente, API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata; el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a Jacques Chonchol.
En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión, en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó a Salvador Allende.
Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el Partido Comunista decidió llevar como abanderado a Pablo Neruda, el martes 30 de septiembre.

Surge la Unidad Popular

El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical, Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz cristiana, el MAPU.
Don Lucho jugó un importante rol en la constitución de la Unidad Popular.
En el Coordinador de la Unidad Popular se aprobó el Programa Básico del Gobierno Popular, se firmó por las colectividades el Pacto de Gobierno. En él se establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la Unidad Popular. También se aprobó un documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.

Buscando al candidato único

La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular, la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la coalición de Izquierda, hicieron pensar que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así.
Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende. Ninguno con visas de ceder.
Ante la demora por la designación del abanderado, el PC dio un ultimátum a sus aliados. Convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.

Salió humo blanco

Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado, el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al comenzar la concentración,

“Salió humo blanco”

Luis Corvalán pudo decir:
“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende.”
Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y gritos. La consigna enronqueció gargantas y cosquilleó las espaldas: “El pueblo, unido… jamás será vencido… El pueblo unido… “
Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo 225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado popular a la Presidencia de la República.
Con Luis Corvalán a la cabeza, los comunistas entregamos una contribución fundamental para alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 y fuimos gran aporte durante el gobierno presidido por Salvador Allende.

En el Gobierno Popular

En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la batalla por la producción.
El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos.
El 11 de julio, se nacionalizaron las empresas que explotaban la gran minería del cobre.
En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de Victoria’.
El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que el Partido realizó en el Estadio Nacional.

Prisionero Político

El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero Presidente.
Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el 27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily se jugó por entero por su vida y su libertad.
Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad en el exilio.

Mi encuentro con Don Lucho en Bonn

El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las organizaciones de la solidaridad con Chile y los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas por la solidaridad internacional. Allí tuve la oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren. Una foto aparecida en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín Antiimperialista de Información” (AIB), ha dejado plasmado ese abrazo, con la lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978”.
El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la Política de Rebelión Popular de Masas.
El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile.

El “XV” Congreso clandestino

Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo había llegado a Santiago. Concurrí al local de “Chile, ríe y canta”, donde habíamos sido citados. Nos reunimos gran cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16 o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso.
Después los delegados del exterior fuimos concentrados en un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo estudiáramos durante un día.
A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran casa cerca del Pacífico, en San Sebastián.
Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad.
Allí nos encontramos con muchos otros camaradas. Conversábamos alegremente. Trataba de reconocer a viejos amigos.
De pronto se me acercó alguien a quien no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”. Por su voz supe que era don Lucho.

¿No me saluda, compañero Iván?

De su intervención

En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo una buena intervención, en mi opinión, la mejor.
Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.”
Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas está la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.”
Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados de ayudar al Partido del interior.”
En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho dejó la secretaría general del PC, siendo reemplazado por el compañero Volodia Teitelboim, pero siguió como miembro del Comité Central.

Después del retorno

Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba informaciones y opiniones. Me prestó y regaló folletos y libros suyos. Uno de estos fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos! este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998”.

Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones. Siempre era de gran interés escucharle. Era uno de esos dirigentes, como quedan pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho de él. Fue un gran maestro.
Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido, él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.
En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue la última vez que estuve con él.
Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir sobre el Partido Comunista y la democracia. Lo noté muy cansado, pero jamás pensé que sería la última ocasión de estar juntos físicamente.
Su corazón de comunista dejó de latir el 21 de julio de 2010.

La herencia teórica de Don Lucho

Escribió muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica.
Entre sus libros tenemos:
‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952),
‘Camino de Victoria’ (1971),
‘Algo de mi vida’ (1978),
‘Chile: 1970 – 1973’ (1978),
‘La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981),
‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),
‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983),
‘El derrumbe del poder soviético’ (1993)
“De lo vivido y lo peleado. Memorias” (1997)
‘Los comunistas y la democracia’ (2008).

Un comunista de verdad

Nos embarga el sano orgullo y la alegría de haberlo conocido, compartido con él en múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su célula y en todo acto que realizamos en Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de tener un Partido más grande.
Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista hecha persona. Ocupó los más altos cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes seres humanos pueden mostrar.
Don Lucho sigue junto a nosotros. No olvidamos su pensamiento, su existencia y obras de un comunista de verdad.
En mi opinión, el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren.

Saludando a don Lucho cuando cumple 90 años. (Ñuñoa, 14 de septiembre de 2006)

Se cumplen 44 años: El Golpe Fascista del 11 de septiembre de 1973

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren,  CEILER

“Desde el primer momento quedó en evidencia el
carácter fascista del golpe. Para derribar el Gobierno
constitucional que estaba ya en un callejón sin salida,
los golpistas tomaron decisiones absolutamente
desmedidas, como el bombardeo de La Moneda por
los Hawker Hunter, el ametrallamiento de poblaciones
y otras acciones terroristas.”
(Luis Corvalán: “De lo vivido y lo peleado”, página 158)

11 de septiembre de 1973. Fecha maldita. Una espada de fuego y sangre cortando en dos la historia de Chile, la vida millones de chilenos; persiguiendo a los que estaban construyendo una patria más linda, presididos por Salvador Allende.
11 de septiembre de 1973, día en que las bestias fascistas pisotearon la primavera que amanecía en medios del trabajo y el canto de un pueblo educado por Recabarren.

Hay quienes pretenden que olvidemos los crímenes. Son los que intentan blanquear a los criminales y a sus cómplices.
Nosotros, como muchos, estamos por defender la memoria popular.
Estamos por recordar y honrar a los héroes que cayeron y también a los que sobrevivieron.
Estamos por repudiar a los que, guiados por los más indignos intereses, torturaron, asesinaron, exiliaron, exoneraron a cientos de miles de seres humanos.

El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas y carabineros, encabezados por generales traidores, llevan a cabo el golpe fascista contra el Gobierno Popular del Presidente Salvador Allende, dirigido y financiado desde Estados Unidos por el Comité 40, presidido por el terrorista internacional Henry Kissinger.
Fascista por la violencia física y sicológica –de la cual el bombardeo de La Moneda es un símbolo, acción innecesaria desde el punto de vista militar, pero fundamental para imponer el terror sicológico- y porque su objetivo no era reemplazar a un gobierno por otro, si no cambiar de raíz el proyecto revolucionario y popular impulsado por la UP, por otro contrarrevolucionario; o sea, transformar Chile en todos los aspectos, imponiendo el capitalismo salvaje, el neoliberalismo.

El Compañero Presidente

A las 6,20 de la mañana del 11, el presidente Allende recibe un llamado telefónico en su residencia de Tomás Moro. Se traslada a La Moneda. A las 8,30 las tropas golpistas se apoderan de las calles de la capital.
Los fascistas instan a rendirse al Presidente. Les responde: “Como generales traidores que son no conocen a los hombres de honor”.
Numerosos ministros, hombres de gobierno, dirigentes de la UP, sus hijas Beatriz e Isabel, llegan a reunirse con Allende. Éste ordena salir a las mujeres y a los hombres que no tienen armas: “Vivos serán más útiles para la lucha revolucionaria”.

Se inicia el ataque

A las 9,15 se inicia el ataque contra La Moneda, defendida apenas por menos de 40 combatientes. Los asaltantes del poder embisten con infantería, blindados, artillería. A las 12 horas, aviones rasantes bombardean el Palacio de Gobierno.
Allende se dirige al pueblo en cuatro oportunidades por radio. En su último discurso transmitido por Radio Magallanes del Partido Comunista, dice: “… La historia no se detiene ni con represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada, éste es un momento duro y difícil.”
“Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

“¡Trabajadores de mi patria! Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi sacrificio no será en vano.
Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. Me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria…”

Radio Luis Emilio Recabarren de la CUT

El escritor Rolando Carrasco en su obra “Prigué” relata los últimos dramáticos momento vividos por quienes laboran en la radioemisora de la CUT:
“Quedábamos tres emisoras populares en el aire, Magallanes, la Radio IEM, del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile y nosotros, la radio de la CUT, Luis Emilio Recabarren. Las demás de izquierda dejaron de transmitir minutos antes, bombardeadas sus plantas por los rockets de los Hawker Hunter…“Silenciaron la radio IEM, Magallanes y nosotros nos mantenemos en el aire. Repetimos el llamado de la CUT. ‘Permanecer en sus lugares de trabajo’. Intercalamos el Himno de la CUT.

‘Aquí va la clase obrera
hacia el triunfo
querida compañera…’

Llamado de la planta.
-Compañeros, vuelven los aviones. ¿Bajo el equipo de emergencia?
– Déjelo funcionando y aléjese. Partió el relevo.
Tiroteo en los alrededores. Nuestra ubicación en el piso trece nos permite ver el Palacio de La Moneda. Puertas y ventanas permanecen cerradas. En el mástil flamea la bandera presidencial. Allí no se rendirán.
En el edificio vecino, el del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile, suenan disparos. A su costado se encuentra el diario ‘El Mercurio’. Caen vidrios quebrados a la calle.
Las emisoras más potentes de la izquierda siguen calladas, Corporación y Portales.
Hay trabajadores en la Plaza de la Constitución pidiendo armas.

RADIO MAGALLANES

“Pero Magallanes se mantiene. Posee buen alcance. Repite el discurso de Allende que escuchamos fragmentariamente. Nosotros nos mantenemos en el aire por casualidad…
“Hay tanques rodeando La Moneda… Quebrazón de vidrios en nuestro edificio. Cerramos las persianas metálicas. Balacera generalizada en el centro. Abajo, en la calle, soldados disparan hacia el Palacio de Gobierno.
Magallanes sigue en el aire. Transmitía Ravest, ahora lo hace Sepúlveda. Luego el silencio. Cerca de las 10,30 de esa mañana, un camión del Ejército llega a la estación transmisora de Radio Magallanes ubicada en Colina. Tres personas que se encuentran en ella son detenidas. Un oficial dispara su metralleta contra los equipos de la emisora. De esta forma la radio del Partido Comunista, la última voz de la resistencia es acallada por los fascistas.
La cadena de emisoras de la Junta lee bandos. Repite amenazas. Regirá toque de queda. Nadie debe venir al centro. Marchas militares.

-Seguiremos en el aire todo lo que podamos, anunciamos.
Podemos poco. Silencian la planta. Le dieron a nuestra antenita de repuesto. El magneto directo no contesta…
“Temblor. Explosión abajo. Como si hubieran derribado la puerta del edificio con dinamita. Caen vidrios rotos. Ordenes, Tableteos. Desde la Alameda humean disparos… Caen trozos de enlucido. Permanecemos agachados en los estudios, salas de control, los demás sentados en el suelo con las espaldas afirmadas a las puertas de los ascensores. Los vidrios de las oficinas también desaparecen desparramándose hacia la calle y los escritorios. Algunos impactos dan en la consola. Pierde velocidad el disco del Himno de la CUT. Engruesan las voces que cantan. Alargamiento gomoso:
‘y el día que yo mueraaa, mi luugaaaarrr…!
Después el silencio. Sólo los disparos. Únicamente las explosiones. Nada más que el retumbar del cañoneo. Exclusivamente las ametralladoras
Inactivos nos miramos las caras. Y entonces comenzamos a comprender la situación, el peligro… (Rolando Carrasco: “Prigué”, páginas 8 a 12)

Leal hasta su muerte

El compañero Presidente fue leal hasta el último segundo de su vida. Muere en La Moneda, defendiendo –como lo dijera- el Gobierno Popular, la Revolución Chilena.
El Partido Comunista en el Pleno de su Comité Central, realizado en agosto de 1977 le rinde homenaje en el Informe rendido por Luis Corvalán:

“Su último servicio a la Revolución fue su holocausto. Le ofrecieron salvar su vida, por no aceptó tratos con los fascistas, ni siquiera para eso. Su sangre estigmatizó para siempre a los traidores.”

Fue el inicio del genocidio

El 11 de septiembre de 1973 se implantó una dictadura fascista, cuyo método fue el terrorismo de Estado, llevado a cabo por las fuerzas armadas y carabineros. En especial por organismos que contaban con todos los medios para perseguir y aniquilar a los opositores, como la DINA, la CNI y el Comando Conjunto.
La base teórica de los crímenes cometidos, fue la Doctrina de Seguridad Nacional: la guerra de exterminio contra el enemigo interno, calificado genéricamente como comunismo.
La dictadura significó la violenta violación de todos los Derechos Humanos
Se perpetró el genocidio contra el pueblo: con miles de asesinados, degollados, desaparecidos, torturados, exonerados, exiliados.

¿Cuántas fueron las víctimas del terrorismo de Estado?

El Informe Rettig, que realizó la Comisión de Verdad y Reconciliación en marzo de 1991, sólo contabilizó ejecuciones y desapariciones. En total, reconoció 2.279 muertes en manos de las fuerzas de seguridad durante la dictadura de Pinochet.
Los dos informes de la Comisión Valech (noviembre 2004 y agosto 2013) reconocieron un total de más de 40.018 víctimas de la dictadura.
A esto se deben agregar los más de 400.000 chilenos lanzados al exilio y los muchos miles de exonerados.
La represión más sangrienta la sufrieron los trabajadores, pobladores, estudiantes e intelectuales.

Eliminaron todo vestigio de democracia

Los fascistas barrieron con la democracia y todas las conquistas de los trabajadores. Eliminaron el Parlamento.
Al Poder Judicial no lo tocaron porque éste, cobardemente, se puso a sus órdenes, siendo un cómplice de sus crímenes. Rechazó más de 50 mil recursos de amparo, que de ser acogidos habrían salvado muchas vidas.
Prohibió los partidos populares y muchos de sus dirigentes y militantes fueron exterminados físicamente.
La CUT, confederaciones y federaciones sindicales fueron prohibidas y perseguidas.
Se impuso leyes laborales en favor de los patrones y contra los trabajadores.
Se dictó una Constitución Política antidemocrática y el sistema electoral binominal.
Se impuso a sangre y fuego el neoliberalismo.
Se privatizó empresas que habían sido del área social, las que compraron a precio de huevo por los grupos económicos de la derecha.
Dejaron al Estado a su mínima expresión, sin los medios para cumplir su deber de proporcionar educación y salud a la gente
Se municipalizó la Educación secundaria y se terminó con la gratuidad de la educación universitaria.
Se terminó con la libertad de opinión, la prensa popular fue prohibida.
Todas estas y otras medidas, en flagrante violación de los derechos humanos.

La lucha por la Verdad

El Mercurio y La Tercera jugaron un rol muy importante apoyando la dictadura y sus crímenes. También lo hicieron radios y canales de televisión.
Pero hubo otros medios clandestinos como El Siglo, que desde los inicios mismos de la tiranía estuvieron informando con la verdad. De enorme importancia en este sentido fue el Programa Escucha Chile de radio Moscú.
Hubo periódicos como Solidaridad, Análisis, Fortín Mapocho, Hoy, que se opusieron valientemente a la desinformación de la dictadura.
Esta lucha por la Verdad y la Justicia sigue teniendo plena actualidad. Hay que salirle al paso a los que ayer asesinaron al pueblo y hoy intentan aparecer cómo las víctimas.

A cuarenta años del Pleno de agosto de 1977 (IV). Algo de algunas intervenciones

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Mario Navarro

Al mismo tiempo que compartimos plenamente los planteamientos hechos en informe del camarada Luis Corvalán, terminamos expresando que la Declaración de Principios, adoptada y ratificada por el VI Congreso Nacional de la CUT, realizado del 8 al 12 de diciembre de 1971, mantiene plena vigencia, al finalizar diciendo: “Que por ser la CUT y los sindicatos órganos de defensa de los intereses económicos y sociales de la clase trabajadora en el régimen capitalista, son asimismo instrumentos de la lucha por conquistar la emancipación total de los trabajadores y la transformación política de la sociedad, de modo que asegura definitivamente la justicia social, la libertad y el bienestar de los asalariados”.
La tarea sigue vigente. La clase obrera, los trabajadores y su Partido de vanguardia, ligados al conjunto del movimiento popular, sabrán cumplirla. (Partido Comunista de Chile: “El Pleno de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile”, página 86).

Hugo Fazio

La oligarquía financiera, mientras tanto, extiende su poder y liquida competidores, haciendo para ello uso y abuso del aparato del Estado, que se encuentra colocado totalmente a su servicio. Se dan pasos para que se apodere de nuevas empresas estatales. Su tendencia es a controlar más y más sectores. Ahora extiende su acción hacia el campo cooperativo, apoderándose de aquellas unidades económicas que le resulten de interés, liquidando al mismo tiempo, los elementos positivos que existen en el sector. (Id. Página 88).

Gladys Marín

La fuerza del Partido reside en su unidad y cohesión. Unidad ideológica, política y orgánica. Sus cuadros, y en primer lugar los miembros del Comité Central, deben responder a las exigencias de hoy, que son superiores. (Id. Página 99)

Jorge Montes

El 18 de septiembre de 1973 llegué a Concepción enviado por la Dirección del Partido. Estuve en una casa, atendido por una muchacha de la Juventud Comunista. No sé cómo se llama. Era muy joven y alegre. Ella estaba orgullosa de hacer lo que hacía. Estoy convencido que el peligro no le importaba. Ella trabajaba por la causa del pueblo. ¡Esa es nuestra Juventud Comunista! No son los lunares los que pueden ocultar el rostro de esos muchachos que salieron en la noche, durante el toque de queda, a rayar las calles y los trenes que saldrían de la ciudad al amanecer, con el nombre de Corvalán, el mismo día en que fue detenido. ¡Esa es nuestra Juventud Comunista! (Id. Página 100)

Orlando Millas

La razón principal de los éxitos de la Revolución Chilena se encuentra en la gran fuerza alcanzada en Chile por el movimiento obrero, en el peso específico del proletariado, en la existencia de un poderosos y experimentado Partido Comunista. A la vez, la razón principal de que la Revolución Chilena no haya alcanzado esta vez en definitiva la victoria, de que fuese transitoriamente derrotada, reside en que aún el movimiento obrero no llegó a estar suficientemente cohesionado, en que el proletariado no alcanzó la hegemonía y en que el Partido Comunista no tuvo la capacidad necesaria. (Id. Página 111)

José Miguel Varas

El informe rendido por el camarada Corvalán, por su carácter profundo, y a la vez panorámico, por su franqueza autocrítica, por la honestidad leninista con que pone al desnudo las insuficiencias y los errores de nuestro Partido y del movimiento popular, debe ejercer una influencia intensa y duradera en nuestras filas y en las de nuestros aliados. (Id. Página 118)

Sergio Ortega

Sucede que no encuentro nada más hermoso que un pueblo que lucha por construir una sociedad más justa, y nada más urgente que poner toda mi capacidad en contribuir a mejorar la correlación de fuerzas a favor del pueblo, mostrando los caminos que nos llevan a construir grandes mayorías y buscando las brechas que nos permitan aislar al enemigo principal, llevando a través del canto la lucha ideológica al interior de la FF AA que, como sabemos, son auditorio seguro de Radio Moscú. (Id. Página 134)

Norma Hidalgo

Como miembro del Comité Central asumo la responsabilidad por los errores cometidos; creo que la vida enseña, pero más enseña la experiencia probada de la vida de nuestro Partido. (Id., Página 161)

Jacinto Nazal

Tanto la experiencia del período de la UP, como la actual, muestran con gran fuerza la necesidad de mejorar nuestro trabajo en el frente de la formación de cuadros. Yo quiero tomar sólo un aspecto del problema que nos parece importante en la perspectiva histórica que traza el Partido para nuestra patria. En concreto, nos referimos a las notorias deficiencias que mostramos en la dirección del aparato del Estado durante los tres años del Gobierno Popular, Existen innumerables ejemplos concretos al respecto. En el frente que a mí me correspondió atender de preferencia, no era extraño encontrar funcionarios que llevaban las finanzas de las cooperativas de reforma agraria, que no distinguían el debe del haber. (Id. Páginas 162 y 163).

Julieta Campusano

Al escuchar el informe de compañero Corvalán se sintetiza toda una etapa de lucha, en que las posiciones de la clase obrera, venciendo mil obstáculos, se abren paso por conquistar el poder. Durante el curso de su lectura revivimos toda esa intensa jornada. Los mil luminosos días del Gobierno Popular y la brutalidad del golpe fascista. Gracias, compañero Corvalán, por habernos trasladado al corazón mismo de nuestro pueblo. (Id. Página 165)

Mireya Baltra

La unidad del proletariado está vinculada a su vida diaria, al pan, al trabajo, a su libertad.
La clase obrera, sin sus aliados está impedida de conquistar su aspiración suprema, el poder político, por lo tanto, su verdadera emancipación y la de todo el pueblo. (Id. Página 170)

Inés Cornejo

El pueblo tiene confianza en el Partido Comunista, espera la palabra y la acción de los comunistas; cada golpe que sufrimos en estos cuatro años de trabajo clandestino no sólo golpe a nuestra organización. Sino que los han sentido como suyos los miles de chilenos que en el interior de nuestra patria repudian la dictadura. (Id. Página 179).

Samuel Riquelme

Este Pleno pasa a una nueva etapa, uno de los asuntos cardinales, que no habíamos analizado suficientemente, hoy, el Partido lo pone a la orden del día. Nos referimos a los problemas de la política militar. La etapa actual de la lucha de nuestro pueblo por su liberación, contra el fascismo, requiere resolver el problema de lograr una justa correlación militar de fuerzas favorable al proceso revolucionario. (Id. Página 190)

Jorge Insunza

En definitiva, la correlación de fuerzas sociales-políticas que impulse los cambios deberá, para asegurar la victoria, resolver también en el plano militar se conforme y se exprese una correlación de fuerzas a su favor. (Id. Página 195)

Juan Vargas Puebla

Creo, que es necesario alertar, a los sindicalistas latinoamericanos y muy en especial a los chilenos, sobre el grave peligro que amenaza a las organizaciones y, a la vez, tomar las medidas conducentes a hacer fracasar todas las maniobras anti unitarias. (Id. Página 200)

Volodia Teitelboim

Un grupo apreciable de significativos dirigentes de nuestro Partido en el interior encabezados por el Subsecretario General del Partido camarada Víctor Díaz, orientó el combate y el examen inicial, desarrolló y recorrió los primeros tramos de la apreciación de los hechos, inspirada en un principio irrenunciable: superar nuestras fallas en función de la lucha. Como se sabe, muchos de esos camaradas hoy están desaparecidos. (Id Páginas 202 y 203)

Rodrigo Rojas

No falló nuestra línea, fallaron aspectos de su implementación. Nuestra línea se demostró correcta, sorteó con éxito la prueba de la práctica; pero, como lo señala el informe, era incompleta, adolecía de vacíos, el más significativo de todos es la ausencia del componente militar. Y es ese vacío el que tenemos que llenar para completar la línea…. La política militar del Partido, el trabajo militar no debe ser concebido como tarea de competencia exclusiva de un grupo de especialistas o iniciados, sino como obra y tareas de todo el Partido, como un frente de masas más y como un frente de masas de la importancia que realmente tiene. (Id. Página 220 y 201).

 

Parte I

Parte II

Parte III

A 74 años de su asesinato: Julius Fucik, héroe antifacista

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

“Y lo repito una vez más: he vivido por la
alegría. Por la alegría he ido al combate
y por la alegría muero. Que la tristeza no
sea nunca unida a mi nombre”.
(Julius Fucik: “Reportaje al pie de la horca”)

Recuerdo que yo tenía un programa en Radio La Frontera de Temuco. Tenía por título “El profesor Ljubetic cuenta la Firme de la Historia”. Se transmitía dos veces por jornada: a mediodía y en la noche. Era bastante conocido.
En el mes de septiembre de 1973 dediqué una serie de programas a la heroica conducta de un comunista checo que -prisionero de los nazis, maltratado y torturado- se las ingenió para escribir en pequeñas hojas de papel un libro estraordinario. Es un bello relato que, redactado en medio de la muerte y los tormentos, es un canto a la vida, a la lucha, a la esperanza y en la seguridad en la victoria final. Lo conocí y leí con el título de “Reportaje al pie del patíbulo”.
Al producirse el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973, estaban en pleno desarrollo mis programas. Debido al escaso tiempo con que contaba (por mis actividades como profesor en la sede Temuco de la Universidad de Chile y como miembro del Comité Regional del Partido Comunista) los grababa en cantidades. Nunca supe la suerte que corrieron los programas que aún no se habían transmitido.
El heroico comunista checo prisionero de los nazis se llama Julius Fusik. Ahora, también en septiembre, escribo sobre él al cumplirse 74 años de su asesinato.

Sus inicios

Julius Fucik, periodista y escritor checo, nació en Praga el 23 de febrero de 1903, en el seno de una familia obrera. Estudió filosofía en la Universidad de Pilsen.
En 1921 ingresó al Partido Comunista y por esa misma fecha se inició como crítico literario y teatral. Luego fue redactor de las publicaciones comunistas “Rude Pravo” y “Tvorba”, en las que insertó reportajes sobre temas sociales y culturales.
A comienzos de los años treinta realizó varios viajes a la Unión Soviética. Fruto de esos viajes es su obra documental “En la tierra donde el mañana ya es ayer”.
Cuando el ejército hitleriano ocupó Checoslovaquia continuó publicando con seudónimo, recuperando las figuras claves de la cultura progresista checoslovaca.

Sello postal de la RDA con la imagen de Julius Fucik

En febrero de 1941 pasó a ser miembro del Comité Central del Partido Comunista en la clandestinidad, encargándose de las publicaciones ilegales. Fue uno de los héroes que lucharon en la clandestinamente contra los nazis.
En abril del 1942 Julius Fucik fue arrestado y torturado por la Gestapo. En la cárcel de Panktac, escribió “Reportaje al pie de la horca”.
En el verano del 1943 fue enviado a Alemania y asesinado en la cárcel Plötzensee de Berlín, el 8 de septiembre de ese año, cuando
cumplía 40 años de edad.

“Reportaje al pie de la horca”, sacado hoja por hoja de la cárcel, se publicó por primera vez en 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, y más tarde fue traducido a 70 idiomas de todo el mundo.
Es el testimonio de que ni las torturas, ni los chantajes de los nazis consiguieron doblegar a Julius Fucik y a otros héroes del comunismo. Su valentía, su heroísmo, sentir fuertemente que cumplía su deber, tener ideas claras y fe en la victoria, era la fuerza que levantó a los pueblos en la lucha contra el fascismo y logró la libertad.
Fucik murió físicamente, pero su espíritu está vivo. Su valor y su patriotismo nos tienen que servir a los demás, a los pueblos que luchan por la libertad, por la paz de sus familias, sus seres queridos, su tierra, por el amor a la vida. Por este libro Fucik fue galardonado en 1950, a título póstumo, con el Premio Internacional de la Paz.

Julius Fucik finaliza su libro así:
“Las respuestas coincidían. Honza se negó rotundamente a declarar. Su vieja herida le ahorró largas torturas. Enseguida perdió el conocimiento. Antes de que los nazis decidieran interrogarlo de nuevo, fue informado minuciosamente y obró en consecuencia.
No sacaron nada de él. Lo tuvieron largo tiempo en la cárcel. Mucho esperaron, pensando que algún nuevo testimonio lo haría hablar. Se equivocaron. La cárcel no lo cambió en absoluto. Fogoso, alegre, valiente, ofrecía a los demás las perspectivas de la vida cuando ante sí sólo tenía la perspectiva de la muerte. De pronto, a final de abril de 1943, se lo llevaron de Pankrác. No sé a dónde. Aquí una desaparición súbita es siempre de mal agüero. Uno puede equivocarse, pero no creo que nos volvamos a ver.
Siempre hemos contado con la muerte. Lo sabíamos: caer en manos de la Gestapo quiere decir el fin. Y aquí hemos hecho lo que hemos hecho de acuerdo con esa convicción.
También mi juego se aproxima a su fin. No puedo describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego. Es la vida. Y en la vida no hay espectadores.
El telón se levanta. Hombres: os he amado. ¡Estad alerta!
Julius Fucik

9-VI-1943”

 

Un poema de Pablo Neruda

Pablo Neruda escribió un poema titulado “A Julius Fucik”, dice:

Por las calles de Praga en invierno, cada día
Pasé junto a los muros de la casa de piedra
En que fue torturado Julius Fucík.
La casa no dice nada: piedra color de invierno,
Barras de hierro, ventanas sordas.
Pero cada día que pasé por allí
Miré, toqué los muros, busqué el eco,
La palabra, la voz, la huella pura
Del héroe.
Y así salió su frente
Una vez, y sus manos otra tarde,
Y luego todo el hombre
Fue acompañándome
A través de la Plaza Venceslao,
como un buen amigo;
Por el viejo mercado de Havelská,
Por el jardín de Strahov desde donde
Praga se eleva como una cosa gris.

Frustrado intento de Tiranicidio (Operación Siglo XX)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

La Operación Siglo XX o Patria Nueva es llevada a cabo por una veintena de miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con elementos provenientes de la Internación de armas de Carrizal Bajo, que no alcanzan a ser decomisados por los servicios de seguridad de la dictadura

Planificación

El General Pinochet durante los fines de semana suele dirigirse a su casa de descanso en El Melocotón (Cajón del Maipo), junto con parte de su familia y protegido por su escolta. La caravana en que se traslada el tirano siempre incluye dos automóviles blindados similares y de vidrios oscuros. Esto por dos razones: en caso de desperfecto del automóvil que lleva a Pinochet, se dispone de inmediato de otro; y que de producirse un atentado a la comitiva, tenga el enemigo como primera dificultad la imposibilidad de saber en cuál de los dos automóviles viaja Pinochet.
El Comando del FPMR decide que el tiranicidio se realice durante el trayecto de regreso a Santiago. Se planifica detalladamente una emboscada en la Cuesta Las Achupallas. Los frentistas César Bunster (hijo de un ex-diplomático de Salvador Allende) y Cecilia Magnise se encargan de conseguir los vehículos necesarios, como también arrendar una casona en el sector de La Obra, donde permanece la totalidad del equipo.

Cuidadosa elección del lugar

El lugar del operativo es minuciosamente seleccionado. Al costado norte (a la derecha del camino en el sentido Cajón del Maipo-Santiago) se encuentra un pequeño cerro donde se parapetarán los atacantes, mientras que al costado sur del camino hay un barranco de cerca de 20 metros de altura. De esta forma, los accidentes geográficos dificultarán la retirada, la protección y la efectividad del armamento de la escolta. Simultáneamente, un vehículo con una casa rodante acoplada y una camioneta todo terreno impedirán cualquier posible salida.

Se debe postergar la acción

La acción está programada para el domingo 31 de agosto de 1986 en la tarde. Sin embargo, la noche anterior fallece el Ex-Presidente Jorge Alessandri Rodríguez. Debido a ello, el General Pinochet regresa a Santiago durante la madrugada, lo que no puede ser previsto. Entonces, los frentistas, caracterizados como seminaristas de una orden religiosa, se trasladan a la localidad de San Alfonso, permaneciendo ahí hasta el domingo 7 de septiembre de 1986. El armamento con que cuentan son: 16 fusiles M-16, 10 lanzacohetes|M72 LAW, 1 Fusil SIG calibre 7,62 mm, 1 subfusil P25, y un número indeterminado de granadas de mano caseras.

La escolta del tirano

Por su parte, la escolta presidencial cuenta con subfusiles Uzi y Mini Uzi, granadas de mano, revólveres Rossi, y fusiles Galil.
La comitiva precedida por 2 motoristas de Carabineros está entonces conformada así:
El primer vehículo es tripulado por 4 Carabineros; en el segundo vehículo (Mercedes Benz blindado) viaja el General Pinochet con su nieto Rodrigo García, su Edecán Naval Capitán de Fragata Pedro Arrieta, y su conductor, un Cabo 2º de Ejército; en el tercer vehículo viajan 4 escoltas de civil al mando de un Capitán de Ejército (jefe de la escolta) y 3 funcionarios de Ejército. El cuarto vehículo es un Mercedes Benz alternativo en el que va un médico. El quinto vehículo cierra la comitiva, un Ford tripulado por 4 comandos de Ejército.

Los frentistas

Los atacantes están conformados de la siguiente manera: Unidad 501: Integrada por Rodrigo Rodríguez Otero (Jorge), Cristián Acevedo Mardones (David), Héctor Maturana Urzúa (Axel), Víctor Díaz Caro (Enzo), Héctor Luis Figueroa (Víctor) y Arnaldo Arenas Bejas (Milton). Actúan como grupo interruptor, su misión es detener a la comitiva mediante un automóvil Station Wagon con una casa rodante.
Unidad 502: Integrada por José Joaquín Valenzuela Levi (Ernesto), Julio Guerra Olivares (Guido), Lenin Peralta Véliz (Oscar) y un frentista solamente identificado como “Juan”. Apostados en un cerro al costado derecho del camino, su misión es concentrar el fuego en los primeros vehículos.
Unidad 503: Integrada por Mauricio Hernández Norambuena (Ramiro), Alexis Soto (Marcos), Jorge Mario Angulo (Pedro) y un frentista solo identificado como “Rodrigo”. Apostados igual que la anterior, su misión es concentrar el fuego en el vehículo del General Pinochet.
Unidad 504: Integrada por Mauricio Arenas Bejas (Joaquín), Juan Moreno Ávila (Sacha), Juan Ordenes Narváez (Daniel) y un frentista solamente identificado como “Javier”. Conforman el grupo de bloqueo, a bordo de una camioneta todo terreno, su misión es impedir la fuga de cualquier vehículo de la comitiva.

Domingo 7 de septiembre de 1986

Cerca de las 18,20 horas dos mujeres frentistas que se alojan en la residencial “Inesita” en San José de Maipo, comunican telefónicamente al Comandante Ernesto que la comitiva presidencial está en esos momentos pasando frente a ellas, e inmediatamente el grupo guerrillero se dirige al sitio de la emboscada, la Cuesta Las Achupallas, ubicada entre el sector de La Obra y el pueblo Las Vertientes.
Una vez en el sector, los frentistas se percatan de la presencia de una patrulla de Carabineros dirigiendo el tránsito en el cruce San Juan de Pirque. Son neutralizados con ráfagas de fusiles M-16.

Se inicia la operación

A las 18,35 horas, la comitiva de presidencial llega al sector del operativo. En la Cuesta Las Achupallas es interceptada por la Unidad 501, que tras dejar pasar a los dos motoristas de Carabineros, obstruye el tránsito con un automóvil que lleva acoplada una casa rodante e inmediatamente abren fuego contra el primer vehículo. Cuando la comitiva está sobre el punto, las unidades 502 y 503, parapetadas en los faldeos de un cerro de la cuesta, empiezan el ataque.

La escolta presidencial reacciona de inmediato respondiendo al fuego, pero los frentistas están bien parapetados, lo que hace muy difícil repeler el ataque. Además el sector, tan bien escogido, debido a sus características geográficas, se produce silencio radial, haciendo imposible comunicarse desde ahí con otras unidades policiales o militares.

La agilidad de un chofer

Pinochet y su nieto van en el primer Mercedes Benz blindado. Su conductor en una ágil maniobra, logra hacer girar el auto para regresar a El Melocotón. Recibe el impacto de un cohete M72 LAW, que no estalla. Resultan con heridas leves. Pasan a escasos metros de un grupo de bloqueo, que está en ese sitio, precisamente para impedir que el Mercedes Benz de Pinochet pueda escapar emprendiendo rumbo de vuelta. Así se salva el dictador.

Cinco escoltas mueren en el intento de tiranicidio, mientras que 11 resultan heridos. La acción dura entre 5 a 6 minutos. Ninguno de los miembros del FPMR es herido. Todos corren raudos hacia Santiago. El vehículo que encabeza la caravana lleva baliza. Y como a esa hora regresa siempre el tirano, los carabineros que controlan el trayecto, creen que es la comitiva de Pinochet e incluso la saludan a su paso.

Conmoción mundial

La acción conmueve a Chile y al mundo. El periódico “El País”, de Madrid, en su editorial del martes 9 de septiembre de 1986 escribe:
“El atentado de que ha sido víctima el general Pinochet… indica un salto cualitativo en la capacidad del Frente…” “A pesar de que las fuerzas moderadas de la oposición, en particular la Democracia Cristiana, condenan toda utilización de métodos violentos, no se puede cerrar los ojos ante el hecho de que la influencia del Partido Comunista, que apoya al Frente, está creciendo sensiblemente, sobre en los sectores más jóvenes y radicales del país, en las universidades y en las poblaciones que rodean a la capital, en las que se concentran las capas más expoliadas y desesperadas. Ello se ha traducido en éxitos comunistas en recientes elecciones universitarias y sindicales…”

Las razones del fracaso

Luis Corvalán, en “De lo vivido y lo peleado”, sostiene:
“La culpa del fracaso se debía, según la versión en boga, a la falla de algunos cohetes. La posibilidad de que no explotaran dos de los cuatro cohetes es cosa que debía haber entrado en los cálculos. No se tuvo en cuenta que eso pudiera acontecer. Más aún, no se previó la vuelta en 180 grados que hizo el chofer del vehículo de Pinochet y, por lo mismo, no se cubrió la retirada, no se apostó gente para salirle al paso cuando regresaba a El Melocotón. Esto quiere decir que la jefatura militar no estuvo plenamente a la altura de la empresa que acometía. Con todo, la responsabilidad principal está en la dirección política. En primer y último término, en dicha dirección todo debió preverse. Ello exigía de su parte conocimientos militares de los cuales carecía” (Luis Corvalán: “De lo vivido y lo peleado. Memorias”, páginas 296 y 297)

1986 no fue el año decisivo

Más adelante agrega Luis Corvalán:
“En la Primavera de 1986 recobró vida el Acuerdo Nacional. No había muerto. Sólo estaba en hibernación. Reflotó tras el paro del 2 y 3 de julio y dos acontecimientos que sacudieron fuertemente al país y que tuvieron gran repercusión nacional e internacional: el atentado a Pinochet el 7 de septiembre de 1986 y el descubrimiento de una importante internación de armas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez”. (Luis Corvalán: Obra citada, página 299)
La dictadura responde al intento de tiranicidio imponiendo el Estado de Sitio y asesinando fríamente a cuatro patriotas.
Los acontecimientos de agosto y septiembre contribuyen, junto a la aguda presión del imperialismo, a que 1986 no fuese el Año Decisivo en cuanto a terminar con la dictadura,