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Marcelo Urra

A cuarenta años del Pleno de agosto de 1977 (III)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Salvador Allende símbolo de la Unidad Popular

En el Informe entregado por Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista, al Pleno de agosto de 1977, se dice:
“Finalmente, para cerrar este capítulo queremos referirnos a la figura del Presidente Allende, que encabezó este proceso y que ocupará en la historia un sitial preeminente por la magnitud de su obra y su lealtad.

Las relaciones de Allende con el Partido Comunista

En relación a la orientación del Gobierno de la Unidad Popular, se suele identificar la política del Partido Comunista con la política de Salvador Allende. Nuestro Partido consideró, desde el comienzo hasta el fin, un asunto esencial de su política la necesidad de afirmar el Gobierno del compañero Allende. Con él tuvimos siempre buenas relaciones, basadas en la amistad, la franqueza y el respeto mutuo. Pero, como es comprensible y natural, no teníamos las mismas concepciones, no siempre coincidíamos en todo. Disentimos, por ejemplo, de su criterio de que nuestra vía revolucionaria conformaría un segundo modelo de realización del socialismo que excluiría o haría innecesaria la dictadura del proletariado en un período de transición determinado. Se lo dijimos. De su lado, él nos expresó sus opiniones discrepantes cada vez que lo consideró necesario. Sin embargo, lo cierto es que, al margen de estas y otras diferencias, hubo una gran coincidencia en la línea gruesa, en cuanto al carácter de la Revolución, a sus etapas, a la política de alianzas, a la combinación de la presión de masas desde abajo con la actividad del Gobierno desde arriba para llevar adelante los cambios revolucionarios, a la aplicación irrestricta del programa.

Fue un revolucionario

La ultraizquierda acusó muchas veces a Allende de reformista. Nosotros dijimos alguna vez, que en el Gobierno había rasgos reformistas. Pero esto no era lo que caracterizaba al Gobierno. Era un Gobierno revolucionario y lo era también gracias a su personal contribución.
Por el conocimiento que de él tuvimos podemos decir que los actos de su vida estaban inspirados por un amor muy grande por su pueblo, nuestro pueblo. Su deseo de que los humildes, los desamparados, los humillados pudieran llevar una vida digna, guió su actividad política. Todo esto y, por qué no decirlo, su sentido de la historia y de su papel en ella, eran sentimientos tan fuertes que le daban capacidad para pasar por encima de cualquiera concepción idealista a la que hubiese adherido, y lo decidían llevar la Revolución hasta el fin.
Salvador Allende no tenía una formación marxista-leninista acabada. Pero era un hombre dispuesto a la lucha sin concesiones para que la clase obrera y el pueblo alcanzaran posiciones de Poder. En él pesaba fuertemente una espina del pueblo de Chile: las traiciones de que había sido objeto aquél por demagogos burgueses, las frustraciones que había experimentado tantas veces. No vacilaba para enfrentar con coraje a los enemigos. Lo que hizo y lo que no hizo estuvo ante todo determinado por el afán de dirigir los acontecimientos con miras al acceso del pueblo al Poder. En las últimas semanas cuando la subversión reaccionaria ponía en jaque al Gobierno y la insolencia de ‘El Mercurio’ llegaba a extremos inauditos, él sentía, por una parte, el deseo de aplastarla y, de otro lado, la impotencia en que ya se encontraba su Gobierno, por el deterioro de la correlación de fuerzas. Pero en esos momentos lo escuchamos exigir consecuencia a aquellos críticos de su Gobierno, a los que lo habían calificado más de una vez de reformista, diciéndoles: ‘Yo no puedo, no estoy en condiciones de hacer nada contra ‘El Mercurio’, pero háganlo ustedes’. Esto demuestra que en él primaban sus propósitos revolucionario, su gran propósito de hacer la Revolución, por encima de las concepciones de tolerancia, a las que nunca se atiene la burguesía, pero que habían formado parte de su ideario.

Luchador por la paz

Salvador Allende fue un consecuente luchador por la paz mundial, amigo del campo socialista, principalmente de la Unión Soviética, de Cuba, de Viet-Nam y de la República Democrática Alemana.
Fue un campeón de la unidad socialista-comunista, de la unidad de la clase obrera y de la unidad del pueblo y fue un gran educador de las masas populares, en las ideas de la transformación social.

Educador de masas

Durante un cuarto de siglo, por lo menos, con lenguaje sencillo, sembró las semillas de los grandes cambios que necesitaba el país, como la nacionalización del cobre y la reforma agraria. No fue el único. Y los partidos, ante todo el nuestro, hicimos en este sentido lo que era de nuestro deber. Pero, considerado como personaje histórico, nadie, después de Recabarren, ha sido un tan grande educador social.

Consecuente hasta la muerte

Su último servicio a Revolución fue su holocausto. Le ofrecieron salvar su vida, pero no aceptó tratos con los fascistas, ni siquiera para eso. Su sangre estigmatizó para siempre a los traidores.
Tenemos en alta estima, sentimos un gran orgullo de haber marchado por largos años en un acuerdo tan estrecho con él, en aras de asegurar el éxito del proceso revolucionario, del esfuerzo por conseguir su culminación victoriosa y lo estimamos como un gran símbolo de la unidad socialista-comunista y de la Unidad Popular. (Luis Corvalán: Informe al Pleno de agosto de 1977. Ediciones Colo-Colo. 1978, páginas 40, 41 y 42. Los subtítulos son nuestros)

¡DIGNO Y JUSTO HOMENAJE AL COMPAÑERO PRESIDENTE AL CUMPLIRSE 47 AÑOS DEL TRIUNFO POPULAR DEL 4 DE SEPTIEMBRE DE 1970!

Parte I de este artículo.

Parte II de este artículo.

A cuarenta años del Pleno de Agosto de 1977 (II)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

El aporte del Partido Comunista a la Revolución Chilena

En el Informe “La Revolución Chilena, la dictadura fascista y la lucha por derribarla y crear una nueva democracia”, rendido por Luis Corvalán al Pleno de agosto de 1977, se señala:

El por qué jugó el Partido un rol decisivo

“No obstante todos nuestros errores, insuficiencias y debilidades, lo fundamental de la Revolución Chilena está en los éxitos que alcanzó y, en este sentido, a nosotros, los comunistas, nadie puede negarnos el papel decisivo que jugamos.
En virtud de su conocimiento de la práctica social y de la vida política del país, nuestro Partido visualizó la posibilidad de conquistar una parte del poder político, concretamente el Poder Ejecutivo, para iniciar desde allí grandes transformaciones revolucionarias y marchar a la conquista plena del Poder. Dicha posibilidad era al comienzo desestimada por otros sectores y atacada y considerada imposible por la ultraizquierda. Los hechos le dieron la razón a nuestro Partido.

La vía no armada no es exclusivamente electoral

El Partido no consideró nunca la vía no armada como una vía exclusivamente electoral. Lo principal era su concepción como lucha de masas. Siempre puso el énfasis en el combate de las masas populares por sus propias reivindicaciones y en aquellos objetivos antiimperialistas, anti-oligárquicos y anti-monopolistas que interesaban a la mayoría ciudadana y ayudaban por tanto al entendimiento de todas las fuerzas democráticas. Comprendió, al mismo tiempo, que esta lucha debía darse también en el terreno ideológico y político, esclareciendo constantemente los objetivos de la Revolución y de la unidad del pueblo y saliendo al paso de los deformadores de nuestra política.

Un aporte a la teoría y prácticas revolucionarias

Un aporte del Partido Comunista de Chile a la teoría y a la práctica de la revolución por una vía no armada constituye sus formulaciones acerca de la relación que hay entre esa vía y la violencia.
El Partido supo establecer, y actuar en consecuencia, que la vía pacífica no es sinónimo de pasividad; que se recorre en medio de aguda lucha de clases, de combates permanentes, de constantes enfrentamientos, que no desalojan sino presuponen no pocas acciones violentas, como tomas de tierra, ocupaciones de terrenos para viviendas, luchas callejeras, huelgas ilegales, etc.
Fue la comprensión correcta del carácter de la Revolución Chilena, la apreciación justa de la posibilidad de la vía no armada y de las formas concretas en que podía desenvolverse y, paralelamente, la tenacidad del Partido en la lucha por su línea la que le permitió al pueblo de Chile lograr la resonante victoria de 1970 y abrir paso a las transformaciones revolucionarias”.

Una vía propia

Más adelante agrega: “Los grandes éxitos logrados por nuestro Partido se deben en gran medida, insistimos, al hecho de haberse compenetrado de los problemas cuya solución maduraba en la sociedad chilena; de haber comprendido ciertas peculiaridades nacionales y tenido en cuenta las situaciones concretas. Sin ello no habría podido lograr mayores triunfos, no se habría convertido en un gran partido nacional y popular, ni habría podido entregar el aporte que dio a la Revolución Chilena.
Nada de eso habría sido posible si el Partido se hubiese regido por criterios dogmáticos o aplicado mecánicamente otras experiencias. En la elaboración y aplicación de su línea ha actuado de acuerdo al principio de la autonomía de cada Partido, que es principio del movimiento comunista”. (Luis Corvalán: “Informe al Pleno de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile” Ediciones Colo-Colo, 1978, páginas 38 y 39. Los subtítulos son nuestros)

Palpitantemente actual a los cuarenta años

Qué enormemente importante, valioso y actual resulta la parte del Informe de Luis Corvalán al Pleno de agosto de 1977, que hemos reproducido.
Cuando se cumplen 47 años de la victoria popular del 4 de septiembre de 1970 es necesario tener presente cómo se llegó a ella.
Recordar y rendir homenaje a quienes forjaron ese momento estelar de nuestra historia desde Luis Emilio Recabarren a Luis Corvalán Lépez, pasando por miles y miles de sencillos, abnegados y heroicos militantes.

Y sacar las conclusiones para el presente y el futuro.

Parte I de este artículo.

Parte III de este artículo.

A cuarenta años del Pleno de Agosto de 1977 (I)

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Hace cuarenta años, el 30 de agosto de 1977 se distribuyó en Ciudad de México un comunicado de prensa, que se iniciaba diciendo: “El Comité Central del Partido Comunista de Chile, a mediados de agosto, se reunió en sesión plenaria por primera vez después del golpe fascista y formuló un llamado al reencuentro de los chilenos, civiles y militares, aislando exclusivamente a los fascistas”.
Existe un folleto de Ediciones Colo-Colo, publicado en 1978, que contiene el Informe al Pleno y las intervenciones de 33 participantes. Estos materiales, en especial el Informe, son documentos dignos de leerse y estudiarlos.
Naturalmente, no pretendo en este trabajo referirme a todos los múltiples y valiosos aspectos allí tratados.

De los asistentes al Pleno

Luis Corvalán, Secretario General del PC d Chile, dio lectura al Informe al Pleno, que llevaba por título: “La Revolución Chilena, la dictadura fascista y la lucha por derribarla y crear una nueva democracia”.
Se inicia señalando que “este es el primer Pleno que realizamos después del golpe. Lo hacemos fuera de la patria”. Se celebró en Moscú, gracias a la solidaridad del Partido Comunista de la Unión Soviética.
A continuación explica que al Pleno concurren 41 miembros del Comité Central elegidos en el XVIII Congreso, efectuado del 23 al 29 de noviembre de de 1969, que 6 fueron fusilados por los fascistas, que 11 estaban en calidad de detenidos.-desaparecidos y 6 habían fallecidos. Se entrega una larga nómina de militantes y dirigentes del Partido y las Juventudes Comunistas asesinados por la dictadura. Y proclama: “Los que caen en la lucha por la libertad nunca mueren”.
Se informa que concurren al Pleno “como invitados 20 compañeros que han demostrado firmeza comunista, ímpetu revolucionario, capacidad política, actividad creadora”.

De los temas del Informe

“En este Pleno –señala el Informe- abordaremos materias de gran significación. El Informe está dirigido a trazar, mejor dicho a precisar y desarrollar la línea del Partido frente a la situación actual de nuestra patria, a la lucha por echar abajo a la dictadura fascista y a las tareas que vendrán después de lograr este objetivo. Pero el Informe abarca también las luchas, los problemas, las experiencias de todo el período que viene desde el XIV (en realidad XVIII. Nota del autor) Congreso que celebramos en 1969. Una parte substancial de este documento es el análisis de lo que significó la Revolución Chilena y de las causas de su derrota”.
Agrega el Informe: “La crítica y la autocrítica han sido siempre una herramienta indispensable en la construcción del Partido y en la elaboración de su línea. Creemos que el informe –que es naturalmente de elaboración colectiva- se esfuerza por hacer uso de esa herramienta, sin temor al reconocimiento abierto, público, de nuestros propios errores; pero, al mismo tiempo, sin perder de vista los méritos de nuestra Revolución y a lo que a ello aportó nuestro Partido”.

De los capítulos del Informe

-El país bajo el fascismo;
-La Revolución Chilena: sus grandes méritos y las causas de su derrota;
-Unidad y lucha para echar abajo al fascismo y construir una nueva democracia;
-Lo nuevo en el mundo que surgió con el Gran Octubre;
-El Partido Comunista indestructible y decisivo.

Sobre la Revolución Chilena

El Informe sostiene: “La Revolución Chilena fue un acontecimiento de importancia internacional. Fue la primera experiencia prolongada de desarrollo pacífico de la revolución nen la situación actual. En su gestación participaron distintas corrientes democráticas: marxistas, racionalistas y cristianas. Esta particularidad amplió su audiencia en el campo internacional.
En nuestro país, en la práctica, quedó demostrada la posibilidad de que la clase obrera y el pueblo llegaran al Poder –mejor dicho a una parte del Poder- por una vía no armada y de hacer realidad una serie de transformaciones revolucionarias por dicha vía”. (El Pleno de agosto de 1977 del Comité Central del Partido Comunista de Chile. Ediciones Colo-Colo, 1978, página 11)
Se entregan una serie de antecedentes que bien pudieran ser utilizados al conmemorarse los 47 años del triunfo del 4 de septiembre de 1970. Pero, al parecer, muy pocos están preocupados de conmemorar este hito estelar de la historia de Chile.

Defectos y errores del Partido Comunista

En el Informe se pregunta: “¿Qué se puede objetar de nuestro comportamiento del día 11?” Y se responde:
“Se pueden hacer algunas objeciones. Por ejemplo, ese día quedaron en evidencia defectos en nuestro aparato orgánico que produjeron cierto grado de desconexión y esto nos impidió promover siquiera algunas acciones de, resistencia con vista a que el repliegue se hiciera sin una brusca caída de la moral de las masas, en una forma más o menos consciente” (Obra citada, página 34)
Añade más adelanta: “Los errores de ‘izquierda’ derivaron básicamente de no haber abordado de modo correcto una serie de problemas que dicen relación con el papel de la clase obrera como fuerza motriz y dirigente de una alianza muy amplia y con la significación de las capas medias” (Obra citada, página 34)
“Nosotros –afirma el Informe- hicimos una buena elaboración de nuestra línea durante todo el período de lucha que condujo a la conquista del Gobierno y se puede agregar que también en el período inicial del mismo, pero no elaboramos suficientemente nuestra línea en relación a cómo resolver los problemas del tránsito de la conquista del Gobierno a la conquista de la totalidad del Poder, y del tránsito de una etapa a otra de la Revolución para llegar efectivamente al socialismo.
Por lo menos durante el último año de Gobierno trabajábamos alo día, atendiendo los problemas cotidianos, abrumados por tareas prácticas, en tanto la reacción tenía un plan bien proyectado. Tal situación condujo a la pérdida de la iniciativa lo que, unido a todos los errores y complicaciones ya descritas, hizo que la Revolución Chilena pasara a la defensiva y esto, se ha comprobado una vez más, termina inevitablemente en la derrota”. (Obra citada, página 36)

Una conclusión a tomar en cuenta

El Informe afirma: “De esto debemos sacar una conclusión. No fuimos capaces, como Partido Comunista, de llevar la Revolución Chilena junto a nuestros aliados hasta el fin.
Es claro, si nuestro Partido hubiese sido mucho más fuerte, mucho más capaz teórica, ideológica y políticamente hablando, la situación habría sido seguramente diferente, porque en tales condiciones habríamos podido, efectivamente, ser o convertirnos en esos días en la vanguardia reconocida de la clase obrera y del pueblo en general. Dicho sea de paso, ésta es tal vez una de las más grandes lecciones que debemos extraer con vistas a construir un Partido todavía más grande y cualitativamente mejor.” (Obra citada, página 38)

Parte II de este artículo.

Parte III de este artículo.

Respondiendo a Don Sebastián Drago

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER

Hemos conocido la opinión –legítima opinión- que a través de su Facebook entregó Sebastián Drago en torno al Foro-Panel realizado por el CEILER el jueves 17 de agosto de 2017: “En el centenario del “Estado y la Revolución” de Vladimir Ilich Lenin”.
Nos alegra que Sebastián Drago haya estado entre la “nutrida concurrencia” del Foro-Panel y que tuvo la deferencia de entregar su opinión sobre las exposiciones allí entregadas.
Una primera cosa que nos llamó la atención es el título que colocó a su opinión: “Un largo y urgente-, Camino por transitar”. Nos llamó la atención, porque leyendo lo que escribió, no hay una sola palabra sobre una propuesta de ese camino largo y urgente por el cual se debería caminar.

Soy uno de los “tres hombres mayores de 30 años” a que se refiere el señor Drago. Tengo 86 años y, quizás, hemos militado en el mismo partido “por años, décadas atrás”.
Su fuere así, quiere decir, que ambos hemos gozado la alegría de las victorias y hemos sufrido la amargura de las derrotas. Pero la vida –diríamos- nos separó. Uno se fue espantado ante los “eventos inesperados”. Otro quedó en el Partido Comunista de Chile, un partido de “cuño marxista tradicional”, que jamás ha traicionado al pueblo ni a sus ideales.

Como es sabido este Foro-Panel fue convocado por el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, un grupo de recabarrenistas, que realiza múltiples actividades, siguiendo el legado del padre del Movimiento Obrero chileno y fundador del Partido Comunista. Organizamos encuentros que pueden ser “desalentadores” y causar “tristeza” a ex revolucionarios, pero que encuentran notable eco en amplios sectores.
No somos de los que se quedan mirando los acontecimientos desde el balcón. Actuamos. El fuerte viento de los “eventos inesperados” podrá doblarnos, pero jamás quebrarnos. Y después de cada tormenta nos volvemos a levantar, orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos.

Volviendo a lo expresado por Sebastián Drago, me entristece que alguien que confiesa haber militado “por años, décadas atrás” en el Partido Comunista llegue a utilizar las mismas monsergas que utilizan los reaccionarios más recalcitrantes. Por ejemplo: “las sagradas verdades del credo staliniano marxista-leninista de la era soviética”. Precisamente obras como “Estado y la Revolución” mantienen plena actualidad. ¿Acaso está pasada de moda la concepción leninista sobre el Estado?

En cuanto al Partido Comunista de Chile, a pesar de las represiones de todo tipo, está vivo y peleando. No “continuamos atados en el mundo de 1960” sino al año 1912, a los principios que nos legaran los fundadores, con Recabarren a la cabeza.
Con todos los defectos que pudieran achacarles, y con los errores que naturalmente se cometen, somos una fuerza política que ha sido capaz de alcanzar victorias tan grandes como el Gobierno Popular. Que hoy, en el complejo y difícil
momento que vive Chile y el mundo, no pierde la brújula: lleva adelante una correcta línea estratégica y una leninista política de alianzas. Une teoría y práctica. Contribuye paso a paso a forjar un Chile más democrático y se ha transformado en el partido con más militantes y adherentes del país.

Opiniones como las de Sebastián Drago -independientemente de sus intenciones- nos ayudan. Utilizando nuestra poderosa herramienta de la crítica y la autocrítica, pretendemos ser cada día mejores combatientes por un mundo mejor
Ah! Y esperamos anhelantes su camino largo y urgente por el cual, según él debemos transitar.

Nuestro homenaje a Poli Délano

Cuando preparábamos el acto “Volodia Cien  Años”,  le escribí un correo invitándolo a participar como uno de los panelistas. De inmediato respondió aceptando gustoso. Y en ese inolvidable acto organizado por el CEILER el 17 de marzo de 1916, Poli Délano dio una maravillosa clase magistral sobre Volodia.

Cuando preparábamos el acto en homenaje al compañero Luis Corvalán Lépez, con motivo del séptimo aniversario de su partida física, le envié una invitación. A pesar de estar ya gravemente enfermo respondió, con fecha 20 de julio de 2017 (hace sólo 22 días):

“Estimado compañero Iván: Hubiera deseado estar mañana en el homenaje al querido amigo y camarada Luis Corvalán, gran dirigente a quien sigo admirando mucho. Lamentablemente, una demoledora bronquitis obstructiva, muy de la estación, me tiene encerrado en casa.
Un abrazo y que todo salga bien,

POLI DËLANO”

Muchos otros, no lo dudo, escribirán sobre su gran obra literaria. También de su entrega a la causa de los pueblos, de su intersante vida.
Yo deseo sencillamente, contar  esos dos hechos del querido compañero que hoy nos deja físicamente. Y con ello rendir un modesto homenaje, en este frío y lloroso día de invierno, en nombre del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, y en el mío propio.

 

Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e
Investigación Luis Emilio Recabatrren, CEILER.

Ñuñoa, viernes 11 de agosto de 2017